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El ex presidente estadounidense Barack Obama está siendo honrado por "su compromiso duradero con los ideales democráticos y elevando el nivel de coraje político en un nuevo siglo", con mención específica de su expansión de las opciones de salud, su liderazgo en el enfrentamiento al cambio climático y su restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba. EFE 
El ex presidente estadounidense Barack Obama está siendo honrado por "su compromiso duradero con los ideales democráticos y elevando el nivel de coraje político en un nuevo siglo", con mención específica de su expansión de las opciones de salud, su…

[OP-ED]: ¿Por qué debe ser Obama más santo que sus predecesores?

Lo mejor de la presidencia histórica del presidente Barack Obama es que se acabó. Podemos examinarla—y examinarlo a él—en términos mucho más cariñosos de lo…

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Especialmente en comparación con su sucesor, uno pensaría que las tasas de aprobación de Obama se mantendrían muy altas mucho después de que su perfil fuera tallado en Mount Rushmore—pero no. Estuvo fuera de su cargo durante apenas un trimestre fiscal y ya algunos de sus antiguos admiradores se están volviendo contra él. 

Tras la noticia de una inminente ponencia de Obama por la que le pagarán 400.000 dólares, en una conferencia de asistencia médica patrocinada por la firma de servicios financieros de Wall Street, Cantor, Fitzgerald, el senador Bernie Sanders de Vermont consideró que el trabajito era de mal gusto. La senadora Elizabeth Warren de Massachussets dijo que ella estaba “perturbada”. 

Circularon términos como “gatos gordos” e “hipócrita” y las columnas de opinión se unieron con titulares deliciosamente pintorescos como “400.000 dólares por una ponencia de Obama: de mal gusto pero no corrupto,” del Los Angeles Times. 

Fue divertido observar las páginas de opinión opuestas de los principales diarios. La junta editorial del Wall Street Journal declaró: “Dejen que se gane unos pesos, en la medida que pague la tasa marginal tope,” mientras que la junta editorial del New York Times lamentaba tristemente cuán “desalentador [era] que un hombre cuya candidatura histórica se basó en la premisa de un examen moral de la política, ahora se una a casi todos los presidentes modernos en sacar provecho.”

Pero en total, hasta sus seguidores menos ardientes deben pensar: ¡Ay, ay, ay, dejen a Obama en paz, de una vez! 

Por ese motivo cada vez menos individuos buenos, inteligentes y de medios modestos soñarán con ser presidentes: No sólo todos los aspectos de la vida de uno se analizan minuciosamente y distorsionan, sino que después de servir a su país, los que antes lo apoyaban tienen los cuchillos listos, si uno quiere sacar tajada de la experiencia increíblemente singular que ha vivido. 

Pero más que eso, la indignación de la gente por las nuevas oportunidades de Obama para ganarse la vida indica un sesgo persistente contra los que tienen grandes ambiciones y que resultan pertenecer a una minoría. 

La mayoría de los individuos de minorías que han tenido éxito se criaron con la idea repetida por sus padres de que a fin de triunfar en Estados Unidos, tenían que ser no doblemente, sino tres o cuatro veces mejores—académicamente, en su ética laboral y en su conducta—que sus pares blancos. 

No había medias tintas—o uno era innegablemente mejor o había que prepararse para ocupar una posición inferior con respecto a individuos cuyos apellidos típicamente eran más fáciles de pronunciar y escribir. 

Así es que, sí, lo que estoy diciendo es que, aún si los liberales no lo comprenden, criticar al presidente Obama por no pasar su examen de pureza al no rechazar una remuneración alta por hacer lo que él hace mejor—hablar— si no exactamente racista, es como mínimo usar perniciosamente una doble vara de medir. 

Según todas las versiones, la mayoría de los ex presidentes modernos se valen de su anterior desempeño en el cargo para dar lucrativas conferencias, escribir libros y demás opciones. ¿Por qué se debe juzgar a Obama con un conjunto de reglas diferentes? 

Aquellos que ni pestañean cuando un rapero, un actor o un atleta gana millones parecen pensar que Obama debería estar más allá de incentivos económicos y, de hecho, debería regalar su experiencia y pericia. 

“Habla, Obama, habla. Pero no por dinero,” escribió Jill Abramson, ex editora ejecutiva del New York Times, en The Guardian. 

Asombroso.

Imaginen si se esperara que todos los expertos y todos los que se destacan en sus disciplinas proporcionaran sus conocimientos gratis. En primer lugar, nadie pagaría para comprar un diario ni un libro. 

Trevor Noah, animador del programa “Daily Show” de Comedy Central, lo expresó correctamente: “¿Así es que el primer presidente negro debe ser también el primero que no acepte dinero después? No, no, no, no, no, mi amigo. No puede ser primero en todo.” 

Noah lo puso en perspectiva--¿por qué debe ser Obama el que quiebre el molde de hacer dinero después de la presidencia? Después de todo, el no lo forjó. ¿Por qué no existe la expectativa de que debe haber “un primer presidente blanco que no tome el dinero”?

Adelante, rompe el molde de tener que ser tanto mejor, más santo, más humilde que tus predecesores y pares, presidente Obama. Haz el favor de destruir la doble vara con la que se mide a los “primeros” que son parte de minorías. 

Será una declaración importante—declaración que será capaz de sentar el precedente de que aun después de probar sus aptitudes, los “primeros” no tiene que ser al menos doblemente mejores que todos los demás eternamente.

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