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Luke Risher speaking at last month’s rally in support of Brian Burney at the School District of Philadelphia building. Dominique Johnson/Al DÍA News

OP-ED: La gran brecha en la disciplina

El reciente episodio de un estudiante agredido por un oficial de policía escolar en Benjamin Franklin High School es otro recordatorio de los grandes…

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El reciente episodio de un estudiante agredido por un oficial de policía escolar en Benjamin Franklin High School es otro recordatorio de los grandes obstáculos que muchos jóvenes de Filadelfia enfrentan a la hora de conseguir una educación de calidad.

Un joven fue agredido por un agente tras verse frustrado su intento de ir al baño. Aunque el incidente todavía está bajo investigación, sí señala uno de los problemas crónicos de nuestro sistema de educación pública.

El Distrito Escolar de Filadelfia tiene problemas enraizados en grandes disparidades de financiación, que reflejan las diferencias aún más profundas de riqueza, oportunidades económicas, y de privilegio en nuestra sociedad. Estos problemas aparecen en nuestras aulas, y afectan a la forma en que somos tratados por administradores escolares, profesores y agentes de policía escolar.

El Sindicato de Estudiantes de Filadelfia (PSU, según sus siglas en inglés) es una organización dirigida por estudiantes que trabajan desde hace más de 20 años para construir un sistema escolar más justo. En 2009, PSU y nuestros aliados lucharon para reducir el número de infracciones en el código de conducta del estudiante que conllevan su suspensión automática. Al mismo tiempo, llamamos a la introducción de prácticas restaurativas, como alternativa a otros castigos disciplinarios.

Hemos sido capaces de reducir a la mitad el número de infracciones que acarrean una suspensión (como el código de vestimenta y el uso del móvil), y pusimos en práctica un programa de justicia restaurativa. Esta fue una victoria importante para los estudiantes, ya que nuestra capacidad para graduarnos está conectada directamente con el número de infracciones disciplinarias en nuestros registros.

Desde ese momento, nuestras ganancias se han revertido. El superintendente del distrito, el Dr. Hite, dio la vuelta a esta victoria con el aumento del número de delitos menores que conducen automáticamente a una suspensión. Además, durante sus cuatro años de mandato, se ha realizado poca o ninguna inversión en prácticas restaurativas.

Los problemas relacionados con los castigos excesivos por infracciones menores y la falta de alternativas no son los únicos problemas con el código de disciplina utilizado por el Distrito Escolar de Filadelfia. También existe una excesiva desproporción en la forma en la que la disciplina escolar se aplica en diferentes escuelas.

Dentro del Distrito hay ciertas escuelas que se han ganado la reputación de escuelas “buenas”, mientras que otras están consideradas como escuelas “malas” (lo que a su vez conduce a las etiquetas de los alumnos en “buenos” y “malos”).

En las “buenas escuelas” (como Masterman o Sciencie Lidership Academy) hay muy poca presencia policial, los estudiantes se sienten bienvenidos y respetados, y la educación es la prioridad más alta. Los miembros de estos centros están lejos de ser perfectos: hay peleas en los pasillos, daños a la propiedad por parte de los estudiantes, e incluso incendios en los cuartos de baño. Sin embargo, un estudiante implicado en tales problemas tiene más probabilidades de ser abordado por el profesorado e inmerso en un proceso que determinará los pasos más adecuados y las consecuencias, incluido el impacto en la comunidad escolar (elementos más propios de un sistema de justicia restaurativa).

Mientras tanto, en una “mala” escuela (hay que señalar que estas son mayoritariamente afroamericanas y no blancas), los estudiantes están perfilados y criminalizados. En lugar de invertir en consejeros, prácticas restaurativas y participar en oportunidades de aprendizaje, el Distrito invierte más en actuación policial. La misma presencia de agentes de policía en las escuelas envía un mensaje profundamente negativo a todos los estudiantes y crea una atmósfera similar a la de la cárcel.

Aunque se supone que los oficiales deben estar allí para garantizar la seguridad, la realidad es que la mayoría de los estudiantes de estas escuelas experimentan una sensación de acoso y amenaza: Si usted dice las palabras equivocadas a un oficial, será suspendido. Si un oficial cree que es para nada bueno, usted será suspendido. Y, como el episodio de Benjamin Franklin High nos recordó, si el funcionario siente que es necesario, podemos ser agredidos.

El exceso de vigilancia hace que los estudiantes se sientan más estresados, incluso hasta el punto de que algunos evitan ir a la escuela por miedo. Cuando nuestras escuelas nos tratan más como criminales que como estudiantes, el aprendizaje real es mucho más difícil; a su vez, aquellos que se gradúan, a menudo no se sienten preparados para su futuro.

Hay muchas disparidades en el sistema escolar, algunas son más difíciles de tratar que otras. Pero el problema de los policías mal entrenados, no calificados y abusivos es una que podemos resolver.

Las diferencias en la aplicación de disciplina pueden y deben ser abordadas por el Distrito. Necesitamos al Distrito para crear una forma en la que nosotros podamos informar de manera oficial del abuso policial en nuestras escuelas. Necesitamos que todos los oficiales que trabajan en nuestras escuelas sin comprobación de sus antecedentes sean suspendidos. Necesitamos que oficiales, como Maciocha, que han agredido físicamente a un alumno, sean  despedidos.

También que cada agente que permanece en nuestras escuelas sea entrenado de nuevo. Necesitamos una forma de aplicar disciplina que se aleje de ser estrictamente punitiva a una arraigada en las prácticas restaurativas. Y para conseguir romper con el mito destructivo de estudiantes de “buenas” y “malas” escuelas, que las prácticas disciplinarias sean iguales y uniformes en todo el Distrito.

Todos los estudiantes merecen ser tratados con dignidad. Exigimos ser tratados con dignidad. El Distrito debe centrarse en la manera de deshacerse de la policía escolar e invertir en nuestra educación. Si el Distrito hace eso, no solo mejorarán nuestras perspectivas de futuro, se crearán posibilidades para un futuro mejor para toda la ciudad de Filadelfia.