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Fotografía de archivo del 19 de noviembre de 2016 del presidente electo estadounidense, Donald Trump (i), estrechando la mano del retirado James Mattis, quien fue nominado como nuevo secretario de Defensa.. EFE
 
Fotografía de archivo del 19 de noviembre de 2016 del presidente electo estadounidense, Donald Trump (i), estrechando la mano del retirado James Mattis, quien fue nominado como nuevo secretario de Defensa.. EFE
 

[OP-ED]: Con sus nombramientos para el Gabinete, Trump continúa suscitando el antagonismo de los latinos

Los que votaron por Doand Trump están ansiosos por interpretar su victoria como la derrota de lo políticamente correcto.
Afortunadamente para mí, yo no trabajo para Trump ni para los que fueron embaucados y votaron por el equivalente político de P.T. Barnum.
Así pues, he aquí una crítica políticamente correcta del emergente gobierno de Trump: El Gabinete parece una zona libre-de-latinos.

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Los que votaron por Doand Trump están ansiosos por interpretar su victoria como la derrota de lo políticamente correcto.
Afortunadamente para mí, yo no trabajo para Trump ni para los que fueron embaucados y votaron por el equivalente político de P.T. Barnum.
Así pues, he aquí una crítica políticamente correcta del emergente gobierno de Trump: El Gabinete parece una zona libre-de-latinos.
Lo habitual en las tres últimas presidencias de los últimos 24 años—tanto republicanas como demócratas—fue que hubiera por lo menos dos latinos en el Gabinete en cualquier momento determinado. Bill Clinton y George W. Bush tuvieron tres latinos cada uno en sus Gabinetes. Barack Obama los superó a ambos nombrando a cuatro. En cada caso, eso fue en el transcurso de ambos períodos.
Sólo 12 latinos pertenecen a ese club exclusivo por haber servido en el Gabinete de algún presidente. Tienden a ser escogidos para Energía, Trabajo o Vivienda y Desarrollo Urbano. Sólo Alberto Gonzales desempeñó uno de los cuatro puestos principales, que son procurador general, secretario de Defensa, secretario del Tesoro y secretario de Estado.
Será con suerte si encontramos un latino en el Gabinete de Trump.
Volvamos a los Estados Unidos de 1988. Fue entonces cuando Ronald Reagan nombró a Lauro Cavazos, un demócrata, como primer latino que se desempeñó en el Gabinete.
El Gabinete de Trump podría acabar con una asiática-americana (Elaine Chao, en Transporte), un afroamericano (Ben Carson, en Vivienda) y quizás un latino (en Interior, Agricultura, Energía, Trabajo, Asuntos de Veteranos.)
Eso dejará a 12 blancos, ¡casi todos hombres! Qué bien. A los hombres blancos nunca les dan un recreo. Y, como éste es el año del estadounidense blanco colérico, lo menos que podemos hacer es alegrar a unos 10 hombres blancos dándoles trabajo.
No se ve bien, puesto que Trump suscitó el antagonismo de los latinos durante casi un año y medio durante su campaña. Entonces, ¿estamos calificados para ser el objeto de sus críticas pero no para estar en su Gabinete?
Sé lo que usted está pensando—que la raza o la etnia no deben importar, que Trump solo escoge a los “mejores” o a los más “calificados”.
Buena noticia. En 2016, puede obtener las dos cosas. A veces la mejor persona para un puesto es alguien de una raza o etnia diferente. No es necesario sacrificar la calidad para obtener diversidad.
No estamos hablando de cuotas ni de acción afirmativa. Ni tampoco nos basamos en la suposición de que el pueblo está mejor servido por un gobierno cuando ve a individuos que se parecen a ellos en la cima.
Obama acabó con esa teoría. El primer presidente negro de Estados Unidos hizo poco, en ocho años, para asistir a la comunidad afroamericana plagada de escuelas inadecuadas, violencia urbana y desempleo entre los jóvenes. Asistió a las grandes corporaciones obteniendo rescates y a los sindicatos desplazando a los inmigrantes. Pero se olvidó de la comunidad que le brindó el nivel de apoyo más alto.

 

Cuando se trata de reclutar gente calificada, Trump se considera a sí mismo como el gran maestro. Pero cuando se trata de contratar latinos, aun es un aprendiz.
 

Trump debe considerar todo esto como una valiosa oportunidad para responder a sus críticos y no confirmar la caricatura de los medios, que lo pinta como un individuo que estaría totalmente cómodo en un country club exclusivamente blanco.
Además, los números importan. El mismo presidente electo nos lo dijo. Trump está orgulloso de haber recibido casi tres de cada 10 votos latinos. Alardea de eso todo el tiempo. Y como quizás recuerden, durante la campaña, declaró: “Los hispanos me adoran”.
Ahora, los hispanos tienen el derecho de examinar los nombramientos del Gabinete de Trump y pedir esa adoración de vuelta.
Y si de hecho acabamos con un latino en el Gabinete, eso significa que la mayor minoría de Estados Unidos aun representa sólo el 6 por ciento del número total de cabezas de departamento. Para alguien que obtuvo el 29 por ciento del voto latino, es vergonzoso.
Trump se hizo una reputación en el negocio de la construcción por encontrar gente de talento que otros habían pasado por alto. Hay que reconocerle que puso mujeres a cargo de proyectos importantes en un momento en que ese tipo de cosa era casi inaudita en la industria.
Entonces, ¿qué está pasando ahora? Tenemos supuestamente uno de los grandes descubridores de talento del mundo que busca en todo el país ¿y los únicos individuos de talento que encuentra para dirigir los departamentos del gobierno son, mayormente, hombres blancos? Peor aún, ¿parece tener dificultad en encontrar latinos calificados para dirigir lo que sea? ¿En serio, Sr. Mago?.