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La Crisis de Alimentos

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  "Tanto
en Túnez como en Egipto, algunas mujeres en entrevistas de TV protestaron sobre
los precios de los alimentos", expresa Laurie Garrett del Council on Foreign
Relations. "La inflación de los alimentos fue un factor contribuyente. En qué
medida no lo sabemos". Cualquiera sea el veredicto, no se trata de pura
curiosidad. Tanto como el petróleo, la escasez de alimentos podría moldear la
política global durante décadas.

            Se
la podría llamar la Gran Crisis de los Alimentos. La demanda global de alimentos
está chocando con provisiones escasas. Los altos precios o la escasez podrían
desestabilizar los países pobres y desencadenar rebatiñas por productos
alimenticios escasos. La actual alza de los precios es la segunda en tres años.
En 2008, las carreras por el arroz y el trigo desencadenaron protestas y
motines en unas dos docenas de países, entre ellos Egipto, Haití y las
Filipinas. Entonces y ahora, algunos proveedores (India y Vietnam en 2008 para
arroz y Rusia ahora para trigo) prohibieron las exportaciones, aumentando los
precios mundiales y pasando el riesgo a países con déficits alimenticios.

            La
creciente riqueza global es causa parcial de la crisis. A medida que los países
se modernizan, las dietas cambian. La gente pasa de comer granos directamente
—como harina y pan— a consumirlos indirectamente como carne y productos
lácteos. De 2000 a 2030, el consumo de carne per capita podría elevarse un 49
por ciento en China, un 79 por ciento (aunque de una cifra base baja) en India,
y un 22 por ciento en Brasil, estima el International Food Policy Research
Institute, un think tank. Esto fomenta la demanda de granos para
alimento de los animales. Para el ganado, se necesitan ocho libras de granos
para pienso a fin de ganar una libra; para las gallinas, es entre dos y
cuatro.    

            "Hemos
tenido una fuerte demanda internacional, (a pesar) de una gran recesión",
expresa Joseph Glauber, el jefe economista del Departamento de Agricultura. "No
es exclusivo de China". En siete de los últimos 10 años, señala, el consumo de
trigo en el mundo ha superado su producción. Las reservas globales de trigo, un
amortiguador de la escasez, han declinado. Los mercados de alimentos siguen
siendo vulnerables a cualquier revés —inundaciones, sequías— que reduce las
cosechas. El desvío del maíz de Estados Unidos al etanol, intensifica la
presión sobre los suministros de grano.

            Teniendo
todo esto en cuenta, la producción global de alimentos quizás debería
duplicarse para 2050, expresa el economista de la agricultura Robert Thompson, del
Chicago Council on Global Affairs. De 2010 a 2050, se proyecta que la población
mundial aumentará un 38 por ciento, de 6.900 millones a 9.500 millones, y los
aumentos se concentrarán en los países más pobres. Según algunas proyecciones,
alrededor de 1.000 millones de personas ya están tan desnutridas que no pueden
realizar tareas manuales modestas.

            ¿Puede
el mundo elevar la producción de alimentos en esa medida? El conocido
ecologista Lester Brown lo duda. El declive en el nivel freático, el cambio climático
y la erosión de la capa superior del suelo limitan las posibilidades. En un
artículo del Scientific American, Brown advirtió que la omnipresente escasez de
alimentos llevará a más estados fallidos —naciones incapaces de garantizar
seguridad de alimentos para su pueblo— que se convierten en caldos de cultivo
para el terrorismo global y las epidemias. Citó a los piratas de Somalia como
prototipos. En cambio, Thompson y otros expertos son menos pesimistas.

            Los
asombrosos avances tecnológicos son un motivo, tal como lo muestra el cuadro de
abajo. Indica la producción de trigo y maíz de Estados Unidos, medida en
fanegas por acre ("rendimiento"), desde 1900.

                                    MAIZ                                    TRIGO

                            Fanegas                                       Por
acre

1900                                    28                                    12

1950                                    38                                    17

1970                                    72                                    31

2010                                    153                                    46

            La
producción de maíz se quintuplicó y la de trigo se cuadruplicó. Las semillas
mejoradas, la mayor cantidad de fertilizante, la irrigación y la mejora en las
prácticas agrícolas crearon enormes avances.

            Los
optimistas sostienen que éstos continuarán, impulsados en gran parte por la
biotecnología, que involucra la inserción de genes específicos en semillas que
hacen que las cosechas sean más resistentes a las hierbas malas, los insectos y
la sequía. En efecto, son semillas inteligentes. "En unos 10 años, hemos pasado
de vender semillas de maíz con un rasgo biotécnico a ocho," expresa Robert
Fraley, director jefe de tecnología de Monsanto, un importante productor de
semillas. Para 2030, Fraley piensa que la producción de maíz, algodón y soya de
Estados Unidos puede aproximadamente doblarse. Las semillas biotécnicas también
se están propagando a América Latina, China e India.

            El
otro motivo para el optimismo es que las prácticas agrícolas en algunas partes
del mundo —en primer lugar, África del sub-Sahara— van tan a la zaga de los
últimos avances que presentan enormes oportunidades para mejorar. El economista
Thompson expresa que la brecha en la producción de maíz entre agricultores
norteamericanos exitosos y sus homólogos africanos que luchan por las cosechas
es de 10-a-1.

            La
crisis global de alimentos es una importante historia que no se cubre. Por
ahora, los elevados precios y las pocas provisiones han enriquecido a los
agricultores norteamericanos a causa del incremento en las exportaciones y los
ingresos. Pero las malas cosechas de este año podrían abrumar los mercados y
causar pánico de compras. Si la naturaleza y la tecnología no restauran un
mejor equilibrio entre el suministro y la demanda, las consecuencias para el
sufrimiento humano y los conflictos políticos podrían ser aterradoras

© 2011, The Washington Post Writers Group