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 La categoría migratoria, una cuestión académica

La categoría migratoria, una cuestión académica

Cuando yo era niño, en los años 70, en una pequeña ciudad al este de Fresno, en el Valle Central de California, tendía a pensar que los inmigrantes ilegales…

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            Iban
y venían de a miles, marchándose justo antes de las Navidades y volviendo para
la cosecha. Formaban parte natural del paisaje —y eran necesarios pues
realizaban las tareas duras y sucias que hicieran generaciones previas de
estadounidenses sin queja alguna, pero que mis amigos y yo considerábamos
indignas de nosotros. Mediante ese proceso, contribuían a que la indispensable
industria agrícola del estado se mantuviera solvente. Según el Departamento de
Alimentos y Agricultura de California, la industria agrícola trae más de 36.000
millones de dólares anuales y genera otros 100.000 millones de dólares en
actividades relacionadas. Los conocedores de la industria reconocen que la
vasta mayoría de trabajadores agrícolas es indocumentada.

            Pero
últimamente, los inmigrantes ilegales en el Valle Central ya no son invisibles.
De hecho, son lo que podría calificarse como hiper-visibles. Parecen estar en
todas partes.

            Hasta
se puede encontrar alguno dirigiendo el gobierno estudiantil de la Universidad
del Estado de California en Fresno (California State University, Fresno).

            El
presidente del cuerpo estudiantil, Pedro Ramírez, es un inmigrante ilegal,
traído de México por sus padres cuando tenía 3 años. Como muchos otros en su
situación, Ramírez recuerda haber vivido en otro lugar que no sea Estados
Unidos y siempre ha considerado que este país es su hogar. Ramírez ha expresado
en entrevistas mediáticas que siempre supuso que era ciudadano estadounidense
hasta que en su último año de la secundaria, sus padres le informaron lo
contrario.

            No
es necesario ser ciudadano estadounidense para asistir a la universidad, aunque
muchos estudiantes universitarios indocumentados encuentran, tarde o temprano,
que la falta de un número del Seguro Social es un impedimento para recibir
asistencia económica.

            La
Ley DREAM (siglas que en inglés significan "sueño") podría eliminar algunos de
estos obstáculos, si el Congreso la aprobara. La ley federal propuesta
permitiría a los alumnos que están en el país ilegalmente ganarse una categoría
legal si asisten a la universidad dos años o si se integran a las fuerzas
armadas. Relegada durante varios años, la ley está ahora en la vía rápida para
votación —quizás para fin de mes o principios del próximo.

            Independientemente
de lo que suceda en el Congreso, es aún cierto que en Fresno State, no es
necesario ser ciudadano estadounidense para ser candidato a un cargo del
gobierno estudiantil.

            Y
aún así, a pesar de lo que muchos estadounidenses piensan, ser inmigrante
ilegal no es una fiesta. Ramírez, cuya concentración de estudios es en Ciencias
Políticas, podría siempre ser deportado si cayera en manos de oficiales de
seguridad. Por lo tanto, en los últimos cuatro años, ha estado guardando su
secreto, permitiendo que sólo unos pocos funcionarios universitarios lo sepan.
Ahora su cobertura ha sido destapada en forma desagradable: un soplo anónimo al
periódico universitario.

            Por
lo tanto la pregunta es: ¿Qué debe sucederle a Ramírez? En la universidad, hay
algunos —como Cole Rojewski, director de los College Republicans y, además, la
persona derrocada por Ramírez al convertirse en presidente del cuerpo
estudiantil— que piensan que o bien debería renunciar o ser expulsado de su
cargo. Rojewski expresó a una estación de televisión local que Ramírez había
"engañado a los estudiantes".

            Ramírez
dice que no renunciará. Y cuenta con otro presidente como poderoso aliado, el
presidente de la Universidad, John Welty, quien insiste en que Ramírez presentó
los papeles adecuados para ingresar en la universidad y que el joven comunicó
su categoría migratoria  a él y a
miembros del profesorado.

            En
un sentido amplio, Ramírez está en el país ilegalmente, por lo que puede ser
deportado. La ley no hace excepciones para estudiantes universitarios
presidentes del cuerpo estudiantil, y no debería hacerlas. Si la Ley DREAM
fuera aprobada, un estudiante como Ramírez sería candidato ideal para una
ciudadanía final. Mientras tanto, Ramírez es candidato para ser deportado.

            Lo
que más me molesta en esta historia es la mezquindad. Pedro Ramírez podría conservar
aún su secreto de no haber sido por el soplo anónimo al periódico
universitario. Fue un acto de maldad. También es decepcionante que, una vez
revelado el secreto, gran parte de la presión para expulsar a Ramírez de su
puesto venga de alguien que no pudo derrotarlo en los comicios.

            La
culpa es de mi educación. Cuando uno se cría donde se cultivan las frutas más
dulces de la nación, aprende que no hay nada peor que un resentido
amargado. 

(c) 2010, The Washington Post Writers Group

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