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Cómo perder al elector Latino de Filadelfia en seis pasos sencillos

A (mostly) tongue-in-cheek guide for the aspiring political candidate

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Una guía jocosa (en su mayor parte) para el aspirante a candidato político

1) Hablarle a una parte de la comunidad Latina pensando que se le habla a toda la comunidad.

Sí, cerca del 64 por ciento de los Latinos con derecho a votar en Pensilvania son puertorriqueños, pero el 9 por ciento son mexicanos y otro 7 por ciento son dominicanos (según un estudio del Pew Research Center de octubre de 2014).

Los números del área metropolitana de Filadelfia/Camden llegan al tope con 242,000 puertorriqueños, 69,000 mexicanos y 32,000 dominicanos.

¿Mofongo? ¿Menudo? ¿Mangú? Si no puede encontrar cuál alimento tradicional corresponde a su país de origen, seguramente no ha pasado suficiente tiempo con los Latinos como para ganar su voto.

 

2) Creer que porque hablamos con acento, pensamos con acento también.

Bueno, tomamos esta línea de la película de Alfono Arau de 1995, titulada “A Walk in the Clouds”, pero aún es válida. Demasiadas personas asumen que el acento español indica una capacidad y comprensión reducida, cuando lo que significa, sencillamente, es que hablamos (por lo menos) dos idiomas, uno con mayor fluidez que el otro.

Y sí, aunque algunos de nosotros necesitamos que los candidatos para cargos públicos presten atención a ofrecer acceso de idiomas que facilitarán el compromiso cívico para aquellas personas cuyo dominio del inglés es limitado (Gracias, María Quiñones-Sánches y Wilson Goode Jr. por su reciente resolución) otros no lo necesitamos.

Lo que exigen los acentos, por supuesto, que es usted escuche, realmente nos escuche, para entender. ¿Pero eso es lo que de todas formas debería estar haciendo, verdad?

 

3) Asumir que somos indocumentados.

Los puertorriqueños somos ciudadanos de nacimiento y también existen ciudadanos mexicanos, dominicanos y otros Latinos tanto naturalizados como nativos, en la ciudad—aunque uno quizá pensaría que no es así dada la forma en que nos hablan. Y en cuanto a eso...

Si uno le menciona la palabra “Latino” a un candidato de Filadelfia, lo primero (a veces lo único) que sale de su boca es “inmigración”. Es cierto, la reforma a la inmigración es un tema importante, pero no es el único tema que preocupa a los Latinos. 

¿Ha hablado con nosotros sobre el empleo, sobre la educación bilingüe y preescolar, sobre préstamos estudiantiles, la conservación de los monumentos históricos o la vigilancia de nuestras comunidades? ¿No? Pues entonces realmente no ha hablado con nosotros, ¿no es así?

 

4) Asumir que somos recién llegados.

Los suramericanos se codearon con George Washington y Ben Franklin. Un cubano publicó el primer periódico en idioma español, El Habanero, desde Filadelfia en 1824. Los cubanos y puertorriqueños trabajaron en las fábricas de puros en Southwark y North Philadelphia en la década de los 1870. Para la década de los 1920, los trabajadores latinos (en su mayoría de las industrias de los puros y las prendas de vestir) habían desarrollado desde Spring Garden hasta Girard Avenue.

Muchas familias puertorriqueñas han estado en Filadelfia desde finales de la década de los 1940 y principios de los 1950, cuando la operación Manos a la obra (Operation Bootstrap) trajo a trabajadores agrícolas al continente estadounidense y, específicamente al vecindario de Northern Liberties de Filadelfia. Muchos mexicanos y centroamericanos han estado aquí, en el sur de Filadelfia y en otros vecindarios desde la década de los 1980.

No nos traten como si fuéramos transeúntes.

No nos traten como si nuestras necesidades son nuevas, y nuestras aportaciones incipientes.

De hecho, una de las maneras de tocar nuestros corazones es asegurarse que los sitios que tienen significado histórico para nosotros –como la Capilla de la Milagrosa, en la calle Spring Garden – no se pierdan a causa de los planes de desarrollo municipal, o ante el desinterés, por su parte, del patrimonio cultural de nuestra comunidad –nuestra ciudad.

 

5) Borrarnos. Tratarnos con condescendencia. Decirnos que no merecemos más y mejor representación. 

Somos más de 200,000 en la ciudad –13 por ciento de la población total—pero sólo uno de nosotros en el Consejo municipal y sólo dos de nosotros en la legislatura estatal. Es no es ni representativo ni suficiente, a pesar del análisis, al contrario, del 18 de febrero de 2014 realizado por el presidente del “Democratic City Committee”, Bob Brady (a través del Philadelphia Inquirer): el “se buró de la noción de que los Hispanos no tenían actualmente suficiente representación—‘¿Cómo están insuficientemente representados? Angel Cruz es Hispano, y la hija de Ralph Acosta es Hispana.’”

¿Dos o tres para 200,000? Oiga jefe, la matemática allí es poco democrática. 

 

6) Subestímenos

Desde que empezó la temporada policía, hemos visto análisis realizados por quienes nos miran desde afuera de la comunidad Latina que dicen que no votaremos. Que aquellos de nosotros que somos candidatos no tenemos oportunidad de ir en contra del status quo, y que aquellos de nosotros que somos votantes estamos demasiado dormidos y que no se nos puede despertar para que nos importe.

Es un error aceptar estos estereotipos. Si observa a los encuestados latinos en el artículo “Estimados candidatos a alcalde, tenemos preguntas” de esta semana, todos ellos –los nacidos en el fin del milenio, los nacidos en las décadas de los 60 y 70, y los nacidos después de la explosión demográfica – plantean preguntas buenas, reflexivas y consideradas a las que esperan obtener una respuesta. Como hemos dicho muchas veces desde que lo acuñamos como lema, nuestra comunidad está, y merece estar, informada y comprometida. Y sin remordimientos sobre nuestro lugar en el pasado, presente y futuro de esta ciudad a la que llamamos nuestro hogar.