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Teresa de Hostos y el legado de su abuelo

Teresa de Hostos y el legado de su abuelo

La nieta del filósofo e independentista puertorriqueño, Eugenio de Hostos, vino a brindar una píldora para la memoria a propósito del Grito de Lares y Parada…

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Desde hace una semana Estados Unidos se encuentra de fiesta con motivo de las celebraciones por el Mes de la Herencia Hispana a lo largo y ancho del territorio nacional. 

En el marco de esas celebraciones, la comunidad boricua conmemora este viernes el Grito de Lares y su Parada Puertorriqueña el domingo 25 de septiembre.

Para ello, además del tradicional desfile por la avenida Benjamin Franklin, los organizadores de la celebración del Grito de Lares invitaron a una de las voces críticas más importantes de Puerto Rico, para matizar el ambiente fiestero y que despuees de este mes de orgullo latino no solo quede una larga resaca.

Es por eso que desde el jueves 22 de septiembre, parte de la memoria histórica de Puerto Rico transita por las calles de Filadelfia. No se trata de los miles de los boricuas de primera, segunda, tercera y hasta cuarta generación que viven en la ciudad desde los años cincuenta; ni de los preparativos para el desfile de la Parada Puertorriqueña. 

Se trata, sí, de Teresa de Hostos Olivar, una mujer que a sus 54 años mantiene encendida la pasión revolucionaria de la independencia, la misma que incendió los campos de Puerto Rico por allá a finales del siglo XIX, cuando hombres como Ramón Emeterio Betances, Segundo Ruiz Belvis, Lola Rodríguez de Tió, y su abuelo Eugenio María de Hostos y Bonilla, se levantaron -con el apoyo de Estados Unidos- contra el régimen colonialista de la Corona Española.

De aquellos tiempos efervescentes es poco lo que queda. Hoy, de Hostos está en Filadelfia para reflexionar sobre el Grito de Lares, su abuelo y los presos políticos de Puerto Rico. Este viernes 23, a las 7 de la noche, estará en la iglesia Cristo y San Ambrosio. También estará el domingo al lado de varios líderes de la comunidad y el gobernador de Pensilvania, Tom Corbett en la Parada Puertorriqueña.

 Aunque está convencida de que en la actualidad "el Grito de Lares no le importa a todos los puertorriqueños", no viene con intenciones de aguarle la fiesta a quienes aprovechan el Mes de la Herencia Hispana solo para embriagarse con un mezcla de alcohol y orgullo patrio desconectado de la realidad que se vive en la isla.

Por el contrario, su invitación es la de repensar una cultura hispana -en este caso puertorriqueña- en códigos políticos. Un ejercicio necesario si se tiente en cuenta que hoy son más los puertorriqueños que viven en Estados Unidos (4 millones) que los que siguen en Puerto Rico (3,6 millones).

Además, porque pese a los tres intentos en el pasado de reformar la situación política del "Estado Libre Asociado" (1967, 1993 y 1998), la isla sigue atorada  en una especie de limbo jurídico que no la saca de su indefinición como Estado independiente o número 51 de la Unión Americana.

Teresa no deja de cuestionarse por el trasfondo político y social de las fiestas y su relación con la independencia de Puerto Rico. Para ella, la situación de la isla no cambiará si aquí se siguen celebrando fechas que carecen de significado práctico en el devenir de su pueblo. Más si se parte del profundo impacto que un siglo de "coloniaje" ha causado al interior de la sociedad boricua.

Le preocupa la fragmentación que más de cien años de colonialismo ha dejado en su sociedad. Afirma que hoy "no existe un verdadero vínculo entre la comunidad de aquí y la que vive en la isla. No hay un lazo suficientemente fuerte" que indique un cambio de rumbo.

"Siempre pienso en cuántos puertorriqueños que viven aquí estarían dispuestos a regresar a Puerto Rico si la isla llegare a ser independiente. Lo digo porque yo también soy producto de esa escuela que dice que Puerto Rico es un país pequeño que no podría vivir independientemente de Estados Unidos".

Y es que, según de Hostos, estas celebraciones patrias no se pueden quedar solo en festejos. Dice que no hay identidad sin memoria; una memoria que permita la configuración de una identidad boricua integral.

"La comunidad tiene que idenficarse con la de la isla en términos sólidos, no solo en términos del fiesteo, de conmemoraciones. Los lazos requieren otro tipo de solidez", manifiesta Teresa mientras se pregunta por la razón de ser de las estas fiestas.

Se refiere concretamente a que mientras se siga profundizando esa fragmentación social de la que habla, Puerto Rico seguirá sin el poder que necesita para labrarse su propio destino. Admite que la tarea es difícil, que los niveles de pobreza y corrupción son altos y que la independencia por sí sola no soluciona nada. "Pero -enfatiza-  no por dificil se tiene que ver como imposible".

Sobre el significado que pueda tener el Grito de Lares, Teresa dice "con toda tranquilidad, que no es una fecha de importancia para todos los puertorriquenos. porque si para todos fuera importante creo que la situación de Puerto Rico sería otra".

Respecto a eso, recuerda una frase de Betances: "si Puerto Rico no es capaz de levantarse a raíz de la invación en 1898, no para recibir a EE.UU. sino para exigirle que nos diera la independencia, estaría condenado a ser una colonia por el resto de su vida".

 

La herencia del abuelo

Teresa de Hostos es una mujer que lleva en la sangre el ADN de la rebeldía. Como buena puertorriqueña, se siente orgullosa del folclor de su pueblo y la huella cultural que éste ha dejado en el mundo entero, pero en sus venas también corre la insatisfacción de vivir en un país que no es autónomo. 

Su personalidad es fuerte, no vacila para decir lo que piensa, pero lo hace siempre de manera humilde y respetuosa. Aclara que no quiere polemizar, su trabajo es recordar en tiempos en los que la memoria es corta.

Recuerda, por ejemplo, que todo empezó en casa, cuando de boca de su padre conoció a Eugenio, su abuelo. Escuchaba las historias, las anécdotas más íntimas que ninguna persona pueda conocer sobre el "Caballero de las Américas". Afirma que no sería hoy la misma si en su casa no le hubieran hablado de la historia de su tierra.

"Eso influye muchísimo así uno no quisiera. En mi caso, despertaba una curiosidad muy grande. Yo conozco la figura paterna de mi abuelo. Mi papá nos hablaba de la angustia en que se hallaba Hostos por la situación de su patria. Eso, cuando era pequeña, me hizo imaginármelo como un hombre triste y atribulado por lo que sucedía en ".

Tal vez por eso es que Teresa va hablando del legado de su abuelo adonde quiera que va, porque entiende que en la palabra el pasado revive y reconfigura identidades nacionales. Probablemente después de su partida, sus coterráneos seguirán celebrando la nacionalidad boricua pese a que en los papeles, Puerto Rico no es ni país, ni estado, ni colonia.

 

Entre Hostos y los presos políticos

Este fin de semana, durante la conmemoracion del Grito de Lares, Teresa de Hostos demostró que pese a que han pasado más de 100 años, hay una relación profunda entre aquellos que pelearon en 1897 por la independencia de la colonia contra la Corona Española y quienes hoy permanecen tras las rejas desheredados de motivos para celebrar su hispanidad en suelo estadounidense.

De manera específica se refirió a la situación de Óscar López Rivera, acusado de sedición por el gobierno de Estados Unidos y condenado en 1981 a 70 años de prisión por la justicia estadounidense. Hecho que a los ojos de Hostos es una patente del discurso contradictorio de Estados Unidos que, mientras apoya derrocamientos de dictaduras en el Medio Oriente, aquí condena a quienes han luchado por la independencia de la isla.

"A pesar de que el caso de López Rivera ha tenido bastante exposicion, la memoria de los pueblos desgraciadamente es muy corta. Estados Unidos obtuvo su independencia por las armas y condena a quienes buscan hacer lo mismo en la isla".