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Foto: Michelle Severino/Al DÍA News
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The Rooms Project: Un proyecto personal se convierte en algo más

Tras haber superado su propia adicción, Jillian Bauer desarrolló un proyecto que comenzó como una serie de fotografía. Este evolucionó en un vehículo para que…

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Es un martes húmedo por la mañana en el condado de Bucks, Pensilvania. En el vecindario circundante, cuyo escenario es una calle sin salida, el único sonido que se escucha es una fuente de agua situada al otro lado de la calle.

Con una mochila colgada sobre su hombro y  una silla plegable en su mano, Jillian “Jill” Buaer, creadora de The Rooms Project, sube por las escaleras de “Independence Lodge Sober Living”, una casa de rehabilitación.

The Rooms Project es una forma en la que Bauer le da “una voz a la recuperación” por medio de las historias de experiencia, fortaleza y esperanza que frecuentemente escucha en “los cuartos” de los grupos y sesiones de rehabilitación.

Luego de ver su pantalla de móvil para asegurarse que se encuentra en el lugar y a la hora correcta, un hombre que parece estar a finales de sus 30 años, invita a Bauer a entrar.

Ella se sienta en la cocina, esperando a su entrevistado Bryan Kennedy, el propietario y fundador de “Independence Lodge Sober Living”.
Bauer inició “The Rooms Project” hace pocos años, en marzo de 2014, tras celebrar un año de sobriedad. Había luchado contra el consumo de drogas y alcohol desde sus primeros años de adolescencia hasta cumplir los 29.

“No recibí tratamiento, pero me detuve participando en un programa de 12 pasos porque alguien a quien conocía un poco en Facebook se expresaba muy abiertamente sobre encontrarse en recuperación”, dijo Bauer. “Así que cuando un día me sentí muy desesperada, después de mi último trago, me comuniqué con esa persona y pregunté que tenía que hacer para buscar ayuda”.

Ese fue el momento inicial en que la idea de The Rooms Project empezó a formarse. Durante su primer año de rehabilitación Bauer estuvo muy involucrada en el programa de los 12 pasos, un conjunto de principios orientadores, creado originalmente por Alcohólicos Anónimos (AA) para la recuperación de la adicción y otros problemas de conducta. Bauer continúa siendo parte de este programa hasta ahora.

Fue en esas sesiones en las que las personas adictas, ya sea al alcohol o a las drogas, compartían sus historias personales sobre su experiencia, cómo fue y qué se sentía al estar en recuperación.

“Pensaba que era un formato de narrativa fascinante, es decir, obviamente funciona desde 1935 cuando se fundó AA y por eso me atrajo mucho la forma de narrar y escuchar las historias”, dijo Bauer. “Así que subí una publicación a Facebook y pregunté si alguno estaría dispuesto a ser fotografiado, pues al principio se iba a tratar de un proyecto fotográfico. Cuando llegué a mi primera sesión de fotos con una mujer, me contó la historia de su vida y era realmente conmovedora. Yo pensaba ‘Dios mío, doy clases de periodismo y ni siquiera estoy grabando esto ahora”.

Bauer se volvió a reunir con la mujer más tarde y grabó su historia. Al poco tiempo empezó a grabar las historias de otros y así ha continuado.
El proyecto sin duda ha evolucionado en el último par de años, dijo Bauer, aunque la razón por la que empezó el proyecto sigue siendo la misma.
“La forma en que los medios representan la adicción tiene un enorme impacto en la percepción de la adicción en el público, y en este punto pienso que he logrado que la misión más importante es enfocarse en narrar historias sobre soluciones, en vez de enfocarnos en las historias sobre la adicción activa”.
 

Una vez adicto

Bauer admitió que ella llevaba una doble vida cuando fue adicta al alcohol. Ahora ha estado sobria durante tres años, pero confiensa que cuando bebía alcohol aún así le iba bien en su carrera universitaria, y podía incluso trabajar en varios empleos.

Administraba una compañía de fotografía mientras aun era una estudiante universitaria. Tras su graduación, comenzó a impartir clases en Temple University como auxiliar y generalmente usaba sus ocupaciones para convencerse a sí misma de que no era una alcohólica.

“Durante la mayor parte de mis años universitarios tuve muchas dificultades con el uso de drogas y alcohol”, dijo Bauer. “Luego me gradué y se convirtió en algo de fin de semana y hacia el final se hizo cada vez más largo y mis fines de semana eran como de jueves a sábado y luego jueves a domingo, y luego empezó a extenderse más a lo largo de la semana”.

Las amistades se evaporaban, mientras que las relaciones amorosas no duraban por mucho tiempo, y las reuniones familiares usualmente estaban llenas de drama. Todo como resultado del consumo de alcohol y eventual consumo de drogas.
 

 

“Estoy segura que de alguna forma afectó a mi trabajo, pero pude pasarlo así por un rato”, dijo. “Mi ansiedad estaba fuera de control, tengo tendencia a la ansiedad y empecé a beber como una solución para esta. Pero no funcionaba por que la bebida me producía mucha más ansiedad”.

Bauer contó que se sentía ansiosa y depresiva en todo momento. Toda su vida giraba alrededor de la bebida. Al bar que iba a ir cualquier noche y qué iba a beber.

Después comenzó a buscar medicamentos que pudiera usar para remediar la ansiedad que sentía constantemente y pronto lo que tomaba se volvió una constante. Empezó a sentir como que tenía que tener algo en su cuerpo solo para poder funcionar.
“Hacia el final de mi vida como bebedora me encontraba sentada en la casa de mis padres, siempre iba allí para escapar de la bebida y de la ciudad” dijo Bauer. “Me escondía en el baño para recobrar la compostura. Y al esconderme en su baño empecé a hacer una lista de cosas que quería en mi vida, una lista no muy ambiciosa. Era literalmente cosas como quiero cortarme el pelo regularmente, quiero hacer mi cama todos los días. Las cosas más básicas que un ser humano hace naturalmente”. 

 

Renovado

Después de unos minutos, llegó Kennedy, disculpándose por llegar tarde. Tras una conversación breve y una vuelta rápida por la casa, Bauer conecta el micrófono y empieza a escuchar su historia con atención.

Kennedy se presenta como una persona que se encuentra en rehabilitación a largo plazo y promete que hará lo mejor que pueda para compartir su experiencia de “fuerza y esperanza”.

“Crecí en un pueblo llamado West Chester, en Pensilvania; tenía dos padres amorosos, una hermana amorosa” empezó a narrar Kennedy. “Crecí en una familia que tenía muchos invitados, cuando yo era más joven. Desde una edad muy joven observé a mi familia y vecinos tener muchos eventos sociales”, agregó

Al describir su casa como una igual a muchas, Kennedy agregó que parecía a muchas otras en esos tiempos. De afuera hacia  adentro, hasta en la dirección en el que estaba situado el cuarto de juegos de los niños.  

Solo que en la casa de Kennedy, había un bar.

“Desde muy joven vi a muchas personas divertirse, con sonrisas en sus rostros y reír a carcajadas”, dijo Kennedy. “Vi mucha diversión en cada una de esas personas con una copa en mano y sabía que cuando yo creciera quería tener una de esas copas en mi mano, y encontrar la felicidad que esas personas parecían haber encontrado”.

Bauer escuchó atentamente la historia de Kennedy, deteniéndolo solo unas pocas veces debido al ruido que el micrófono detectaba. La historia de Kennedy era conmovedora mientas él explicaba cómo había probado la cerveza por primera vez a los 10 años de edad cuando llenaba un jarra para su abuela, y cómo finalmente “pudo convivir” con su padre.

 

Una vez que Kennedy concluyó su historia Bauer detuvo la grabadora y continuó para tomarle un par de fotos. La silla que Bauer trajo con ella se utiliza en cada una de las sesiones de The Rooms Project. Kennedy se sienta en ella mientras Bauer le explica cómo posar. Al estilo de las reuniones de AA, cada persona cuenta su historia desde esa silla y tomar su foto después.

Luego de tomar la fotografía algunas personas firman la parte trasera de la silla.
“Ha sido interesante porque hice esa lista en el baño de mis padres. Adelantas tres años después y llevo un poco más de tres años en recuperación, en ese punto hay tanto que ha empezado a cambiar”, dijo Bauer.
Ella está actualmente viajando, algo que siempre quiso hacer, para poder entrevistar y conocer a personas como Kennedy. Hasta ahora ha conocido a más de 100 personas y continúa impartiendo clases en Temple University.
Este año Bauer también se casará.
Después de la rápida sesión de fotos, Kennedy toma un marcador permanente delgado y  firma su nombre en la parte de atrás de la silla, como tantos han hecho antes que él.
 “La recuperación es posible para cualquiera. He conocido a personas que sin duda ya estaban totalmente marcadas sin esperanza por muchas personas”, dijo Bauer. “Un par de tipos que conocí en Ryker’s Island, que eran personas sin hogar y ahora son miembros funcionales de la sociedad. Así que para cualquier persona, realmente, solo quiero que sepan que se pueden recuperar y que siempre hay esperanza. Pueden pedir ayuda porque existe ayuda”.