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Cuba ha decretado nueve días de Luto Nacional en honor a la muerte de Fidel Castro. EFE/Alejandro Ernesto
Cuba ha decretado nueve días de Luto Nacional en honor a la muerte de Fidel Castro. EFE/Alejandro Ernesto

Fidel Castro: reír o llorar?

 

AL DÍA selecciona algunas de las columnas de opinión publicadas por los medios internacionales tras la muerte del líder cubano. 

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AL DÍA selecciona algunas de las columnas de opinión publicadas por los medios internacionales tras la muerte del líder cubano. 

La muerte de Fidel Castro representa el fin de una época, especialmente para América. La Revolución Cubana de 1959 marcó la llegada de la Guerra Fría al continente americano y  una oleada de movimientos izquierdistas en Latinoamérica que querían hacer frente al capitalismo de Estados Unidos. Con Fidel Castro al frente, Cuba continuó siendo el bastión de la lucha anti-imperialista,  una isla caribeña convertida en el centro de la geopolítica mundial. 49 años al mando dictatorial que sirvieron para modernizar la isla y dotarla de unos niveles de educación y sanidad superiores a los de cualquier país en vías en desarrollo, pero también para fomentar el exilio forzoso de miles de cubanos a Estados Unidos. La mayoría de ellos se alegran hoy de su muerte, a pesar de los mensajes de condolencia de los políticos internacionales. Nadie sabe qué va a cambiar exactamente tras su muerte. Algunos creen que todo continuará igual, otros creen que la relación con Estados Unidos con Donald Trump al frente empeorará. AL DIA ha recogido las editoriales y artículos de opinión publicados en distintos periódicos del mundo sobre la muerte del líder cubano. 

 “No es elegante criticar a alguien que acaba de morir, pero viendo los mensajes de jefes de Estado de todo el mundo exaltando la supuesta valentía del recién fallecido gobernante cubano Fidel Castro, hay que decir la verdad: Castro fue todo menos un valiente. Por el contrario, fue un cobarde”, escribe Andrés Oppenheimer en 14ymedio, influyente medio cubano. “En primer lugar, fue un cobarde porque no permitió una elección libre en 57 años, desde que asumió el poder en 1959. Sólo alguien que tiene miedo de perder no se anima a medirse con otros en elecciones libres. En segundo lugar, Castro fue un cobarde porque nunca permitió un solo periódico independiente, o estación de radio o televisión no gubernamentales. Sus críticos ni siquiera tenían acceso a los canales oficiales. Era como si no existieran.

"Castro fue todo menos un valiente", escribe Andrés Oppenheimer.

“Fidel, el libertador romántico, hizo de su isla una prisión, llena de gente inerte atrapada en la pobreza engendrada por un sistema de pesadilla. Sus considerables logros en el terreno de la Educación, Asistencia médica y Bienestar básico no pudieron enmascarar este fracaso fundamental”, escribe el columnista Roger Cohen en The NYTimes.  Y continúa:

“Admiro la restauración por parte del presidente Obama de las relaciones diplomáticas con Cuba, una decisión que lo llevó a La Habana a principios de este año para reunirse con el hermano de Fidel, el presidente Raúl Castro, quien asumió el poder en 2006. Las relaciones congeladas entre los Estados Unidos y Cuba se han convertido en un anacronismo. Me parecen deplorables, sin embargo, las débiles declaraciones de Obama sobre la muerte de Fidel. No basta con que un presidente estadounidense diga: "La historia se acordará y juzgará el enorme impacto de esta singular figura". Desde 1959 la Cuba de Castro ha dado mucha historia, la mayor parte deplorable".

"La Cuba de Castro ha dado mucha historia desde 1959, en su mayor parte, deplorable", escribe Roger Cohen en The NYTimes.

La escritora mexicana Valeria Luiselli también reflexiona sobre la muerte de Fidel Castro en una carta editorial publicada el lunes en el diario El País en la que narra su regreso a Nueva York, donde reside, después de unas breves vacaciones en México:

“Ya en tierra, enfilamos con almas pesadas y pies hinchados hacia la puerta del avión. Estampada en todas las primeras planas de los distintos periódicos que los pasajeros habían abandonado, mitad deshojados, sobre los asientos, estaba la cara de Fidel Castro. La imagen de ese avión vacío que dejábamos atrás, salpicado de rostros del recién muerto Fidel, me pareció una metáfora demasiado fácil del paso despiadado del tiempo: la flecha de la historia siempre apuntando hacia un mundo peor que el actual.

El País publicó también este fin de semana una columna de la conocida periodista y bloguera cubana Yoani Sánchez, conocida por haber criticado abiertamente al régimen cubano en sus posts. Sin una sola señal de desolación o tristeza, Sánchez escribe: “En Miami, el exilio que tanto vilipendió en sus arengas celebra que el dictador haya emprendido su último viaje. En la Isla, dentro de la privacidad de muchas casas, algunos descorchan una botella de ron. “La tengo guardada hace tanto tiempo que pensé que nunca iba a poder tomármela”, me dijo un vecino madrugador. Son aquellos que han amanecido este sábado con un peso de menos sobre los hombros, una sensación de ligereza a la que todavía no se acostumbran”. 

"En la Isla, dentro de la privacidad de muchas casas, algunos descorchan una botella de ron", escribe Yoani Sánchez

 “El fallecimiento de Castro representa la desaparición de uno de los grandes de la Guerra Fría y uno de los líderes revolucionarios de la guerrilla. Debe ser juzgado por las condiciones que hicieron esto posible, pero recibir indulgencia por ellas”,  puede leerse en la editorial publicada por el diario británico The Guardian este fin de semana. La editorial de The Guardian recuerda que  a pesar de haber traído a Cuba niveles de educación y sanidad superiores a los de muchos países en vías de desarrollo, Castro “también es el origen de una serie de abusos de derechos humanos y políticas restrictivas que nunca podrán ser perdonadas o justificadas como “un producto de su tiempo” o “una necesidad estratégica”.

El Financial Times publica  una columna de opinión de Paul Hare, ex embajador de Reino Unido en Cuba y hoy profesor de Boston University, en que se muestra crítico con la situación en que Fidel ha dejado la isla:  "Cuba en 2016 ofrece poco de la frescura y la ambición que reinaban en el ambiente en 1959. Aunque la Educación y la Salud logradas en Cuba todavía despiertan admiración en los países en vías en desarrollo, Fidel ha legado un país sin un proyecto ni visión clara. Sus principales ingresos de moneda extranjera son el turismo, los servicios médicos y las remesas de familias, principalmente desde Estados Unidos. Esto no es suficiente para financiar la generosidad socialista. Y la única alternativa parece ser el desmantelamiento de algunos controles revolucionarios, promoviendo la inversión extranjera y el sector privado para permitir que la gente corriente se enriquezca y construya sus vidas. Fidel siempre supo que esto reduciría su dependencia del gobierno", escribe Hare en el FTimes.

“El legado de Fidel será divisivo durante mucho tiempo”, escribe John Lee Anderson en The New Yorker. "Hoy Cuba es un país en ruinas, pero sus indicadores sociales y económicos son la envidia de muchos de sus vecinos. El régimen marxista altamente restrictivo que Fidel puso en práctica hace tantos años se ha aflojado de alguna manera: hoy en día hay mucha libertad religiosa en Cuba y los cubanos, incluidos los disidentes políticos, van y vienen libremente de la isla. Pero el ppaís sigue siendo un estado de partido único. La policía recurre a la mano dura sobre los que buscan organizar protestas públicas. La prensa, si existe algo como tal, también  permanece en gran parte en manos de los comisarios del partido, impartiendo tratados ideológicos, en vez de noticias reales ", opina el conocido reportero de The New Yorker.

"El legado de Fidel será divisivo durante mucho tiempo”, John Lee Anderson, The New Yorker

Por último, la revista Mexicana Milenio publica diversas piezas de opinión, entre ellas una columna de Diego Fernández de Cevallos, abogado y político mexicano, miembro del Partido Acción Nacional (PAN), que se ha desempeñado como diputado federal, senador de la República y candidato a la Presidencia de México en 1994. “La revolución castrista “emancipó” a los cubanos de su tirano y del imperio que los ultrajaba, pero no los “emancipó” de la propia revolución. El nuevo régimen aplastó toda disidencia. Los encarcelamientos, las torturas y los asesinatos —con juicios sumarios simulados— han asegurado su permanencia”, escribe el político mexicano, que fue secuestrado en 2010.  “El éxodo de cientos de miles de cubanos ha sido furtivo y desesperado. La pobreza que avergüenza a Cuba (como la de México a nosotros) demuestra palmariamente que los calificativos de “izquierdas”, “derechas” o “centros” terminan por decir poco; y que más vale luchar por el cumplimiento de los deberes ciudadanos, el ejercicio responsable de las libertades individuales y el fortalecimiento ético y democrático de las instituciones.

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