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 Mo Gawdat, ex directivo de Google [X], no entendía porque no era feliz, así que se propuso analizar la felicidad desde el punto de vista de un ingeniero. Foto tomada durante una conferencia en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, CCCB. © CCCB, Miquel Taverna, 2018
 Mo Gawdat, ex directivo de Google [X], no entendía porque no era feliz, así que se propuso analizar la felicidad desde el punto de vista de un ingeniero. Foto tomada durante una conferencia en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, CCCB. ©…

Un algoritmo para medir la felicidad

Mo Gawdat fue durante muchos años un alto directivo y programador de Google X. Ahora, el autor Solve for Happy se dedica a demostrar que la felicidad es…

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Hasta hace unos meses, Mo Gawdat formaba parte de un elitista grupo de ingenieros que diseñaban el futuro de Google X. Sin embargo, este reputado directivo y programador egipcio decidió abandonar su prometedora carrera en la multinacional para dedicarse de pleno a difundir por el mundo su descubrimiento: que la felicidad es predictible y alcanzable para todos si aplicamos los métodos de la ingeniería.

“Si ustedes son ya felices, váyanse y no lo estropeen; pero si no lo son, les prometo que van a salir de aquí sabiendo el secreto de conseguir la felicidad”, bromeó Mo Gawdat  ante el público que acudió a escucharle en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) hace dos semanas.  

Puede sonar a “gurú” o a predicador religioso, pero Gawdat no tiene nada de espiritual. Y cuando dice que su libro, Solve for Happy (Simon and Schuster, 2018) es el resultado de analizar la felicidad desde el punto de vista de ingeniería, en base a datos y hechos empíricos, no miente.

“A los 28 años pensaba que era una de esas personas bendecidas por la suerte. Tenía un buen empleo, coche de empresa, una esposa increíble, dos hijos sanos y listos… Sin embargo, no era feliz. ¿Por qué no era feliz si la vida me había dado tanto? Soy un ingeniero egipcio, de Oriente Medio, se supone que soy un terrorista, no un directivo de éxito, no me correspondía tener tanto”, comentó entre risas Gawdat al recordar cómo se sentía en 2001, cuando empezó su obsesión por entender por qué no lograba ser feliz.

“Fue cuando empecé a investigar el tópico de la felicidad desde el punto de vista de un ingeniero. Es decir, basarme en la idea de que el cuerpo humano es algo físico que puede arreglarse”, explicó.

Gawdat empezó a recopilar todos los datos comprobables posibles - factores de felicidad, respuestas que le daba la gente - y dedicó horas a desarrollar ecuaciones y gráficos para dar con la solución a la felicidad. Y entonces, trece años después, ocurrió algo que supuso el test final para su investigación: su hijo mayor, Ali, “mi hijo, mi entrenador, mi mejor amigo”, murió en el quirófano a causa de un error humano en una simple intervención. Tenía solo 21 años.

De pronto, Gawdat no tuvo más remedio que acudir a su método científico para salvarse de la desesperación. Y decidió que, si a él le había servido para superar una tragedia tan grande, también podía servirle al resto de la humanidad.

 “La felicidad siempre ha estado dentro de uno mismo. Nacemos felices. Es nuestro estado por defecto (default status)”, dijo Gawdat. Así que, “igual que cuando un ingeniero tiene que arreglar una máquina rota, lo primero que uno debe preguntarse uno cuando se siente infeliz es: ¿cuándo se estropeó? Y luego: ¿Cuán bien funcionaba cuando se estropeó, cuál era su estado por defecto?”.

Gawdat comparó el cerebro humano a un teléfono celular. “Empiezas a almacenar apps  y cada vez va más lento”, comentó. Las “apps” que acumula nuestro cerebro no son más que las expectativas que nos va creando la sociedad en la que crecemos: sobre nuestro cuerpo, el éxito profesional, el matrimonio, la familia… “Es un set de ilusiones y expectativas que si no logramos nos hace infelices”, dijo. Por lo tanto, a veces es necesario eliminar estas cosas que nos hacen infelices.

“La única cosa que puedes hacer de verdad para ser feliz es dejar de ser infeliz”, dijo. Cuando se trata del celular es fácil: clicar el botón “reset” y listo. Con nuestro cerebro, es más complicado. Según Gawdat, todos tenemos esa voz interior – que no es más que el cúmulo de nuestras expectativas – que nos alerta de sentimientos de ansiedad, nervios, frustración… “Su cerebro quiere algo que se ha ido”, explicó Gawdat, señalando en un gráfico los factores de infelicidad más comunes: edad, salario, salud…

“El cerebro nos hace pensar en algo triste y nos ponemos tristes. Pero en el plano real no ha ocurrido nada”, dijo. La conclusión, pues, es que no son hechos reales lo que disparan nuestra infelicidad, sino nuestros pensamientos. Por eso podemos pasar de ser felices a infelices en cuestión de segundos. “En ingeniería lo llamaríamos el ciclo completo más estúpido del mundo”, dijo.

La solución, pues, es aprender a usar nuestro cerebro, que Gawdat llama “la máquina de sufrimiento”, mediante el método que expone en su libro. El mejor ejemplo es él mismo: tras la muerte de Ali, Gawdat dedicaba cinco minutos cada mañana a pensar “Ali  ha muerto” y se ponía triste.  

“Una formar de detener este pensamiento “incesante e inútil” (Ali no volverá) podría haber sido “meditar”, frenar el cerebro. Yo intenté hacer lo contrario”, dijo. “Decidí que prohibiría a mi cerebro algunos pensamientos. En lugar de decirme “Ali ha muerto”, diría “Alí vivió”. Ambos son verdades. Una es útil, la otra no. Fue mi elección”.

La clave, según Gawdat, es hacerte responsable de tu propia felicidad. “La idea de que somos máquinas altamente predictivas no gusta a todo el mundo, pero yo lo veo así.”, dijo. “La felicidad es como estar en forma, es algo predictible.  Si quieres estar en forma, debes priorizar ir al gimnasio o hacer deporte, si quieres ser feliz, has de invertir en ser feliz”, dijo. “Además, la gente feliz es más productiva, porque simplemente no pierde el tiempo llorando”.

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