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Retirada de la estatua de Jay Banks en el Love Field Airport de Dallas, el pasado jueves 4 de junio. Foto: NBC News.
Retirada de la estatua de Jay Banks en el Love Field Airport de Dallas, el pasado jueves 4 de junio. Foto: NBC News.

¡Que caigan las estatuas! El pasado racista de los Rangers de Texas

El Capitán de los Rangers Jay Banks saludaba hasta el pasado 4 de junio a los turistas que llegaban a Dallas con el habitual lema: “Un motín, un ranger”. Ahora…

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No hay forma de sepultar el pasado, ni siquiera bajo una estatua. Más tarde o más temprano, la verdad, sobre todo si es terrible, sale a la luz. 

El 4 de junio el día era claro en Dallas, Texas, un día para derrocar viejos héroes que no lo fueron tanto. La estatua de 12 pies del histórico Capitán de los Rangers de Texas, Jay Banks, ubicada en el aeropuerto de Dallas, empezó a latir; bajo ella se encontraban secretos grandes como mojones sobre Banks y sobre los Rangers que el escritor Doug J. Swanson había descubierto cual zahorí que busca agua y encuentra fosas sépticas en su libro Cult of Glory: The Bold and Brutal History of the Texas Rangers. Secretos, hay que decirlo, que obligaron a los funcionarios locales a echarse las manos a la cabeza en un momento en que Estados Unidos vive su propia Arabian Spring. O African American Spring. O Latino Spring. O Native American Spring. Cualquier cosa que no sea rematadamente WASP, you know. 

“Hace mucho tiempo que era necesario”, dijo el presidente de la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos, Domingo García, cuando retiraron la estatua. García ya lo había intentado con todas sus fuerzas a principios de los años 90, cuando era miembro del Consejo de la Ciudad de Dallas; iban a colocar en su lugar la efigie del gran líder de los derechos civiles Adelfa Callejo, pero no hubo manera, así que la estatua de Callejo fue instalada en otro lugar mientras que la de Banks seguía en el mismo sitio, arrogante y pétrea, pero pocos sabían entonces que simbolizaba una vergüenza histórica: el brazo pétreo y destructivo de la ley que se cierne sobre las minorías racializadas. 

“Las estatuas de los Rangers de Texas se han utilizado como iconos, no sólo como monumento conmemorativo sino también para anular y desestabilizar los movimientos por los derechos civiles”, afirmó la historiadora Mónica Muñoz Martínez a NBC

Martínez había publicado hace un par de años un libro donde exploraba la violencia de los rangers contra los mexicoamericanos y defiende que efigies como la de Banks, que saludaba desde 1963 y hasta hace una semana a los turistas que llegaban a Dallas, se erigieron para intimidar a las minorías raciales.

No es la única. Están por Texas, incluyendo el monumento a los Rangers de Terry, un regimiento de la Confederación que desde 1907 se sitúa delante del Capitolio. 

“Banks es una figura inquietante para ser venerada”, añadió la historiadora en tanto la imagen del Capitán de los Rangers traga polvo en un almacén y fuentes de la alcaldía señalan que no sabían nada del “secuestro” de la estatua.

Pero, ¿por qué Jay Banks, un protector de la ley, un miembro honorable de la policía independiente de Texas, es tan "inquietante"? Según el libro de Swanson, de reciente publicación, la historia de los Rangers está sembrada de incidentes raciales y eso incluye el papel de Banks, que en lugar de facilitar que los estudiantes negros de Dallas pudiesen matricularse en una escuela secundaria y un colegio comunitario en el este de Texas, hizo todo lo contrario. Les barrió el paso. 

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