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Soledad "Chole" Alatorre. Foto: Selene Rivera / Hoy.
Soledad "Chole" Alatorre. Foto: Selene Rivera / Hoy.

Muere a los 94 años Soledad “Chole” Alatorre, la legendaria activista por los derechos chicanos

Chole defendió hasta su muerte, el pasado 25 de marzo, que la división era el peor enemigo de los más desfavorecidos. Nos deja una leyenda del movimiento…

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Quienes conocieron a Soledad “Chole” Alatorre (94) alaban su gran carisma y su enorme capacidad de oratoria. Una mujer enérgica, que sabía convencer con las palabras y con un extraordinario manejo de las situaciones difíciles, a las que tuvo que enfrentarse la mayor parte de su vida. Por ella misma y, sobre todo, por los demás. Personas migrantes como ella y trabajadoras en condiciones precarias, que se enfrentaban incluso a la marginación dentro de su propia comunidad. 

Valiente y generosa como pocos, esta mujer símbolo del movimiento chicano falleció el pasado 25 de marzo por “causas desconocidas” en su ciudad natal de San Luis Potosí (México). Su recuerdo, como el de la recientemente difunta Lorena Borjas, guía como un faro a los hispanos de Estados Unidos.

Unos inicios curiosos

Llegada a California desde San Luis Potosí, la primera y curiosa experiencia laboral de Soledad en el país marcó el principio de su lucha obrera: a los 20 años, empezó a trabajar como modelo de trajes de baño en Rose Marie Reid, donde tomó conciencia de las difíciles relaciones entre empleados y patronos y quiso ponerles remedio. 

La pose y la piscina le duraron poco, fue despedida cuando informó de sus derechos a sus compañeros de trabajo. Sin embargo, no sería recordada por su faceta de modelo, sino por la multitud de campañas que lideró como activistas. 

No sólo se dedicó a los derechos laborales chicanos, también enfrentó al KKK, presionó para que hubiera mayor presencia de latinos en los medios de comunicación y contra la esterilización de mujeres en Los Ángeles, entre otras empresas. 

Sus esfuerzos para conseguir un trato digno para los indocumentados la consagró como un mito del activismo migrante.

Contra la misoginia y la marginación

Chole acabó trabajando en diversos sindicatos, entre ellos el Teamsters y el United Auto Workers, donde conoció a Bert Corona, activista latino y quien dijo de ella que no había conocido una organizadora obrero igual. 

La mexicana tenía un talento especial para conmover con la palabra y conducir las protestas hacia la mejor solución. 

Alatorre y Corona hicieron tándem y se enfrentaron a muchos obstáculos: en primer lugar, la misoginia que Soledad encontraba entre sus propios compañeros de lucha; en segundo lugar, centraron parte de sus esfuerzos en los indocumentados, algo que era especialmente revolucionario en la época, puesto que eran un colectivo marginado incluso dentro de su propia minoría.

La división como enemigo

Para alcanzar sus objetivos de igualdad, Alatorre y Corona fundaron dos grupos de acción: el Centro de Acción Social Autónomo y la Hermandad Mexicana Nacional. En los años 60, en una sociedad tan racista, conseguir que los medios hablaran de “extranjero ilegal” y no de “indocumentado” fue todo un logro. En 1968, Soledad Alatorre acompañó a Robert Kennedy por el este de Los Ángeles durante la campaña presidencial.

 Con cuatro décadas de historia a sus espaldas, la Hermandad Mexicana Nacional continúa en funcionamiento. Dispone de una web y 18 oficinas repartidas por el condado de Los Angeles, Orange, Ventura, San Bernardino y San Diego. Su objetivo continúa siendo el apoyo al migrante recién llegado.

En ningún momento de su larga vida abandonó “Chole” la actividad política. En una de sus últimas entrevistas, hace tres años, declaró que la división era el peor enemigo de los más desfavorecidos. Con 90 años, aún daba clases de Ciudadanía en la Iglesia Católica María Inmaculada de Pacoima, ciudad en la que vivió medio siglo, antes de volver a San Luis Potosí.