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Retrato de Anna Sowa, hija de inmigrantes polacos, de 22 años, perteneciente a la serie “Children of Immigrants”, de la fotógrafa latino-estadounidense Quetzal Maucci.  © 2018 Quetzal Maucci. 

Quetzal Maucci: "Las fronteras son una construcción social"

La fotógrafa Quetzal Maucci nos habla de su infancia en San Francisco como hija de dos madres inmigrantes latinoamericanas y de su interés por documentar la…

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Los desafíos que sufren los inmigrantes que llegan a los Estados Unidos para empezar una nueva vida se han convertido en un asunto en boca de todos desde que el presidente Donald Trump asumió el poder de la Casa Blanca. Pero, ¿qué ocurre con los hijos de los inmigrantes? ¿Con qué obstáculos y dilemas de identidad se encuentran en su día a día? Este tema se ha convertido en una de las principales preocupaciones de la fotógrafa y documentalista latino-norteamericana Quetzal Maucci, autora de “Children of Immigrants”, una serie de retratos de jóvenes inmigrantes en los Estados Unidos, publicado por The New York Times en 2017.     

Maucci, que hoy vive en Londres y trabaja como fotógrafa y editora de la organización humanitaria Comic Relief, se reconoce a ella misma como hija de inmigrantes. Nacida y criada en San Francisco, Ca, Quetzal es hija de dos madres inmigrantes latinoamericanas - una de Perú, la otra de Argentina- que se separaron cuando era muy pequeña. “Las dos son mujeres muy fuertes, muy apasionadas”, explica. Ambas eran artistas - aunque trabajaron de lo que hiciese falta para ganar dinero -  y contagiaron a su hija el amor por el arte, la música y la fotografía, además de “enseñarme a cultivar la mente y a seguir mi corazón”, añade la fotógrafa latina.    

“Pasé toda mi infancia en la zona de San Francisco Bay, mudándonos de casa en casa, ya que siempre íbamos justas de dinero”, recuerda. En casa, sus madres le hablaban en español, un idioma que a ella se le fue quedando lejano a medida que se rodeaba de amigos angloparlantes en la escuela. “Mientras crecía, mi identidad estuvo muy marcada por ser hija de dos madres inmigrantes y gays”, explica Quetzal, añadiendio que sus madres solían llevarla con ellas a manifestaciones en defensa de los derechos de los inmigrantes, gays y otras sobre derechos humanos. Sin embargo, admite que aunque San Francisco está considerada una ciudad muy tolerante con los homosexuales, “en la década de los 90 todavía me sentía incómoda diciendo que tenía dos madres”.

Algo cambió al terminar la secundaria. “Decidí que si alguien tenía un problema por tener dos madres, intentaría discutirlo. Aunque también entendí que no tenía porqué ser amiga de gente con prejuicios”, dijo.

También la ayudó a madurar su decisión de mudarse a Nueva York para estudiar un B.F.A en Fotografía e Imagen en NYU, animada por un amigo. Entonces ya era una persona “un poco más adulta, más crecida y viajada”. Y empezó a darle vueltas a la idea de identidad, a preguntarse quién era: ¿americana?, ¿latina?, ¿hija de inmigrantes latinoamericanas?

En cuestión de etiquetas, todavía no lo tiene claro: “Las fronteras son una construcción social, la propiedad de la tierra es una ilusión y la idea de construir muros entre países es absurda y horrible en muchos niveles”, dice. “Lo único que sé de mí misma es que mis raíces están profundamente ligadas a muchas culturas y parajes: mis madres me enseñaron con orgullo sus culturas suramericanas a través de viajes, comidas y libros”, comenta. Gracias a ellas viajó a Uruguay, Argentina y los Andes, conoció otros paisajes y otras gentes. “Además, crecí comiendo platos sudamericanos:  seco, estofado, lomo saltado, caucau de pollo, milanesa, empanadas, dulce de leche y asados”, detalla.

Una cuestión de responsabilidad

Desafortunadamente, estamos en un momento desafortunado para la inmigración en Estados Unidos, opina Quetzal, que en su pasado ha visto a gente cercana ser deportada, “algo que separa y destruye a las familias”. Como hija de inmigrantes sudamericanas criada en los Estados Unidos, siente la responsabilidad de “luchar por ellos, por mi misma, por la inmigración, por las fronteras abiertas y contra las injusticias del sistema”.

En esta lucha, la fotografía se ha convertido en su mejor arma. Quetzal cuenta que su interés por la fotografía empezó de pequeña, cuando, con solo cuatro años, tomó una foto de su madre al atardecer, en un muelle de San Francisco. Antes de darle al click, su madre le dijo: “toma aire, no respires”. “Hoy todavía contengo la respiración antes de tomar una foto”, comenta la fotógrafa, cuya obra ha sido publicada en The New York Times, Comic Relief, ¡BBC y las revistas Mirror!  y Hello, entre otros.

Hasta ahora, su proyecto más conocido es “Children of Immigrants”, una serie de retratos de jóvenes americanos cuya vida está marcada por la dualidad cultural, la de sus padres y la del país donde nacieron, Estados Unidos. La idea de trabajar estos retratos, de una intimidad y fuerza únicas, surgió en una clase de Fotografía Documental en NYU, cuando el profesor les pidió que trabajaran un tema que “fuera importante para nosotros”, recuerda Quetzal. Y algo que ella sentía importante y cercano a su corazón era la inmigración. “Quería explorar el hecho de tener padres inmigrantes y ahondar en mi propia educación y en cómo otros vivieron infancias similares a la mía”, recuerda. Antes de empezar a fotografiar, Maucci pasaba un rato conversando con los niños, grababa las entrevistas, y después les dejaba que estuvieran unos minutos frente a la cámara, solos, para que reflexionaran sobre la conversación y los temas tratados: identidad, infancia, etiquetas. “Eran momentos de reflexión”, dic la fotógrafa, que quiso que estos retratos fueran una forma de poner a esta comunidad cara a cara con el público. “Quería dar voz a todas esas historias”, insiste.   

Después de decenas de entrevistas y fotografías a hijos de inmigrantes, Quetzal tiene un consejo para todos los padres, sean inmigrantes o no: “den a sus hijos espacio para que crezcan entendiendo quiénes son, cómo se sienten”. Si hay diferentes culturas en la casa, “enséñenles esas culturas, cómo crecieron ustedes, qué música escuchaban y qué comida les gustaba. Hablen todas las lenguas que conozcan y recuérdenles que tienen raíces en muchas partes del mundo”, añade.

Para Quetzal, es crucial educar a los hijos para que aprendan a disfrutar de sus orígenes diferentes. Y para eso, es esencial viajar. “Díganles que viajen, no a resorts o restaurantes de moda, sino a lugares que les permitan interactuar con los locales, ver cómo viven, hacer una inmersión en su cultura. Y digánles que sean respetuosos con otras culturas”.

Desde Londres, Maucci sigue con preocupación los temas de inmigración en los Estados Unidos y Reino Unido, “países que siguen discriminando, como si la historia no les hubiera enseñado nada”, dice.  “Tristemente, la discriminación está tan enraizada en el sistema, que si no lo desmontamos, continuaremos viendo injusticias” ...  “Miren el caso de los DACA: deberían seguir protegidos, no puede ser de otra forma”, añade. Para Maucci, hay mucho orgullo y dinero metido en política, y le pone enferma ver que hay gente en otros países que no puede emigrar o encontrar asilo en otro lugar para tener una vida mejor. “Las fronteras son una construcción social” insiste. “Y me va a resultar muy difícil seguir calmada mientras siga escuchando noticias como el muro de Trump, el Brexit, la crisis de los refugiados o la violencia con armas. “Voy a seguir trabajando con organizaciones que luchen contra estas injusticias”.


Para conocer los últimos proyectos fotógraficos de Quetzal Maucci sobre inmigrantes y refugiados puede consultar la web de la artista www.quetzalmaucci.com, o visitar la exposición online “Children of Immigrants” en el New Americans Museum de San Diego, CA.  

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