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Camilo saltó a la escena al año siguiente de participar en el Factor X de Colomnia en 2007. FOTOGRAFÍA: La República
Camilo saltó a la escena al año siguiente de participar en el Factor X de Colomnia en 2007. FOTOGRAFÍA: La República

El reggaetón "sin sexo" de Camilo: ¿El secreto de su éxito o un milagro divino?

Camilo sólo tiene 27 años, pero parece haber encontrado una fórmula secreta en el reggaetón que muchos han estado buscando. ¿De qué se trata?

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Los periodistas hablan de música “limpia”, adjetivan sus versos como “puros” y resaltan su negativa a hablar directamente sobre el sexo. Son bastantes las seguidoras que en comentarios agradecen que no trate a las mujeres como objetos.

También muchas las familias que en tiempo de confinamiento han encontrado en sus letras ritmos pegadizos y para todas las edades.

Camilo, que nació en Medellín en 1994 pero ha vivido en Montería, saltó a la escena al año siguiente de participar en el Factor X de Colomnia en 2007.

Forma parte del circuito de prensa rosa al estar casado con la actriz y cantante venezolana Evaluna Montaner, quien habría participado en series de Nickelodeon y cantado la balada cristiana La Gloria de Dios en el Viajero Frecuente Tour.

Su esposa ha hablado varias veces a los medios de su catolicismo, los compromisos cristianos o las aparentes dificultades de compaginar la moral católica con ciertas tendencias modernas.

Camilo se ha hecho cada vez más eco de sus creencias hasta el punto de que sorprendió a muchos en la ceremonia de entrega de los Grammy Latinos a Tutu con Pedro Capó cuando aclaró que "Dios me reconoce en público porque le busco en privado y en secreto. Ese es el único secreto que hay".

Fue en este aparente agradecimiento donde volvió a revelar el secreto de su fórmula.

En primer lugar, al identificarse públicamente como cristiano, apela a ese público, ya expuesto a los imparables ritmos globales del reggaetón latino, y ofrece una versión más comercial en cuanto a grupos de edad y campañas publicitarias.

En segundo lugar, resuelve el problema de muchos padres que estaban preocupados no por el hecho de que sus hijos e hijas bailaran, sino por las descarnadas letras con las que lo hacen. Ofrece esos mismos ritmos de baile de forma aburguesada y como si tuviera activado el control parental.

La crítica a ciertos códigos de vestimenta puede ser clasista en la medida en que ciertos elementos como las cadenas de oro funcionaban como símbolo de éxito personal al provenir de la pobreza absoluta, por ejemplo.

En tercer lugar, siguiendo la línea de gentrificación cristiana, renombra el empoderamiento del cuerpo femenino y su visibilidad como si no hubiera nada malo en términos que se asemejan a la prostitución cuando en realidad son políticas de los nuevos cuerpos.

Tachando la sensualidad del reguetón como “irreverente”, parece querer aliarse con el feminismo pero en realidad lo que esconde es el antiguo monopolio contra la que se revelaban muchas de las antiguas canciones del género.

Está claro que posee una fórmula y que su éxito será potencialmente imparable, pero nada impedirá que las bailarinas de perreo sepan quiénes dominan en serio la seducción en la pista de baile.