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Mónica Ojeda, autora de Las Voladoras. Photo: El Universo.
Mónica Ojeda, autora de Las Voladoras. Photo: El Universo.

Mónica Ojeda: “Mi escritura es como un volcán andino”

La escritora ecuatoriana construye en el libro de relatos Las Voladoras una cosmogonía de mitos y cuerpos que hechizan al lector como un conjuro.

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Pedro & Daniel

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Dice Mónica Ojeda que aprendió de los volcanes la experiencia de lo sublime, que estando rodeada de esas bocas de lava siempre despiertas en su Ecuador natal, creció viendo belleza en la destrucción y viceversa. 

Su escritura, poética y visceral, está hecha de esas mismas lenguas de fuego, con las venas abiertas como corridas de lava y el sudor que empapa las axilas pringosas de miel de las voladoras. Seres fantásticos que pueblan el imaginario andino y que la autora ha convertido en cíclopes que planean en la noche, arrugando el mito, reinventándolo para liberarlo de su pátina de machismo arcaico en el relato que da título al libro Las Voladoras (Páginas de Espuma, 2020).

“El relato oral da miedo porque ellas podrían ser tu madre o tu hermana y eso es un discurso machista; el temor a las mujeres por la noche, cuando son sujetos deseantes”, dice Ojeda durante la presentación virtual organizada por Librería Cálamo de este bello y terrible libro de relatos.

Migrante residente en España, escritora que ha tenido que enfrentarse en su doble condición de mujer y extranjera a la intolerancia de una sociedad de mentes tan estrechas que cosifica y etiqueta para entender desde lo poco que ve y sabe, Mónica Ojeda reconoce haber tenido que crearse su propia tradición literaria, desafiar al lenguaje colonizado y patriarcal y confeccionar su árbol genealógico de ancestras en las que mirarse.

“Estamos recuperando a autoras que deberían ser fundamentales pero que no pudieron trascender por la época en que vivieron, como la uruguaya Armonía Somers, que recién ahora se ha traducido al español y el inglés, pero durante muchos años sus libros fueron inencontrables”, sostiene la ecuatoriana. “Ellas han hecho mucho en mi construcción literaria. Creé mi propia tradición, descolonicé y despatriarcalicé mis lecturas, y el proceso sigue”.

El lenguaje, para Ojeda, no está exento de una estructura de poder, pero a la vez mitiga el golpe de la caída. Los relatos orales en los que se basa para confeccionar estos cuentos donde lo poético y estético se entrelazan con la mística de un lugar, los Andes ecuatorianos, disuelven el horror de las realidades en que se basan. La violencia. 

Por eso escribe en ‘El mundo de arriba y el mundo de abajo’: 

“Un chamán deshuesa las palabras dormidas a la sombra de las montañas. Conoce la musculatura del verbo, la descripción del universo como una enmarañada selva interior. Es un padre y habla con la naturaleza. Pronuncia el nombre de los animales. Les perdona la vida y se las quita con igual respeto”.

El libro de muy reciente publicación en España y con ediciones, de momento, en Argentina y Uruguay, es de difícil clasificación y su simbolismo aumenta conforme se relee -que es lo mejor que se puede decir de una obra-. 

Por un lado, Las Voladoras bebe del gótico andino, donde, según Ojeda, “la experiencia del miedo en el paisaje determina también la forma de resistencia a ese miedo” y es una mezcla de imaginería y geografía que constituye a la persona. “Para mí lo importante fue darme cuenta de esas imágenes a través de la escritura, que es un descubrimiento constante”, dice. Por el otro, y aunque Ojeda es maestra en ensanchar los géneros y deshacerse de clasificaciones, las historias que nos narra emparentan con lo fantástico, con cabezas que vuelan y personas que vuelven a la vida. 

“Quería reflejar esa relación entre la realidad y las hostilidades de la realidad y cómo estos relatos orales en buena medida alivian ese miedo y disuelven la dureza de la experiencia”, afirma. Algo que puede verse en cuentos como ‘Cabeza voladora’, en donde lo insólito y terrible es empleado para abordar el feminicidio. 

Si revivir a un muerto -ella lo dice- requiere de una escritura cardíaca. La suya a todos los efectos puede resucitar a todas aquellas autoras que la precedieron y la atravesaron.