La vigésimo sexta edición del festival de cine de Filadelfia se estrenó el pasado jueves 19 de octubre en el tradicional teatro Prince (15 y Chestnut) con la proyección de 'I, Tonya', una película biográfica que retrasa la vida de la controversial patinadora en hielo Tonya Harding, campeona nacional en dos ocasiones y representante de los Estados Unidos en los juegos olímpicos de 1992 y 1994.

Tonya Harding se dio a conocer por ser la primera patinadora estadounidense en lograr lo que en el mundo del patinaje se denomina como un "triple eje", una difícil maniobra de tres giros en el aire antes de aterrizar sobre el hielo en la punta de un solo pie. Pero lo que verdaderamente la propulsó a la fama fue el escándalo que acabó con su carrera y que inauguró el fenómeno mediático que más tarde adquiriría proporciones desmesuradas en el caso de O.J Simpson.

Tras verse envuelta, indirectamente pero no sin responsabilidad, en el atentado que acaba con la rodilla rota de su compañera de equipo Nancy Kerrigan, Tonya se convierte en la primera figura del deporte mundial en caer en desgracia mientras los medios crean una suerte de reality show en torno a ella.

La película no ignora que la vida de Tonya ha estado evidentemente marcada por la tragedia. La narración está estructurada en tres partes, cada una dominada por la figura de turno que abusaba de la protagonista: primero su madre, luego su esposo y por último, el público estadounidense, siempre ávido de morbo, relamiéndose cada vez que un héroe escenifica su caída y los medios lo convierten en monstruo.

Pero el tono de la narración está sin embargo mucho más cerca del humor que de lo trágico, un humor negro, es cierto, pero demasiado fácil y explícito como para no comprometer el lado doloroso de la narración. En últimas, el afán de hacer reír al público (no se entiende bien si de la heroína o con la heroína), trivializa una historia que a pesar de todo no deja de ser desgarradora.

La actuación de Margot Robbie interpretando a Tonya sin duda dará mucho de qué hablar. La película hasta ahora ha sido sólo presentada en festivales (se estrenó en Toronto en septiembre), y ya la crítica habla de una actuación digna de un óscar. Robbie, cuya imagen cinematográfica, sobre todo a partir del 'Lobo de Wall Street', está asociada a la de la rubia elegante y fatal, se reinventa en el rol de una joven brusca y sin educación, altanera y masculina, opuesta en todo sentido a lo que se esperaba de una patinadora sobre hielo. Se trata, en el fondo, de una actuación que busca romper estereotipos, tanto el de Robbie en tanto que símbolo sexual, como el de Tonya en tanto que muchacha de pueblo sin nada que ofrecer.