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Margarita (Miriam) Abuawadeh forma parte de la primera generación de americanos puertorriqueños nacidos y criados en South Jersey. La más pequeña de 14 hermanos, Margarita fue bautizada en la fe católica y educada en el orden de los Testigos de Jehová. Se convirtió al islam en su etapa universitaria. Foto: Juliet Happy
Margarita (Miriam) Abuawadeh forma parte de la primera generación de americanos puertorriqueños nacidos y criados en South Jersey. La más pequeña de 14 hermanos, Margarita fue bautizada en la fe católica y educada en el orden de los Testigos de Jehová…

“La comunidad latina está muy orientada en la familia, y el islam también”

Madre y defensora de los derechos de los inmigrantes, Miriam Abuawadesh está orgullosa de poder combinar su herencia puertorriqueña con la fe musulmana en su…

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Margarita (Miriam) Abuawadeh forma parte de la primera generación de americano-puertorriqueños musulmanes. Nacida en South Jersey, la menor de 14 hermanos, Margarita fue bautizada en la fe católica y educada en la orden de los Testigos de Jehová. En la universidad se convirtió al islam y años después se casó con un palestino de Cisjordania (en inglés “West Bank”). 

Hoy esta madre de cuatro niños “pale-ricans” (Palestinos Puertorriqueños) ha aprendido a combinar, tanto en su hogar como en el trabajo, la identidad cultural puertorriqueña, palestina e islámica.

“Cuanto más aprendía sobre el islam, más sentía la conexión, porque es una religión que habla mucho de humildad”, explica Margarita, que todavía recuerda su primera visita a una mezquita: “una de las cosas que más me llamó la atención fue ver a la gente rezar. Es un acto muy humilde, muy simple. Es algo entre usted y Dios”.

No es la única que piensa así. Según un estudio del Journal of Race, Ethnicity and Religion sobre los latinos musulmanes en EE.UU., muchos latinos estadounidenses se convierten al islam por una razón similar: el deseo de tener una experiencia más directa y personal con Dios. 

“El islam tiene una repuesta para todo. Y para mí, las otras religiones no tienen esta capacidad de estar presente en las cosas más simples, como ir al baño, beber un vaso de agua”, explica mientras da un sorbo a su te de menta en el salón de su casa, en el Norte de Filadelfia. “No se trata de ir a misa cada domingo, o de predicar, sino de tenerlo presente en tu día a día”.

De alguna forma, la conversión de Margarita la ha ayudado a acercarse a sus raíces hispánicas. de hecho, la mayoría de Latinos americanos convertidos al Islam son mujeres de origen mexicano o puertorriqueño que justifican su conversión como un retorno a una identidad musulmana pre-hispánica y pre-católica. “El apellido de soltera de mi madre es Abdulliah”, explica Margarita, subrayando el origen árabe de su apellido. “España fue gobernada por el imperio islámico durante 600 años, mis tatarabuelos emigraron de España a Puerto Rico, así que siempre dudé sobre su origen”.

Para Margarita, convertirse al islam fue una decisión espiritual e independiente. “No sabía que la Shahada – la conversión – debe hacerse en una mezquita, frente a testigos. Después de conocer a su marido, completó la ceremonia oficial de conversión en una mezquita, pero a su familia puertorriqueña le llevó un buen tiempo poder aceptar y comprender su elección. “Mi familia pensaba que llevaba el hijab porque me lo pedía mi marido, un prejuicio que todo el mundo tiene. Fue una decisión personal en mi vida, que responde a lo que quería hacer”.

Conexiones culturales

A la hora de buscar conexiones entre la cultura islámica y latina, Margarita pone énfasis en la familia y la tradición. “La comunidad latina está muy orientada en la familia, y el islam también se basa en la familia. Somos gente hogareña. Y también hospitalaria -los latinos somos muy acogedores. El islam es muy acogedor, especialmente en lo que se refiere a tratar a la gente con respeto, manteniendo siempre su corazón y su casa abiertos”.

Margarita ha sido miembro activo de la comunidad de Filadelfia por más de 30 años. Empezó su carrera como directora de Programas de Juventud de la mezquita Al Aqsa, en North Philly, y hoy continúa dedicándose a la defensa de los jóvenes inmigrantes de la ciudad como Consejera Asistente Bilingüe para el distrito escolar, ayudando a estudiantes árabes y de habla hispana. “La sociedad no puede descuidar a los niños y a los ancianos", dice, "tengo buenos hechos que lo demuestran".

La mayor parte de los musulmanes latinos de EE.UU. se concentran en California, Texas y Nueva Jersey, pero “dicen que ya puede encontrarse empanadas halal en algunas partes de North Jersey”, bromea Margarita. Su compromiso con la creciente comunidad latino-musulmana de Filadelfia pasa por facilitar encuentros entre musulmanas latinas en la ciudad y la publicación de una columna mensual sobre temas islámicos en español. 

“Soy una gran defensora de mi etnicidad y mi identidad. Tengo una identidad”, explica. “No quiero que la gente piense que soy árabe. Mis hijos saben jugar al dominó, saben cocinar comida puertorriqueña. Estoy muy orgullosa de haber logrado implantar en mis niños tanto la cultura puertorriqueña como la palestina. 

Para su hija Eman, estudiante de Política Internacional en Temple, sus dos identidades confluyen en la lucha por la independencia de sus países de origen. “Es cierto que Puerto Rico no es un estado independiente”, dice. “Pero lleva toda la vida luchando por deshacerse de la ocupación americana y el colonialismo. Lo mismo ocurre en Palestina”.

Protegiendo la ciudad santuario

El trabajo de Margarita implica defender los derechos de los inmigrantes latinos y musulmanes de Filadelfia. Como ciudad santuario, Filadelfia está a la cabeza de los debates nacionales sobre políticas de inmigración, especialmente ahora, teniendo en cuenta la política de mano dura adoptada por la administración Trump contra las ciudades santuario, los refugiados musulmanes y los beneficiarios del DACA. La mayoría de los afectados por esta política son latinos y musulmanes, señala Margarita: “mi religión y mi herencia latina se cruzan mucho más a menudo de lo que me esperaba”.

En la actualidad Margarita trabaja en el Movimiento New Sanctuary, una organización que protege los derechos de los indocumentados residentes en Filadelfia, y tiene intención de crear un movimento New Sanctuary para musulmanes, combinando los esfuerzos y recursos para combatir por los derechos civiles de los inmigrantes musulmanes. “Nuestro objetivo es asegurarnos de los inmigrantes encuentran aquí el refugio de un santuario. Mientras haya gente migrando a EE.UU., habrá gente que se oponga a ellos”.

El optimismo y la esperanza en un futuro mejor para nuestros hijos es lo que mantiene a Margarita activa. Forma parte del comité de la Marcha Interconfesional por la Paz, en la que musulmanes, cristianos, judíos y budistas se reúnen, vestidos de blanco, para cruzar andando la ciudad, deteniéndose en los lugares de culto, en solidaridad con la paz. “El mundo está cambiando, definitivamente”, dice, “pero siempre fue una batalla cuesta arriba y siempre lo será”.

Sujetando orgullosamente un cojín bordado por su hija, donde se combinan las formas y colores de la bandera puertorriqueña con los del pañuelo tradicional palestino (keffiyeh), Margarita reflexiona: “estoy feliz con el trabajo que tengo. En primer lugar, siento que es mi responsabilidad, como miembro de la comunidad, en segundo lugar, como musulmana, y, en tercer lugar, como madre. Siempre digo a mis hijos que no pueden limitarse a quedarse sentados sin hacer nada. Es nuestra batalla, es nuestro momento”.