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El estigma y la presión social contra los fumadores son cada vez más fuertes y las regulaciones en torno al consumo de tabaco más restrictivas, por lo que cada vez más personas están buscando una alternativa “más saludable” en los cigarros electrónicos.

E-cigarettes: ¿Una alternativa más saludable?

Alguna vez leí que fumar mariguana es perfectamente admisible mientras que fumarse un cigarro es un hábito asqueroso.

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Alguna vez leí que fumar mariguana es perfectamente admisible mientras que fumarse un cigarro es un hábito asqueroso

No recuerdo exactamente quién lo dijo, solo que fue algún diseñador de moda, un tanto excéntrico, intentando hacer un comentario fuerte en una entrevista con GQ, o al menos así me pareció hace unos 10 años.

Quién iba a pensar que aquellas palabras serían presagio de lo que pasaría en los años por venir hasta llegar a nuestros tiempos.

Como un joven de casi 30 años en la ciudad de Filadelfia, la respuesta que suelo obtener cuando pregunto a alguien si fuma es “¿de qué estamos hablando?” 

En Colorado, la posesión, uso, producción, distribución y cultivo de mariguana es legal, mientras que en la ciudad de Nueva York ya no se puede ni encender un cigarrillo en Central Park.

Personalmente, la decisión de fumar o no un cigarro en un lugar público es una cuestión de civilidad más que de legalidad. Alguna vez lo he hecho en algún lugar desolado en el que está prohibido, mientras que otras veces me he aguantado las ganas pese a tener la libertad de hacerlo por no molestar a nadie.

El estigma y la presión social contra los fumadores son cada vez más fuertes, las regulaciones en torno al consumo de tabaco más restrictivas, y la idea del glamour asociado con los cigarrillos cada vez más lejana. En otras palabras, fumar ya no es nada ‘cool’.

Es por eso, y una larguísima lista de riesgos a la salud, que pareciera que hoy en día cada vez más fumadores están buscando una alternativa menos dañina.

Más allá de las gomas de mascar con nicotina, dulces, parches, inhaladores y sprays nasales, o los medicamentos que bloquean los efectos placenteros de esta droga, los cigarros electrónicos están en auge, y conforme esta industria se expande, lo mismo pasa con las opciones para los consumidores.

Para aprender más sobre los cigarros electrónicos, fui a South Street, en donde hay varias “tiendas de vapor”, como le llaman a los establecimientos en los que venden estos aparatos que también son conocidos como “vaporizadores”.

Ahí conocí a Cuong Truong, propietario de Exclusive Vape Shop (EVS), quien me explicó sobre el funcionamiento de los cigarros electrónicos, que simulan el fumar un cigarrillo al calentar un liquido y producir un vapor que uno inhala y exhala como si se tratara de humo, pero no lo es, por lo que hay quienes argumentan que son menos dañinos o más saludables que los cigarros tradicionales.

El ingrediente principal de la solución, conocida como “e-liquid” o “e-juice”, es glicol de propileno, un compuesto orgánico, sin olor, ni color, con un sabor ligeramente dulce, que es “generalmente considerado seguro” por la FDA, por lo que se usa incluso en la fabricación de alimentos. Además, contiene glicerina vegetal, saborizantes y nicotina, aunque ésta última es opcional. Tan solo unos cuantos ingredientes en comparación con los miles de químicos y más de 40 cancerígenos en los cigarros tradicionales.

Luego de probar varios sabores, mentolados, frutales, herbales, y combinaciones como melón con regaliz y maple con vainilla, me decido por uno de té negro. Cualquiera pensaría que para una persona acostumbrada a fumar cigarros regulares tendría más sentido escoger un liquido con un simple sabor a tabaco, pero no es necesariamente así. 

“Muchas veces los clientes se confunden porque buscan un sabor a tabaco, pero el sabor al que están acostumbrados cuando fuman un cigarro es a ceniza, y no hay forma de simularlo”, dijo Truong. “Eso sería asqueroso”.

El siguiente paso es seleccionar la concentración de nicotina, que en EVS está disponible desde los cero miligramos por mililitro hasta los 24, aunque en otros lugares se pueden conseguir líquidos que tienen hasta 48 mg/ml.

“Cuando un cliente nuevo viene y nos dice que quiere dejar de fumar cigarrillos, le preguntamos qué marca fuma y que tan frecuentemente lo hace para calcular el nivel de nicotina”, dijo Truong. “Tratamos de darles un nivel suficiente para que les de la misma satisfacción que un cigarro normal, puedan hacer la transición a un cigarro electrónico, y si desean, pueden disminuir gradualmente el nivel de nicotina”. 

Yo fumo Capri, una marca poco conocida de cigarrillos ultraligeros y ultradelgados que suelen llamar la atención de la gente y son buenos para iniciar conversación con extraños. Cuándo me pregunta qué estoy fumando, les digo que son probablemente los cigarros menos dañinos en el mercado —no que esté científicamente comprobado. 

Aunque los Capri solo tienen 0.8 mg de nicotina, finalmente me decido por el liquido de 12 mg/ml, un poco más de lo que estoy acostumbrado para compensar el hecho de que a diferencia de los cigarros tradicionales, los electrónicos no tienen alquitrán ni liberan monóxido de carbono al fumarlos.  

Escoger el vaporizador parece no tener ciencia. Entre tantas opciones, Truong me recomienda un kit para principiantes. Luego saca los componentes y comienza a armarlos como si se tratara del equivalente de nuestros días a enrollar un cigarrillo. Pone el liquido en el tanque, el atomizador que lo vaporiza en su lugar, lo une con el dispositivo que guarda la batería, el cual tiene un solo botón que hay que presionar al inhalar, y un pequeño disco para regular el voltaje, lo prende, y ‘voilà’, comienzo a fumar mi propio cigarro electrónico.

Cuando Truong hizo la transición a los vaporizadores, tenía que comprarlos, así como el liquido, a través de internet. Luego de que logró dejar los cigarros tradicionales atrás, abrió su negocio el invierno pasado, más o menos al mismo tiempo que las primeras “tiendas de vapor” comenzaron a aparecer en South Street.

“Lo probé por dos semanas y después de eso, ya no sentía la necesidad de fumar un cigarro normal”, dijo Truong. “No podía ni darle más de dos jalones porque el sabor y el efecto era tan fuerte en comparación”.

Su historia me recuerda a mi propia experiencia con los inhaladores de nicotina —que a diferencia de los cigarros electrónicos, no requieren baterías pero sí una receta médica— y los cuales decidí probar hace un año luego de que mi doctor me dio una muestra gratuita.

Otra diferencia es que los inhaladores de nicotina no liberan ningún tipo de vapor, por lo que a pesar de sentir los efectos de la nicotina, era como si no estuviera fumando nada. Inhalar esa pequeña pieza de plástico blanco secretamente me hacia sentir como si estuviera pretendiendo fumar de un tampón. Nada glamuroso. Pero la imagen de Gwyneth Paltrow con su inseparable inhalador de nicotina en la película de Wes Anderson, “The Royal Tenenbaums”, se convirtió en mi inspiración. Para mi sorpresa, luego de un par de días dejé de sentir la necesidad de fumar un cigarro tradicional y me sentía perfectamente satisfecho inhalando nicotina de mi tampón. Y todo gracias a Gwyneth.

Pero luego de un mes sin fumar, de haber recobrado una agudeza en el sentido del gusto y del olfato, y de sentirme tan lleno de energía, los cartuchos de nicotina que obtuve gratis se agotaron.

Al acudir a la farmacia a surtir mi receta y darme cuenta que tenía que desembolsar $300 dólares por una cantidad de cartuchos de nicotina suficientes para unos tres meses, financieramente tuvo más sentido ir a la tienda de la esquina a comprar un cajetilla de cigarros que me duraría unos cuantos días por menos de $9.

Pero los cigarros electrónicos resultan incluso más económicos que los tradicionales. Una botella de liquido de 50 ml., que equivale a cuatro cajetillas de cigarros, cuesta unos $15 dólares, mientras que el gasto inicial del vaporizador fue de $35, y solo hay que reemplazar el atomizador una vez al mes por tan solo $2. 

Mientras que los posibles riesgos de los cigarros electrónicos en la salud continúan siendo motivo de investigaciones médicas, entre las personas que han hecho la transición, existe consenso de que la incertidumbre es el menor de los riesgos al compararlos con los efectos comprobados del tabaco. Por otra parte, las regulaciones en torno a estos continúa siendo motivo de debate entre legisladores y creadores de política. En Filadelfia una ley que prohibe su uso en lugares públicos entró en vigencia este mes, mientras que el estado de Pensilvania no tiene una política al respecto.

Conforme escribo este artículo y se acerca la hora de cierre de nuestro semanario impreso, permanezco tranquilo. Generalmente este es el día de la semana en que fumo más, pero en las últimas 24 horas no he fumado un solo cigarrillo. Podrá ser solo un día, pero espero que este nuevo experimento con los cigarros electrónicos tenga el mismo efecto que aquel inhalador de nicotina que alguna vez probé y como el que usaba Gwyneth Paltrow en “The Royal Tenembaums”. Pero que esta vez sea para siempre.

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