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Dr. Guillermo Linares, director de servicios neuro-intervencionistas, en el Hospital de la Universidad de Temple. Foto: Ana Gamboa/AL DÍA News
Dr. Guillermo Linares, director de servicios neuro-intervencionistas, en el Hospital de la Universidad de Temple. Foto: Ana Gamboa/AL DÍA News

Cirujano mexicano trata a pacientes de derrame cerebral con tecnolgía avanzada

Un nuevo procedimiento liderado por el cirujano mexicano, el Dr. Guillermo Linares, está en vías de aumentar el número de pacientes que pueden ser salvados de…

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Actualmente la labor de neurocirujanos ha sido truncada por la limitación del tiempo disponible para salvar la vida de aquellas personas que sufren de un derrame cerebral.

Sin embargo un nuevo procedimiento está en vías de aumentar el número de pacientes que pueden ser salvados de un profundo daño cerebral, o incluso la muerte.

El Hospital de la Universidad de Temple está realizando un ensayo clínico liderado por el doctor Guillermo Linares, director de servicios neuro-intervencionistas, junto al doctor Kadir Erkmen, director del departamento de neurocirugía cerebrovascular.
“Durante muchos años solamente existió un medicamento llamado tPA (activador tisular plasminógeno), que se puede inyectar en las venas y que al circular por todo el cuerpo rompe los coágulos que bloquean las arterias y que pueden provocar el derrame cerebral”, dijo el Dr. Linares, en entrevista con AL DÍA.
Según el médico cirujano, uno de los inconvenientes del medicamento es que solamente se puede utilizar durante las primeras 4 horas a partir que hayan iniciado los síntomas, y por otro lado, no todos los pacientes son candidatos para utilizarlo.
“La probabilidad de que un coágulo en una arteria grande, como las que se encuentran en el cerebro, se disuelva con tPA es del 30 al 40 por ciento”, dijo Linares.
Desde agosto pasado, Linares ha implementado en el Hospital de Temple, una nueva tecnología para remover coágulos que bloqueen las arterias en el cerebro conocida como ‘Stentriever’.
“Esta pequeña guía, que utilizamos en todos los vasos sanguíneos cuando queremos mantener una arteria abierta con metal, puede ir a través del coágulo”, dijo Linares. “El cerebro es tan delicado que no conviene dejar nada atrás. El aparato cuenta con una pequeña guía (alambre) que puede remover el coágulo sin causar daño cerebral. En el momento en el que yo quito la guía, el coágulo se ha incorporado al ‘stent’, y no dejo nada atrás en el cerebro”, explicó Linares.
Dado que la arteria se debe abrir antes de que el cerebro sufra una lesión irreversible, los pacientes deben ser intervenidos lo más pronto posible. Uno de los grandes beneficios es que la nueva tecnología ofrece una ventana de tiempo más amplia para tratar pacientes, de hasta 12 horas después de iniciados los síntomas.
“Los más importante que hay que recordar es que esto comienza en la casa o en la calle, con las personas reconociendo los síntomas. Deben de tomar acción inmediata y no ignorarlos. Es una enfermedad suficientemente mortal, y más frecuente de lo que uno se imagina, como para ignorar los síntomas”, agregó Linares.
Investigaciones han mostrado que el índice de ataques cerebrales entre los latinos es mayor que entre los blancos (no latinos).
Los síntomas más comunes de un ataque cerebral son el adormecimiento o debilidad repentina en la cara, el brazo o la pierna, especialmente en un lado del cuerpo.
Confusión repentina, problemas al hablar o comprehensión de lo que otros dicen; problemas repentinos de visión en uno o ambos ojos, problemas repentinos para caminar, tiene mareos, pérdida de equilibrio o coordinación; dolor de cabeza repentino e intenso sin causa aparente.
Según Linares, personas de cualquier edad pueden ser afectados por un derrame cerebral, desde bebés hasta personas adultas. “Pero los factores de riesgo que hacen que un coágulo se forme tienden a suceder por factores como diabetes, presión alta y enfermedades sistémicas que son más frecuentes en personas de edad mayor”.
“Creo que los latinos particularmente se tardan y son muy dados a dejar la revisión para el día siguiente. Eso hace que la enfermedad sea más frecuente y los pacientes lleguen más tarde”, dijo Linares.
Originario de la Ciudad de México, Linares se graduó de la Escuela de Medicina Ignacio A. Santos, del Instituto Tecnológico de Monterrey (ITESM), en el 2003. Después realizó su servicio comunitario en un centro de salud en el área de Cuauhtinchan, en Puebla, una de las labores que más orgullo le han dado.
Su desarrollo profesional lo trajo a Estados Unidos, para ampliar su currículo con títulos de la Universidad de Columbia y la Universidad de Pittsburgh, así como programas de residencia en Cleveland Clinic Foundation.
“Cuando empecé a involucrarme con este tipo de problema que necesita de tecnología avanzada, vine a EE.UU. con la intención de entrenarme y aprender estas técnicas para eventualmente regresar a México para aplicarlas. Solo que todavía no llega el momento de regresar a mi país”, dijo Linares.
Para llevar a cabo el actual ensayo clínico se requieren aproximadamente 500 pacientes, y ya  han realizado más de 300 procedimientos.
Su aspiración es que dentro de su equipo de trabajo se pueda demostrar que el procedimiento funciona, que el sistema es importante y que se podrá aplicar a nivel regional y nacional.
“Creo que estamos en un momento en el que va a cambiar el tratamiento de esta enfermedad, y va a cambiar para bien. Me siento muy dichoso de poder ofrecer estas terapias avanzadas a las personas de la región, de la forma más organizada y con la mayor calidad posible”, concluyó.