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Una fotografía de Narciso Contreras tomada en la guerra de Siria, en 2013. Foto: Vimeo
Una fotografía de Narciso Contreras tomada en la guerra de Siria, en 2013. Foto: Vimeo

El fotógrafo mexicano que desveló el horror del tráfico de personas en Libia

En "Libya: A Human Marketplace", Narciso Contreras, ganador de un premio Pulitzer en 2013 y premio Carmignac de Fotoperiodismo 2016, se dedicó a fotografiar la…

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Una imagen vale más que mil palabras, dice el tópico. Y el tópico cobra todo su sentido al observar la obra del fotoperiodista mexicano Narciso Contreras, que se dedicó durante más de un año a fotografiar la brutal realidad del tráfico de personas en las fronteras de la Libia post- Gaddafi.

Manos desesperadas asomando por las puertas de una cárcel en Garabuli, inmigrantes subsaharianos liberados de una red de milicianos en el desierto, una mujer con el torso desnudo sentada en el sucio suelo de un centro de detención… Las fotos de Contreras, resumidas bajo el título “Libia: A Human Market Place” no son aptas para corazones blandos.  En ellas, el fotógrafo mexicano, ganador de un premio Pulitzer en 2013, retrata el mundo de opresión, terror y violencia que rodea las mafias de tráfico de personas en la Libia tras la caída de Gaddafi, en octubre de 2011. 

Con esta serie de fotografías, Narciso Contreras logró ganar el premio Carmignac de Fotoperiodismo en 2016, dotado con 50,000 euros, (54,500 USD)  y se consolidó como uno de los fotoperiodistas más respetados a nivel mundial. La exposición  “Libia: A Human MarketPlace” puede verse estos días en el Palazzo Reale de Milan, Italia, después de haber pasado por París y Londres.

No obstante, para los aficionados al fotoperiodismo, el nombre Narciso Contreras no nuevo. Nacido en Mexico DF en 1975, Contreras estudió Filosofia, Fotografía y Antropología Visual antes de convertirse en fotoperiodista profesional. Su interés por la antropología le llevó a vivir un tiempo en un monasterio en la India, donde empezó a fotografiar a las comunidades religiosas.

Desde entonces, Contreras ha trabajado como fotoreportero  para diversos medios de prestigio,  como el NY Times, The Guardian, la revista Time o Associated Press (AP). Viajó a  Myanmar para fotografiar conflictos étnicos, cubrió la olvidada guerra en Yemen y  en los últimos años ha estado presente en los acontecimientos más recientes, como las revueltas en Estambul,  la vida en la franja de Gaza, en Palestina, la guerra de Siria o el golpe militar en Egipto.

Fueron precisamente sus fotografías de la guerra de Siria para AP las que le hicieron merecedor de un Premio Pulitzer en 2013. Un año después, saltó la polémica cuando la agencia de noticias norteamericana anunció que se veía obligada a despedir al conocido fotógrafo mexicano por haber manipulado una fotografía tomada en Siria (Contreras eliminó una cámara de video que aparecía en una esquina de la fotografía), violando la normativa ética de la agencia.  

Contreras admitió que había “cometido un error” y asumió la responsabilidad, aunque aseguró que era la primera y única vez que lo había hecho. AP, después de revisar más de 500 fotografías suyas, le dio la razón.

A pesar del escándalo, la reputación de Contreras como fotoperiodista ha ido en aumento. Su serie de fotografías sobre Libia son un fiel retrato de la cruda realidad del país, hundido en una crisis humanitaria que la comunidad internacional ignorada desde hace tres años.

La Organización internacional para las Migraciones (IOM en sus siglas en inglés) publicó recientemente un informe que confirmaba la gravedad de la situación en el país, recogiendo testimonios de diversas víctimas del  “mercado de esclavos en Libia”. La mayoría de estos “esclavos” son inmigrantes de origen subsahariano que son detenidos en su ruta hacia Europa, antes de cruzar el Mediterráneo.  Según el informe de IOM, estas personas son obligadas a trabajos forzados o explotadas sexualmente, o son retenidas en centros de detención en condiciones infrahumanas durante semanas.

En una entrevista con la cadena de noticias alemana Deutsche Welle, Contreras admitió que el informe del IOM es cierto, pero incompleto, ya que no menciona la complicidad de funcionarios y milicianos vinculados al gobierno libio en este tráfico de personas.   “Entre los propietarios de esclavos figura el director del centro de inmigración en Sorman y un líder de las milicias locales”, explicó Contreras a Deutche Welle.  Sorman es un municipio costero a 60 km al oeste de Tripoli, la capital del país.

Así, mientras la mayoría de medios se centran en cubrir la situación de los inmigrantes y refugiados en su llegada a Europa, Narciso Contreras decidió centrar su trabajo a una tarea más difícil: retratar a los inmigrantes subsaharianos que llegan a Libia en su camino hacia Europa y son víctimas de mafias y traficantes de personas bajo la mirada cómplice de las milicias. Frustrado por la falta de colaboración de las autoridades libias para acceder a los centros de detención de inmigrantes, Contreras cuenta que tuvo que invertir gran tiempo y esfuerzo en negociar con burócratas y cultivar contactos con los jefes de prisión para poder conseguir su objetivo.  

El resultado mereció la pena y el esfuerzo no agotó sus energías. En la actualidad, Contreras se encuentra en el Norte de África documentando la crisis de los inmigrantes en el marco de un n proyecto a largo plazo que contempla retratar los desplazamientos masivos de población en el mundo. 

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