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Fotograma del documental argentina "Latir Latino", de Leonardo Paez, Mariano Bognan. Foto: Vimeo
Fotograma del documental argentina "Latir Latino", de Leonardo Paez, Mariano Bognan. Foto: Vimeo

El documental Latino, en auge

La reaparición del New York Latino Film Festival después de llevar cinco años suspendido es una muestra que el cine y el documental Latino y Latinoamericano…

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El próximo 11 de octubre se inaugura en Nueva York la 13ª edición del New York Latino Film Festival (NYLFF), uno de los mejores muestras de cine realizado por y para la comunidad latina de EEUU, que llevaba 5 años suspendido. Y lo hace con dos sponsors como HBO y Warner, que se han dado cuenta de la creciente importancia de la voz Hispana en el mundo audiovisual.

 “Hemos estado esperando el renacimiento del NYLFF. La importancia de las voces Latinas en nuestra industria es evidente para cualquiera que vea la televisión, vaya al cine, escuche música o simplemente se pasee y respire en este país” declaró Dennis Williams, vicepresidente Senior para Asuntos Corporativos y Responsabilidad Social de HBO, en la nota de prensa de relanzamiento del festival.

El director de La Mostra de Venecia, Alberto Barbera, afirmaba recientemente en el diario  El País que el cine latinoamericano “es el único que está contando cosas nuevas”. En parte, gracias a haber reducido los problemas de base a los que se enfrentaba, como la falta de recursos y los problemas distribución para llegar a la audiencia. Prueba evidente de ello es que canales audiovisuales privados como Netflix o Vimeo están empezando a apostar por el cine y el documental Latino o Latinoamericano.

Este último género ha ido ganando fuerza en los últimos años, ante la inminente necesidad de dar voz a una minoría convertida en una mayoría (la población hispana en los EEUU ya supera los 55 millones).  Hace poco, la revista Remezcla publicó un listado de los mejores documentales Latinos que pueden verse en  Netflix.  Entre ellos está Mala Mala, (2014), un documental sobre los transexuales en las calles y clubs de San Juan de Puerto Rico. El filme expone su lucha por la igualdad de derechos y en contra de una regulación que les discrimina;  Los Punks: We Are All We Have, (2016) de la cineasta Angela Boatwright, es un retrato de la escena punk de Los Angeles y un intento de acercarse a los ídolos de masas de las Latinas;  o The Hand That Feeds , un documental del 2014 sobre los inmigrantes indocumentados que trabajan en empresas de fast food, sirviendo desde hamburguesas a caramel lattes. La mayoría de estos trabajadores son víctimas de explotación laboral y no pueden mejorar sus derechos por culpa de no tener papeles y del miedo a la deportación.

“En el contexto político actual es cierto que cada vez hay más necesidad de producciones con un enfoque educacional. Muchas veces el cineasta [Latino] tiene una afinidad con la historia que está contando, con la comunidad…”, explica Marangeli Mejía-Rabell, directora del Philadelphia Latino Film Festival (PHLAFF) y cofundadora de Aftrotaíno Productions, una compania de producciones culturales de la ciudad.

"Muchas veces el cineasta [Latino] tiene una afinidad con la historia que está contando, con la comunidad…”

Según Mejia-Rabell, el documental no deja de ser un arte creativo y a la vez un “viaje personal del cineasta como artista” . Pero especialmente en la época en que vivimos, bajo la era Trump,  el documental “es un instrumento muy importante para fomentar el diálogo entre las distintas comunidades, para despertar conciencias y ofrecer al espectador la oportunidad de conectar con otras personas y estilos de vida,” comenta.

Los documentales sobre la comunidad Latina suelen tratar historias de inmigración, abusos, racismo, de superación: “historias que siempre han estado ahí”, comenta esta productora y educadora cultural puertorriqueña, de 49 años. 

La semana pasada, por ejemplo, El Museo del Barrio de Nueva York inauguró la exposición Nastywomen/bad hombres, una retrospectiva de la obra de artistas que viven y trabajan en barrios del Upper Manhattan: El Barrio, Harlem, Washington Heights, Inwood. Muchos recurren al documental para sacar a la luz el legado de años de machismo, racismo, violencia y discriminación en estas comunidades.

Para Marangeli, un ejemplo del cine Latino en auge es Flor de Azúcar (2016), filme dominicano sobre un campesino forzado a asesinar a un capataz abusivo. Después de un año escondido, decide regresar a su aldea y reunirse con su familia, donde le esperan una serie de conflictos.

La directora del PHLAFF  también destaca algunos documentales proyectados durante el festival,  como Defend PR, un filme que explora la situación actual de Puerto Rico y las conexiones entre los Puertorriqueños de la isla y la diáspora en EEUU, con la esperanza de crear lazos de solidaridad y colaboración.

“Tenemos todavía esta relación colonial con EEUU. Podemos enlistarnos en el ejército, pero no podemos votar al Presidente”, dice Marangeli, que llegó a Filadelfia en 1988 para un curso de de ingles de seis semanas en Temple University y termino mudándose para continuar su estudios en Comunicaciones. “Fueron las seis semanas más largas de mi vida”, bromea la productora, que ya lleva 29 años en Filadelfia y reconoce que a veces se expresa mejor en inglés que en español. Acá la bromean mucho por ser muy isleña, dice, pero cuando regresa a P.R  también la bromean por su estilo un poco “americanizado”.

La diversidad de culturas que conviven en Filadelfia y la falta de conexión entre ellas en cuanto a programación artística fue lo que impulsó a Marangeli y a su socio Rahsaan Lucas a crear AfroTaíno Productions. “Los dos teníamos muy claro que el arte y la cultura deben conectar con la vida cotidiana y valores de la comunidad, explica la curadora de Puerto Rico, una isla que “que sigue extrañando cada día.”

“Nuestra filosofía es crear espacios para la riqueza de expresiones y puentes para comunicarnos con otras culturas”, dice Mejia-Rabell, orgullosa de su trabajo. Entre sus méritos está haber traído a la cantante de hip hop Mala Rodriguez a Filadelfia en 2008, antes de que fuera famosa por estos lares, aunque muy reconocida internacionalmente.  “Vino solo un grupo pequeño de gente al concierto”, recuerda.

“Los documentales ayudan a fomentar el diálogo entre las comunidades, a aprender uno del otro”

Mediante el festival PHLAFF también se ofrecen oportunidades para conectar con problemas actuales de los Latinos, como la crisis humanitaria de Venezuela.  Se calcula que hay entre 5,000 y 10,000 venezolanos viviendo en el área metropolitana de Filadelfia, según cifras de la Casa de Venezuela, colaboradora del festival.

El filme Spark, por ejemplo, expone el caso de una joven estudiante venezolana que crea un nuevo movimiento en las redes sociales con una app capaz de esquivar la censura del gobierno. El documental Concertinas narraba la historia de un conductor ya mayor que cada día debe adentrarse en la miseria y la violencia de las calles de Caracas. Su único refugio de paz es su hogar, donde puede ver la tele, hasta que alguien le corta la electricidad.

“Los documentales ayudan a fomentar el diálogo entre las comunidades, a aprender uno del otro”, dice Mejía-Rabell. Según la directora del festival, “incluso entre la comunidad Latina de Filadelfia hay un gran numero de grupos y realidades. En los últimos años se ha diversificado mucho. Cuando yo llegué la mayoría eramos puertorriqueños. La comunidad mexicana, venezolana, colombiana y dominicana han crecido muchísimo ( entre otras)…y han ganando visibilidad y creado espacios de exposición para sus culturas”, comenta Mejía-Rabell.  Pero no solo hay diferencias entre países y culturas, sino generacionales. La hija de Marangeli tiene 35 años y ha vivido prácticamente la mayor parte de su vida en Filadelfia. “Su experiencia ha sido muy diferente de la mía”, dice.

Estas complejidades de identidad “son parte de mi realidad como puertorriqueña - rezo en español y hablo en inglés con los amigos – y eso es algo que tiene que interesar al cineasta documentalista”, explica Marangeli.  “Hay que partir de la idea de que siempre hay algo interesante por contar, algo interesante por aprender del otro. Y para conseguir eso, se empieza por tener una actitud de humildad”, concluye.

 

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