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La sidra regresa para quedarse

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En los últimos meses los medios sociales han declarado el renacimiento de la sidra en el mercado estadounidense. Pero lo que pocos saben es que esta bebida…

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La invasión española ya está aquí pero pocos lo saben.

Este verano catorce especialistas del mundo de la sidra de Estados Unidos viajaron a Gijón, la ciudad más grande de Asturias, España, para conocer de primera mano la producción y la tradición de la sidra asturiana y de paso crear intercambio empresarial.

Dicen que hablar de Asturias es hablar de sidra.

Es bastante común “quedar” con los amigos en un “chigre” (sidrería) para tomar “unes botelles” de sidra.

“Beber sidra, aparte de un placer, requiere unas condiciones. Da lo mismo si son una, dos, tres… botellas o cajas, ¡que más da si tenemos tiempo!”, explica el bloguero El trastero de palacio, sobre esta costumbre.

Es entonces que por tradición asturiana se te pregunta “¿Quies un culin?” (ni poco ni mucho, lo justo) para continuar con las copas.

La producción y el consumo de esta bebida milenaria en el área de Asturias se remonta a la Edad Media, en los siglos VIII y IX, y aparentemente está lista para invadir nuevas zonas.

“La sidra desea expandirse por el resto del mundo y en concreto conquistar EE.UU., donde esta bebida se está poniendo de moda en Washington y Nueva York, resultando del agrado del consumidor norteamericano”, de acuerdo con la española Esther Clemente, editora del portal Directo al Paladar.

Pero lo que pocos saben es que esta bebida alcohólica ‘extranjera’ alguna vez fue considerada la bebida americana por excelencia.

Tim Kweeder, gerente general y director de vinos en Petruce presentó la selección de sidras que se incluyen en el menú de bebidas. Uno de los artículos más populares son los “Cider Flights”, que incluyen porciones de 3 onzas de tres tipos de cidra. Samantha Madera/ AL DÍA NEWS

Una bebida inequívocamente americana

Al igual que en otras partes del país, varios aseguran que en Filadelfia la apreciación por la sidra está a la alza.

Con el florecimiento de la escena culinaria, ya hay varios restaurantes en la ciudad que actualmente sirven opciones de sidra artesanal.

“Me gustan las sidras de producción pequeña. Usualmente las que sirven en los bares son genéricas y rebajadas con agua” dijo Tim Kweeder,  gerente general y director de vinos del restaurante Petruce.

Con un menú pensado en la cocción en un horno de leña, Petruce abrió sus puertas hace ocho meses ofreciendo al menos tres opciones de sidra y su popular “Cider Flights”.

“La sidra que servimos de Frankfurt, Alemania, es la de mayor contenido de alcohol, cero carbonatada y bastante pura”, dijo Kweeder. “Las españolas tienden a ser más acidas con un sabor más afilado, son como las sidras rebeldes”.

Actualmente también sirven una de Normandía, Francia, que según Kweeder, tienen un sabor más rústico y poco más carbonatación. “Con notas de sabor de montón de heno y manzanas al horno. Te recordara al otoño ”.

Pero la selección en el menú varía dependiendo de la disponibilidad en el mercado.

Según Kweeder, la sidra está lejos de desbancar a la reina de Filadelfia: la cerveza.

“Esto en parte por ser tan popular y por ser el producto menos costoso para los distribuidores. El Vino y otras bebidas alcohólicas son mucho más caras para el dueño del restaurante. Pagamos precios al por menor”, dijo Kweeder.

Sin tener una sola botella en su establecimiento, Tria Taproom abrió hace un año en Center City ofreciendo una amplia gama de cervezas en ‘tap’ y vinos en ‘draft’.

Aunque su concepto general es que la cerveza sea la estrella del menú, y el vino un personaje secundario, hace poco decidieron incluir la sidra como opción.

“Decidímos incluir sidra como parte del movimiento de cerveza artesanal. La sidra cada vez más se vuelve relevante”, dijo Michael McCaulley, director de bebidas en Tria Taproom.

“No tenemos el espacio en nuestro menú para ofrecer varias sidras. Lo que hacemos es que rotamos un solo tipo que rotamos cada mes”, agregó.

Actualmente están sirviendo una sidra de pera proveniente del área de Coudray-Rabut, en Francia.

Hoy en día el consumidor americano promedio sabe poco o nada sobre el consumo de sidra,  algo irónico si se sabe que era la bebida predilecta de los padres de la nación.

“El aspecto histórico es interesante porque la sidra es la primera bebida alcohólica en Estados Unidos. Los colonos ingleses impusieron la tradición porque pensaban que el agua aquí era tan mala como en Inglaterra”, dijo Myerow.

Michael McCaulley es el director de bebidas de Tria Taproom, localizado en 2005 Walnut Street, que ofrece cerveza, vino y sidra específicamente en ‘tap’. Samantha Madera/ AL DÍA NEWS

El consumo de sidra en EE.UU. quedó casi erradicado tras la era de prohibición. En parte porque los inmigrantes alemanes invadieron con la tradición cervecera, y otro tanto por la revolución industrial y la casi total desaparición de su producción.

McCaulley cree que es poco probable que la sidra recupere su lugar original en el consumo americano, aunque siempre habrá un segmento en el punto medio que gusten de esta bebida.

“Nunca será vino y nunca será cerveza, porque no es tan sofisticada como el vino y no es tan americana como la cerveza”, dijo McCaulley. “Cada vez veo más gravitación de los bebedores de cerveza hacia la sidra”.

Una sidra que ha dejado huella

Rowan Imports, compañía localizada en Queens (NY), fue fundada por John y Anthony Belliveau-Flores, dos hermanos que actualmente viajan por el mundo en busca de las mejores sidras.

El inicio de la compañía fue un poco de destino y un poco de coincidencia. Una combinación de su amor por la comida, la bebida y los viajes, y el llamado propio de la herencia ya que su abuelo era de España.

Los Belliveau-Flores en un inicio pretendían abrir su propio bar de sidras, pero cuando se dieron cuenta de que el mercado de importación de sidra era casi inexistente, el rumbo del proyecto cambio de dirección.

“Tengo que decir que mi aspecto favorito de la sidra es la tradición de beberla. Desde la tradición asturiana ‘escanciar’, al compartir de las copas y las tapas”, dijo Anthony Belliveau-Flores en entrevista con AL DÍA.

“Lo más maravilloso de las sidras asturianas es su cultura. Uno nunca se siente completamente parte de un lugar hasta que bebe con la gente, degusta su comida y comparte el tiempo con ella”.

Fundada en el año 2011, la compañía comenzó con el propósito de compartir su amor por esta bebida histórica con clientes y entusiastas.

Su enfoque principal es en productores pequeños, de propiedad familiar con tradiciones de sidra regionales. Aspectos por los que Belliveau-Flores tiene un profundo respeto.

“Hace poco conviví con Henry Chevallier, de la sidra británica Aspall’s Cider. Su familia ha estado produciendo sidra por ¡275 años! Actualmente una gran cantidad de cerveceros están tratando de producir sidra, lo cual no me entusiasma mucho”, dijo Belliveau-Flores. “Compañías como MillerCoors ahora están tratando de hacer sidras, algo opuesto a lo que buscamos. Yo convivo con los productores y llego a conocer a sus familias. Me quedo a dormir en sus sofás. Es realmente increíble ver cómo han estado produciendo sidra por generaciones y me encanta apoyar ese tipo de producto en el mercado”.

En los últimos meses los medios sociales han declarado el renacimiento de la sidra en el mercado estadounidense. Belliveau-Flores asegura que aunque la sidras aún son una cantidad muy pequeña del mercado, se ha visto un crecimiento masivo y observa un interés generalizado.

Según un reporte de Impact Databank, que rastrea estadísticas sobre la industria del vino  y la cerveza para el portal WineSpectator.com, en 2012 las 10 mejores marcas de sidra en EE.UU. en conjunto crecieron 62 por ciento.

Aunque Rowam Importa inició hace tres año y su primer envío de sidra entró hace apenas dos, su crecimiento también ha sido rápido.

“Comenzamos en Nueva York y Rhode Island. Hoy distribuimos en 10 estados, incluyendo Pensilvania”, dijo Belliveau-Flores. “Actualmente representamos 70 tipos de sidras y hace unas semanas estrenamos un portafolio de sidras irlandesas”, dijo Belliveau-Flores.

De acuerdo con él, el mayor reto que enfrentan en su compañía al distribuir un producto tan esotérico es la educación de distribuidores y consumidores.

“Nuestros principales consumidores se encuentran en Nueva York, Washington y Oregon. En los tres años de nuestra compañía el cambio que hemos notado es que en un inicio nos preguntaban ‘¿esto está hecho de manzanas?’. Ahora se me acercan y me hablan del tipo de manzanas que les gusta en su sidra”, dijo Belliveau-Flores.

Agregó que las sidras norteamericanas están desarrollando productos muy interesantes con tintes muy innovadores.

“Creo que su consumo realmente está volviendo porque hay una mayor apreciación por los productos agrícolas en este país”, dijo Belliveau-Flores. “La gente realmente está regresando a prácticas alimentarias más sostenibles con el desarrollo de cultura de alimentos local”.