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Tom Cruise interpretando al piloto Barry Seal en ‘American Made’ . David James / Universal Pictures
Tom Cruise interpretando al piloto Barry Seal en ‘American Made’ . David James / Universal Pictures

‘American Made’: Sobre cómo hacer dinero fácil denunciando el fenómeno del dinero fácil

La más reciente aparición de Tom Cruise en la pantalla gigante relata la historia del piloto estadounidense Barry Seal, involucrado en negocios de drogas con…

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Detrás del piloto estadounidense Barry Seal (Tom Cruise) hay una historia de vida compleja, que bien podría ser narrada de un modo que confrontara al espectador y lo obligara, sino a repensar su propia vida, al menos sí a cuestionar ciertos fenómenos sociales relacionados con el problema de las drogas. 

Lo que hacen el guionista Gary Spinel y el director Doug Miman (‘Edge of tomorrow’, ‘Jumper’) en ‘American Made’ es algo muy distinto. Su prioridad es estimular, exagerar, vender una experiencia vertiginosa y ante todo placentera. Así es que el énfasis está puesto en el encanto del personaje y no en su complejidad. 

En lugar de tratar el escenario, Sudamérica, desde su crisis social, lo abordan desde el exostismo. La acción, así mismo, no progresa de manera natural, sino que avanza precipitadamente para conducir al instante que todos esperan: la caída del héroe corrompido. 

Y después está la sonrisa de Tom Cruise, explotada de todos los ángulos posibles. 

No hay pistas sobre la psicología del personaje, no está claro por qué persigue más millones de los que puede gastar, a pesar de la presión de Pablo Escobar y del gobierno estadounidense.

Lo único que queda claro es que tiene una gran sonrisa, que es un hombre encantador.

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Hay tantas tomas de Tom Cruise sonriendo detrás de sus gafas oscuras, que rápidamente se pierde la cuenta. La sucesión de primerísimos planos (‘close ups’) sobre la cara del protagonista es, por decir lo menos, escandalosa. 

El objetivo está claro. Aunque la narración trata de disfrazarse de crítica social -mostrando tímidamente la hipocresía del estadounidense dispuesta a enriquecerse a manos de los mismos compradores de droga que castiga-, la realidad es que su finalidad es siempre la seducción. 

El filme ha sido catalogado por varios críticos como una tentativa de humor negro. Quizá sería mas acertado decir que se trata de un mal chiste. En últimas, el problema social que se busca denunciar -la hipocresía del dinero fácil- es justamente lo que motiva la producción de este tipo de películas.

En 1997, Barry acepta viajar a Sudamérica para fotografiar grupos comunistas usando un avión de la CIA. Barry parece ser un hombre impulsivo y al mismo tiempo temerario. 

Al volar sobre tierras suramericanas, lo hace a una distancia desaconsejable para un espía que no quiere ser descubierto. 

El problema es que nunca entendemos sus motivaciones. Sabemos que tiene una esposa, Lucy (Sarah Wright), a la que promete mucho dinero para pagar el seguro médico de su familia. Esa es, quizá, la pista más profunda sobre el personaje y sus razones para hacer lo que hace. 

Después, queda entender por qué decide no ponerse en contacto con la CIA cuando es secuestrado por Pablo Escobar y forzado a ingresar cientos de kilos de cocaina a Estados Unidos. 

Todo, aparte de su sonrisa, es un gran misterio.

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