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Los 160 alumnos de la escuela se presentaron con ‘Tabula Rasa’, la primera pieza de la actuación con la que los alumnos de la escuela despidieron el curso 2014/2015. Alexander Iziliaev.
 

 
Los 160 alumnos de la escuela se presentaron con ‘Tabula Rasa’, la primera pieza de la actuación con la que los alumnos de la escuela despidieron el curso 2014/2015. Alexander Iziliaev.
 

 

Al son de la joven escuela del Pennsylvania Ballet

Sábado 6 de junio de 2015. Unos minutos más tarde de las 19.00 se abrió el telón en el Annenberg Center for the Performing Arts. La primera performance de fin…

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Sábado 6 de junio de 2015. Unos minutos más tarde de las 19.00 se abre el telón en el Annerberg Center for the Performing Arts; tras él, perfectamente colocados en sus puestos, se encuentra un nutrido grupo de niños: los benjamines de la escuela del Pennsylvania Ballet. Al son de la melodía entonada por el pianista Noah Farber y coreografiados por la directora de la escuela, la ex bailarina Arantxa Ochoa, se presentan los 160 alumnos de entre cinco y 19 años que componen la cantera de la compañía. ‘A Glorious Beginning’, la primera performance de fin de curso de los jóvenes miembros de The School of Pennsylvania Ballet, ha dado comienzo.

Pensada como un homenaje a su fundadora, Barbara Weisberg, presente entre el público y visiblemente emocionada; la actuación continuó con ‘A light exists in Spring’, una coreografía de Durante Verzola interpretada por el trío de bailarines Juliette Jones, Sophia Nelson y Michael Matthews.

Verzola también firmó ‘Concerto D’Oro’, la siguiente parada del programa, que reunió a cerca de una veintena de alumnos de los niveles avanzados, para disfrute de un orgulloso y enfebrecido público que no paró de aplaudir en toda la velada. 
Entre los presentes se encontraban Arantxa Ochoa y el nuevo director artístico del Pennsylvania Ballet, el español Ángel Corella; quienes aprovecharon el intermedio de ‘A Glorious Beginning’ para agradecer, tanto a Weisberg como a los padres de los 160 niños allí congregados, su innegable contribución e inmenso apoyo al desarrollo de la escuela y, por consiguiente, del arte del ballet en Pensilvania.

Una de las piezas estrella del Ballet de Pensilvania, ‘Serenade’ (del legendario coreográfo ruso George Balanchine), fue la elegida para poner el broche de oro a ‘A Glorious Beginning’ con la ayuda de más de una veintena de jóvenes miembros de la escuela; un grupo encabezado por los bailarines Katherine Rotz, Elisabeth Malanga, Aubrey Kazimi, Michael Holden y Devaughn McGann. 

Alexander Iziliaev.
 

Diez miembros de raíces latinas

El Pennsylvania Ballet no es el único que cuenta con bailarines con acento español —Corella y el trío de bailarines cubanos formado por Mayara Pineiro, Etienne Diaz y Arian Molina—. La representación de la cultura latina también se deja sentir en su escuela. Desde su directora (Ochoa es española), quien confesó durante la permormance sentir como si tuviera 160 hijos, hasta nueve de sus alumnos.
Entre ellos se encuentra una pareja de hermanos de raíces mexicanas (por parte de sus abuelos), Tino y Maria Karakousis, que llevan bailando dos y ocho años, respectivamente. Maria comenzó con tan solo dos y destaca “el movimiento y la gracia que te da”; mientras que Tino confiesa, “me gustan muchos los brincos”.
Además del país mexicano, Cuba, República Dominicana y España son otras de las nacionalidades latinas que están representadas en la escuela a través de unos alumnos que no ocultan su pasión por el ballet tanto durante su formación como sobre el escenario: “Cuando estoy en el escenario siento algo que nunca puedo sentir en ningún otro lugar. Ser capaz de poder experimentar eso es algo único”.