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Rawayana retoma sus ritmos indie tras una elipsis de tres años

El conocido colectivo de músicos venezolanos retorna a la escena con el videoclip de adelanto del que será su futuro álbum adelantando ya ciertas mutaciones…

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Ayer nos sorprendía a todos el lanzamiento de “Mi amigo Luis” de los conocidos venezolanos Rawayana por el continuado silencio en el que andaba sumida la banda pero también por la aparición de ciertas tonalidades que confirmaban nuevos rumbos en el álbum por venir en 2021. Y es que tres años de silencio es mucho tiempo. Algunos empezaban a pensar en si la inconmensurable fama de de High, la canción de su último disco en 2016 en colaboración con Apache que ha llegado a cientos de millones de personas, o los matrimonios y asuntos personales habían llegado a frenar el proyecto. Pero no, parece que estaban hibernando para eclosionar. 

Nos encontramos con un tema en que sus habituales mezclas entre el reggae y el ska en clave indie viran hacia sonidos más cercanos al neo-soul o al jazz. Se trata de una pista triste, o más bien melancólica, y es que nos habla de un amigo ausente fallecido en un accidente de moto varios años atrás y de la horrible costumbre de cierta masculinidad latinx que no se preocupa por decir lo que siente en el momento. Así pues, “Mi amigo Luis” se convierte en un lamento retrospectivo pero también en un bello homenaje al recuperar su lema para la canción: “siempre fresh”.

En sus propias palabras: “Esta canción rinde homenaje a una amistad. Cuando empezamos, hacíamos música para nuestras amistades y luego toneladas de personas empezaron a conectar con la esencia de esa hermandad que es para nosotros un retorno a nuestras raíces. […] Esta canción tiene un propósito… recordar siempre que no es excesivo repartir amor a los que nos rodean y que el mejor momento para hacerlo es en el presente mientras residen todavía en esta dimensión”. 

El video también profetiza nuevas estéticas respecto a los aires tropicales y de reggae de los álbumes Rawayanaland (2013) o Trippy Caribbean (2016), que llevaba a la gente a imaginarlos en clave psicodélica o stoner. En esta ocasión está protagonizado por bailarines abanderados por Brandon Miel Masele y dirigido en el interior de una iglesia parisina por Pierre-Loys Joubert que otorga gran corporalidad a la letra de la canción y parece querer aproximarse al indie más melancólico, cercano al jazz.

Rawayana empieza a trabajar en 2007 y nace como una banda de cuatro personas en 2009 en la escena alternativa caraqueña con el sencillo “Fuego Azul”. En 2011 publicó su primer álbum, “Licencia para ser Libre”, que se autodefinía como trippy-pop y parecía una de las propuestas más frescas del panorama. Con sus mencionados discos de 2013 y 2016 exploraron los recovecos de su propia etiqueta musical, firmando con una discográfica de Miami y con importantes colaboraciones como las de Apache, Natalia Lafourcade o Cultura Profética. 

En los siguientes años se convirtieron en una de las bandas más prometedoras del indie latinoamericano y mundial con una gira que abarcó más de cuarenta países en el mundo. Tras tan intenso ascenso, era normal que se tomaran algo de tiempo, lo que terminaron siendo tres largos años. Ahora sabemos ya que en enero tendremos un nuevo álbum y las promesas de “Mi amigo Luis” no hacen más que hacer más interesante la espera.

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