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Philadelphia is now a Mecca of sorts for food enthusiasts, built by the hand of immigrants like Alma & Marcos Romero, Gisselle Poveda, Miguel Toro, Jezabel Careaga, Javier Rios Sandoval and Owen Kamihara, who have contributed to making our city one of the most diverse urban centers on the East Coast. 
Filadelfia es ahora una especie de Meca para los entusiastas de la comida, construida de la mano de inmigrantes como Alma y Marcos Romero, Gisselle Poveda, Miguel Toro, Jezabel Careaga, Javier Rios Sandoval and Owen Kamihara quienes han contribuido a…

(OP-ED) El presupuesto de "minority media” y la promoción del Turismo a Filadelfia

Se es “minoría” porque alguien así lo decide.

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En los 25 años que mi familia y yo hemos tenido la fortuna de publicar AL DÍA, hemos experimentado lo doloroso que puede llegar a ser que tu operación empresarial de medios de comunicación, y tu periodismo, sean categorizados como “minoritarios” o “étnicos”.

No parece que fuera una etiqueta perjudicial, incorporada como está en la terminología oficial de las agencias de publicidad, o el lenguaje de los ejecutivos de marketing o de los responsables de la toma de decisiones finales sobre el presupuesto. Sin embargo, su inconsciente y odiosa semántica determina al final cómo se gasta el dinero.

Se es “minoría” porque alguien así lo decide. En el caso de AL DÍA, nos vemos aún más disminuidos por la etiqueta adicional -en el estigma del negocio de los medios de comunicación- de ser “Spanish”, “Hispanic” y una empresa “propiedad de personas de color”, y últimamente “brown”, ya que el nuevo término “Black and Brown” comienza a adoptarse.

 Lo que al principio era un motivo de orgullo -ser llamado “hispano”- se convierte en un confinamiento humillante cuando rápidamente descubres que la categoría de “minoría” bajo la que te colocan,  “los negros, los asiáticos, los nativos americanos y también los LGBT”, deja a tu empresa de comunicación y a su periodismo original -sin importar la calidad y el nivel profesional que posea- en uno de los últimos compartimentos de estas múltiples categorías y sus correspondientes asignaciones presupuestales.

Estas interminables subcategorías de división y sustracción dejan sobre la mesa sólo unos centavos del dólar original asignado en el presupuesto publicitario general, todavía dividido en su mayor parte en beneficio de los medios de comunicación “mainstream,” y de propiedad de entes corporativos.

El “presupuesto de los medios minoritarios” se justifica entonces y se promulga y parece lógico e incluso equitativo, aunque siempre es de un solo dígito porcentual, manteniendo a los medios etiquetados como “minoritarios” encadenados a un estatus especial que se traduce en menos recursos y menos capacidad de funcionamiento.

 La paradoja es que el término, creado inicialmente “para proteger a los grupos minoritarios comúnmente discriminados”, se convierte en el mecanismo más eficaz para perpetuar la desigualdad y el paternalismo para los medios nuevos y emergentes, medios que durante años han hecho un trabajo que los “medios principales” son incapaces de hacer, o no están dispuestos a hacer.

Es indispensable poder informar sobre la nueva América multicultural, la América del siglo XXI, donde las antiguas “minorías” ya han dado toda la vuelta a la tuerca y se han convertido en las verdaderas mayorías, numéricamente, sobre todo en ciudades como Filadelfia.

Me siento muy orgulloso del periodismo de primera clase realizado esta semana por el equipo de redactores, editores, fotógrafos y diseñadores multiculturales de AL DÍA, que han sacado de las sombras a los héroes anónimos de la recuperación económica post-Covid: los restauradores que han hecho de Filadelfia una de las ciudades más cosmopolitas del país, aún no reconocida por quienes reparten el presupuesto de acuerdo a una nomenclatura racial anticuada y -digámoslo de una vez- con el trasfondo racista que la rodea.