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Reforma Al Sistema de Salud: Urgente y Moralmente Necesaria

No hallamos mentiras ni bravuconería en el mensaje del Presidente Obama; no observamos el cobarde blandir de armas de fuego ni las altisonantes expresiones de…

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La reforma al sistema de salud debe realizarse urgente y decisivamente, con la convicción característica de quien actúa ante una intolerable y extremadamente perjudicial injusticia.

 

No reformar el sistema de salud para proteger los derechos de los consumidores que sí pueden procurarse un seguro privado, ante los abusos de las compañías de seguros sería irresponsable.

No proveer cuidado de salud para aquellos que trágicamente no pueden sufragar su costo es inhumano e inmoral.

No salvaguardar los programas Medicare y Medicaid frente al malgasto hecho posible por la deplorable corrupción  y abuso, haría del gobierno cómplice de ese fraude.  Imponer un seguro básico para aquellos que irresponsablemente no contribuyen su parte al costo es cuestión de sentido común.

No reformar el insostenible sistema de salud, que lleva la mayor parte del déficit fiscal, pronto sumirá al gobierno federal entero en bancarrota.

No reformar el sistema de salud sería inconcebible.

Aún así el dogmatismo que predica fanáticamente que una “opción pública” o someter al sistema de salud a la regulación del gobierno introduciría consigo el socialismo y comunismo en América, aún se da modos de insidiosamente dañar la mismísima inteligencia de toda una nación.

El costo estimado de la reforma al sistema de salud sería menor que el costo de la injustificada guerra en Irak, costaría menos que las exenciones tributarias a las grandes corporaciones y a los extremadamente ricos, costaría menos que el robo del que han sido objeto Medicare y Medicaid en las pasadas tres décadas.

No hallamos mentiras ni bravuconería en el mensaje del Presidente Obama; no observamos el cobarde blandir de armas de fuego ni las altisonantes expresiones de odio.

Aún así el Presidente tuvo que escuchar en medio de su discurso la acusación de ser un mentiroso, cuando hizo referencia a que la reforma no brindaría seguro de salud a “inmigrantes ilegales”, incidente que revivió las vergonzosos concilios de las pasadas semanas.  “No es cierto,” contestó el Presidente, quien en contraste se mantuvo no simplemente calmado, pero se mostró ante todo digno.

El puro enfermizo prejuicio contra un Presidente Afro-Americano y contra los inmigrantes quizá explique por qué algunos individuos hacen claras sus intenciones de matar, conspicuamente asistiendo a demostraciones en contra de la reforma, luciendo rifles de asalto y cargando varias rondas de munición.  Qué apropiado réquiem a los degenerados asesinos adolescentes de Columbine.

El odio no entiende razones.  El odio no conoce límites.  No llevar a efecto la reforma al sistema de salud en beneficio de los 300 millones de estadounidenses, porque quizá unos cuantos “inmigrantes ilegales” –seres humanos que viven esclavizados en el limbo- se puedan beneficiar de tal reforma, es tan absurdo como abogar contra suministrar agua limpia y potable al pueblo estadounidense porque quizás unos cuantos “inmigrantes ilegales” se les ocurra beber de esa misma agua.

Esta es una cuestión moral.  El gobierno y la gobernabilidad de toda una nación dependen de que frontal y prestamente sea abordado.  ¡Es en verdad tiempo de actuar!

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