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La latinización de la política hacia Latinoamérica

A nadie debiera sorprender que el primer presidente afroamericano de Estados Unidos esté nombrando un número sustancial de latinos en el Gobierno. La minoría…

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A nadie debiera sorprender que el primer presidente afroamericano de Estados Unidos esté nombrando un número sustancial de latinos en el Gobierno. La minoría más grande del país, que representa más de 15 por ciento de la población, votó por el mandatario Barack Obama con un margen de dos a uno.

Muchas de estas designaciones corresponden a cargos responsables de delinear las políticas hacia Latinoamérica. Para algunos esta decisión es un signo de encasillamiento, para otros representa la subcontratación de la política exterior estadounidense a un grupo étnico de electores potenciales.

En realidad, no es lo uno ni lo otro, sino un poco de ambos.

Algunos hechos lo demuestran. Por primera vez en la historia de Estados Unidos, los hispanos tienen un representante en una Subsecretaría del Departamento de Estado. María Otero, de origen boliviano, es subsecretaria para Democracia y Asuntos Globales. Sus responsabilidades en esta dependencia no están limitadas a Latinoamérica sino son más generales. Sin embargo, ella ha dedicado buena parte de su carrera a microfinanzas en la región.

El diplomático de mayor rango para este territorio, Arturo Valenzuela, es el primer latino en ser confirmado como secretario asistente de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental en una administración demócrata.

Obama también nombró a Carlos Pascual y Vilma Martínez como embajadores en México y Argentina, respectivamente. Más recientemente, nominó a Raúl Yzaguirre y Mari Carmen Aponte como representantes diplomáticos en República Dominicana y El Salvador.

Por mucho tiempo he creído que el mejor antídoto contra la negligencia de Washington hacia sus vecinos del sur son los latinos en este país. Entre más crezcan como fuerza política, más serán escuchadas sus preocupaciones sobre las relaciones entre Estados Unidos y la región. Bajo este punto de vista, estas investiduras son un desarrollo positivo que refleja esta influencia en expansión.

Muchos también podrían argumentar que la atención que recibirá Latinoamérica será mayor y mejor con más latinos en el poder. Arturo Valenzuela es un buen ejemplo de esto. Cuesta imaginar un funcionario mejor informado que el académico chileno-americano que ha pasado 40 años estudiando la región.

No obstante, varios expertos de Washington consideran que Valenzuela es una excepción a la regla entre los nombramientos del presidente Obama. Si bien reconocen el poder creciente de los latinos, este grupo cree que en momentos críticos como estos se requiere que la experiencia y el compromiso hacia la región más que la conveniencia política sean determinantes a la hora de escoger quiénes ocuparán estos cargos públicos.

Algunas posiciones, en particular, son responsables de materias que parecieran ser demasiado problemáticas. Por ello, parecería un riesgo nombrar a individuos con escasa experiencia en la región.

Por ejemplo, el mandatario estadounidense ha sugerido que la política hacia Cuba irá potencialmente en una nueva dirección. Sin embargo, la persona designada para ser la subsecretaria asistente para América Central, Cuba y el Caribe, Julissa Reynoso, es una abogada de 35 años de origen dominicano y activista de Nueva York. Aunque, sin duda, ella es una persona segura de sí misma y con talento, tendría que enfrentar a algunos de los personajes más implacables en la política estadounidense.

Más significativa será, tal vez, la habilidad diplomática de funcionarios encargados de proteger el orden democrático en Latinoamérica de una mejor manera. En este momento, la democracia pende de un hilo en varios países del continente. Por esta razón, en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA), Estados Unidos tendrá que convencer a aliados en la región sobre la necesidad de desarrollar mecanismos para defenderla.

Hay que reconocer que la OEA es un viejo club de caballeros con diplomáticos reacios al cambio. Nombrar a Carmen Lomellin, una respetada defensora de los derechos de la mujer, como la principal representante estadounidense en la organización, quizás no contribuya a alcanzar esta meta esquiva.

Más allá de esos cargos importantes, la designación de personas que se han destacado por defender intereses latinos podría ser una ventaja. Difícilmente, hay un modelo mejor en este grupo que Yzaguirre, un prominente líder latino que no teme decirle la verdad a dirigentes y que cuenta con la experiencia de una vida construyendo coaliciones.

Como indicó Michael Shifter, vicepresidente de Diálogo Interamericano, un grupo de estudios políticos en Washington: “Lo más importante es que la gente que Obama escoja, ya sean latinos o no, asuma su cargo con seriedad, compromiso, con deseo de hacerlo bien y que tenga buen instinto y capacidades”.

Vale destacar que los funcionarios latinos con años de experiencia en asuntos de la región no siempre han demostrado ser una buena opción. Dos de los predecesores de Valenzuela durante el mandato de George W. Bush, Otto Reich y Roger Noriega, tenían la veteranía, pero también la obsesión anticastrista que produjo un estilo ideológico y arrogante que afectó las relaciones.

En este contexto, también surge la inquietud acerca de cómo son recibidos y percibidos estos representantes del Gobierno estadounidense por sus vecinos. Pete Romero, quien ocupó el cargo que hoy ostenta Valenzuela en el período de Bill Clinton (aunque nunca fue confirmado en tal posición), recordó haber tenido que demostrar a funcionarios latinoamericanos que no estaba en ese puesto simplemente por ser hispano.

La mejor forma de eliminar ese prejuicio, dijo Romero en una entrevista, es tener una “política activa y dinámica hacia la región” y demostrar que uno cuenta con la atención del Secretario de Estado cuando más se necesita.

(Marcela Sánchez ha sido periodista en Washington desde comienzos de los noventa y ha escrito una columna semanal hace siete años.