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Cuestión de orgullo

El 2009 comenzó en Cuba con la celebración de los 50 años de la Revolución.

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El 2009 comenzó en Cuba con la celebración de los 50 años de la Revolución.

Este jueves 1 de enero se cumplió medio siglo del triunfo encabezado en 1959 por Fidel Castro contra Fulgencio Batista.

Fue el aniversario de los 50 años de un triunfo contra una dictadura, pero no fueron grandes los festejos programados y es fácil adivinar por qué. El 2009 Cuba enfrentará un déficit fiscal del 5,6 por ciento del PIB, entre muchas otras desalentadoras cifras económicas, y además no hay que olvidar los tres huracanes que sumieron a la isla en el 2008 y le dejaron pérdidas por más de mil millones de dólares.

Paralelo a los cincuenta años de la Revolución, se “celebran” los 46 de un embargo por parte de Estados Unidos, que también incluye restricciones de viajes y remesas.

Son 46 años en los que sus partidarios han dicho que no se puede premiar con las divisas del turismo y el comercio con Cuba a un régimen castrista; tiranía que ha ejecutado y encarcelado a miles de cubanos.

Pero realmente el aniversario es el de los 46 años que no ha funcionado el bloqueo económico y que sí ha puesto en bandeja de plata una excusa a Castro para los fracasos de su comunismo caribeño.

Y no ha funcionado porque sencillamente es una medida basada en pura politiquería y, especialmente orgullo y hasta obsesión, que además no ha impedido el flujo de productos estadounidenses hacia Cuba.

El problema es que en la mitad de esta “reliquia de la Guerra Fría” ha quedado en Cuba –no en Miami– un pueblo cubano empobrecido, sin democracia, con muchos “ojos y oídos” de los comités del régimen y desconectado del mundo y de sus familias. Sólo Estados Unidos, Israel y la isla de Palau votaron a favor del embargo económico en la más reciente votación en la Asamblea General de la ONU, mientras que 185 países votaron en contra. Son 17 años consecutivos que este organismo multilateral ha votado en contra de dicho bloqueo.

Este
20 de enero, veinte días después del aniversario de los 50 años de una
revolución gastada con unos líderes gastados, el llamado a la sensatez
tiene una esperanza. Con la investidura del nuevo presidente
de Estados Unidos, Barack Obama, quien ha reiterado su oposición a la
actual política estadounidense al respecto, puede haber una oportunidad
de poner fin a este absurdo embargo comercial y financiero impuesto por
Washington desde hace casi medio siglo. 

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