Retratos de olio de los vecinos del Golfo
HOUSTON – Un amigo, propietario de una casa en la
región costera del Golfo, señaló hacia una dirección del noreste. “Nueva
Orleans está ubicada aproximadamente allí”, dijo, indicando con su gesto unas
250 millas náuticas del otro lado del Golfo. Un poco más abajo al este se
encuentra Tampa. Más al sureste está La Habana. Un poco más al sur y al
suroeste están la Península del Yucatán
y la ciudad portuaria de Tampico, en México, ubicadas a la orilla del
Golfo de México.
Después
de la catástrofe del derrame de petróleo de BP, muchas personas comenzaron a
darse cuenta de esta vastedad acuática en relación con otros lugares regionales.
Mi amigo dice que es importante saber quiénes son tus vecinos en el mundo.
A
veces el mirar un mapa puede revelar más que la opinión popular. Consideremos,
por ejemplo, a Peggy West, miembra de la Junta de Supervisores del Condado de
Milwaukee, quien suscitara aullidos cuando se declaró a favor de un boicoteo de
Arizona por su legislación “hay que pedirles documentos”, aunque no parecía
saber que Arizona tiene frontera con México.
El
periódico The Arizona Daily Star informó que
el senador por Arizona, John Kyl, (republicano) le ofrecía a West un mapa en el
que trazó con plumón amarillo donde aquel estado comparte la frontera con
México. No es de sorprenderse que un video del error de West se volvió cual
virus y suscitó un montón de carcajadas por todas partes. Una página web
cristiana citó Proverbios 17:28: “Aun el loco cuando calla, es contado por sabio; el que
cierra sus labios es entendido”.
No obstante,
dudo que la referencia bíblica haya querido poner la herradura en el guante de
boxeo, aunque así fue cómo se usó la cita de Proverbios. Mientras tanto, el
consejo municipal de San Antonio, que reside a unas 135 millas de la frontera,
aprobó una resolución condenando a Arizona.
El
asunto fronterizo claro que no se trata de la objetividad y de la política
pública. Se han gastado o desgastado en exceso miles de millones de dólares, y
se han desplegado guardias de la patrulla fronteriza y guardias nacionales
durante demasiados años como para que las autoridades admitan haber juzgado
mal. Hay demasiadas personas dispuestas a fundirse el temor en sí mismos con
referencia al tema. Hay, francamente, demasiado capital político del que
valerse, aún cuando se recauda al costo de muchos cadáveres humanos en el
desierto.
Se
ha asentado una especie de irrealidad.
Felizmente,
un ensayo en la revista The Independent Review,
titulado, “If Mexicans and Americans Could Cross the Border Freely” (Si los mexicanos y los estadounidenses pudieran cruzar
libremente la frontera) de Jacques De La Croix y Sergey Nikiforov, es una
discusión que viene a cuentas. A los que les gusta oír sólo el lado de lo que
está a favor se van a molestar al oír lo que es razonable de lo que el lado que
está en contra cree. Pero lo nuevo y refrescante del ensayo es que el ensayo
toma en consideración realidades fundamentales, y no mitos.
De
alguna manera, el Senador Kyl tiene razón. México, los EE.UU. y Canadá son como
tres libros sobre una repisa, el uno al lado del otro, diferentes de los libros
sobre otras repisas, o que están en otra sección. Es importante conocer la
geografía.
Uno
de los problemas con ponerse neurótico con los mexicanos migrantes al
territorio estadounidense es que trunca la discusión y los escenarios
razonables. De hecho, los ensayistas tienen las agallas de forzar el argumento:
la relación de los EE.UU. con México es única. No tiene que confundirse con la
inmigración de Italia o de Senegal ni con “inmigración” de la manera en que a
los restrictivos les gusta discutirlo.
Si
se piensa en términos de la geografía, tenemos problemas de migración para los
tres vecinos norteamericanos y problemas de inmigración para el resto del
mundo.
Se
beneficiarían las naciones vecinas con ver cómo la Unión Europea protege las
fronteras nacionales pero permite migraciones en las que personas vecinas
circulan libremente. Pueden establecer negocios, buscar empleo, enviar dinero a
casa, y quedarse el tiempo que sea práctico. Pero los migrantes europeos no
tienen el derecho a la ciudadanía ni al voto en los países a los que emigran.
Los
escritores admiten que es posible que esta solución no surge por lo que la
“imaginación estadounidense estará lidiando mayormente con caricaturas de
pesadilla” y menos con realidades prácticas.
Pero
dados el vacío de realidades y la tontería de los insultos que profieren
personas ya adultas, ¿no se pensaría que vendría a bien una lección geográfica?
El saber dónde te encuentras sobre un mapa es una ventaja y no es una
experiencia temerosa. Como persona norteamericana, ¿no tendrías que tener el
derecho de visitar, vivir y explorar tu continente en el que un mapa te sirve
de guía?
[José de la
Isla redacta un comentario semanal para Hispanic Link News Service y es autor
de The Rise of Hispanic Political Power (2003). Su último libro, auspiciado por la Fundación Ford, se encuentra
en versión digital gratuita en www.DayNightLifeDeathHope.com.
Comuníquese con él a: joseisla3@yahoo.com].
©2010
LEAVE A COMMENT:
Join the discussion! Leave a comment.