Cuando se trata de la burocracia estadounidense en materia de inmigración, hay una cosa con la que los recién llegados a los Estados Unidos pueden contar: Las tasas seguirán aumentando.

La administración Obama anunció planes para incrementar las tasas para formularios de inmigración en el 10 por ciento.  El director de los Servicios de inmigración y Aduanas (USCIS), Alejandro Mayorkas, dice que necesita cubrir una brecha presupuestaria de $200 millones para el siguiente año fiscal.  En vista de que su agencia debe autofinanciarse casi en su totalidad, ya que así lo requiere el Congreso, el peso de encontrar los fondos siempre caerá sobre los hombros de quienes siempre pagan: Los inmigrantes.

Bajo la propuesta, los inmigrantes deberán pagar $985 para aplicar por una “Green Card” respecto de los $930 que costaba.  Aplicar para una autorización de empleo se incrementará de $340 a $380.  Otra tasa para recabar huellas digitales y otros datos biométricos se incrementarán de $80 a $85.

Por lo menos la  tasa para el paso final –el de la ciudadanía- no se incrementará.  Se mantendrá en $595.  Otras tasas incluso se han reducido levemente.  Esa flexibilidad es un mérito para una agencia mas bien notable por su reputación de presentar a los aspirantes un sólida pared de hostilidad burocrática.

La agencia del señor Mayorkas debería hacer más para facilitar que a los inmigrantes pobres se les exonere de las tasas.  La agencia permite exenciones pero carece de un sistema claro mediante el cual los aspirantes puedan conseguirlos.  La agencia se está esforzando por estandarizar un proceso para aplicar para las exoneraciones, para evitar las decisiones de momento a merced de funcionarios que evalúan las posibilidades de pago del aspirante.

El señor Mayorkas dice que más personas podrían calificar si la agencia se esmerara un poco más por ayudarlos –citando como ejemplo el caso de la asistencia a los haitianos que aplicaron para el Estatus de Protección Temporal (TPS) luego del devastador terremoto de enero.  En esto estamos concordamos.

El país gasta miles de millones en la operaciones de vigilancia en la frontera y en los lugares de trabajo con el solo propósito de mantener a los inmigrantes ilegales fuera.  Pese a ello persiste en rehusarse a financiar un sistema más eficaz para dar la bienvenida a inmigrantes legales.

La inmigración ha hecho tanto para lograr que el país crezca y prospere, no obstante el público estadounidense se rehusa a financiarla.  El Congreso debería sostener más  del peso total para financiar al sistema.

Editado y traducido por AL DÍA