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Halloween: Ojo con los pederastas

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Mientras millones de niños en EE.UU. se preparan ilusionados para la noche de Halloween, muchos padres recurrirán a la tecnología para evitar que tras la puerta a la que llamen sus hijos para pedir dulces se esconda un pederasta.

En la noche del 31 de octubre, millones de niños estadounidenses se disfrazarán para recorrer su barrio de casa en casa pidiendo caramelos al grito de "treat or trick", algo así como "o me das dulces o te expondrás a terribles travesuras".

Muchos padres, mientras tanto, tiemblan de miedo y no precisamente porque sea Halloween: ¿se esconderá un pederasta detrás de esa puerta decorada con calabazas y fantasmas? ¿Cómo encontraré a mi hijo si no vuelve a casa al caer la noche?

Los últimos avances en tecnología GPS se han convertido en Estados Unidos en la principal arma de padres preocupados por la seguridad de sus hijos, aunque algunos expertos advierten de que estos aparatos no son la panacea.

El dramático caso de Jaycee Dugard, la joven californiana que permaneció secuestrada por un pederasta durante 18 años y encontrada el pasado agosto, ha incrementado aún más la preocupación por los casos de desaparición de menores.

Aproximadamente 800.000 niños desaparecen cada año en EE.UU., aunque muchos son casos de fugas o secuestros por parte de uno de los padres. Unos 58.000 menores son secuestrados por extraños y un 1 por ciento nunca regresa a casa.

Entre los servicios más populares se encuentra una aplicación para el iPhone que lleva varios meses en la lista de las diez más descargadas y que permite localizar a las personas condenadas por delitos sexuales que viven en una determinada zona.

Esta aplicación se basa en la controvertida Ley Megan, que en EEUU obliga a los condenados por delitos sexuales a comunicar en todo momento su lugar de residencia, independientemente del tiempo que haya pasado y de si han cumplido ya su pena.

Los datos son públicos y están también disponibles en la red.

Una rápida búsqueda permitió hoy a esta periodista enterarse de que hay diez condenados por delitos como violación o pederastia en su distrito postal, algunos a pocas manzanas de su casa. La lista ofrece la dirección exacta e incluso fotos de cada uno de ellos.

En Antioch, California, donde Jaycee Dugard permaneció secuestrada dos décadas, existen 113 personas en la lista sobre una población de 100.000 habitantes.

ThinAir Wireless, la empresa de esta aplicación para el iPhone, asegura que 10.000 usuarios utilizan cada día este programa, que ya ha sido descargado más de un millón de veces desde su lanzamiento.

"Vemos realmente una necesidad para esta aplicación", dijo a Efe Trip Wakefield, consejero delegado de ThinAir Wireless.

"Cuanta más luz arrojemos sobre esta cuestión, mejor, y con suerte podremos reducir la frecuencia con que estos crímenes ocurren", añadió.

ThinAir Wireless destaca que su aplicación es especialmente útil porque permite localizar a los criminales -o, al menos, su residencia habitual- estemos donde estemos.

Si los niños van un día a visitar a un amigo o a un parque de otro barrio, la aplicación nos alertará de los ex-violadores o pederastas que viven en la zona.

El programa cuesta 1,99 dólares en EE.UU., aunque hay versiones gratis más básicas de este programa con menos actualizaciones y mapas más sencillos disponibles en iTunes, la tienda online de Apple, o Facebook.

Los críticos de este servicio y de la Ley Megan en general señalan que los datos no siempre están actualizados, se producen errores y no protegen a los niños contra agresiones sexuales de familiares o amigos de la familia, las más frecuentes según los expertos.

Desde el caso Dugard también ha aumentado en EEUU la popularidad de aparatos electrónicos con sistemas GPS, que permiten conocer en todo momento el paradero de los niños.

Existen en el mercado localizadores GPS y alarmas que se pueden enganchar en la ropa o introducir en la mochila del crío.

Los aparatos de la firma BrickHouse, por ejemplo, suenan o parpadean para ayudar al padre a encontrar a su hijo si lo ha perdido de vista. La compañía fabrica también alarmas que el niño lleva consigo y puede presionar si se siente en peligro.

Los expertos e, incluso, los fabricantes, advierten de que las alarmas sin GPS tienen poco alcance (unos 180 metros, generalmente) y que las baterías son limitadas, por lo que los padres tienen que seguir tomando precauciones.

Además, apuntan, pueden aumentar el riesgo de que los padres se relajen demasiado y descuiden su vigilancia, que nunca podrá sustituir a un aparato electrónico.

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