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No es un juego

En su libro Lo complejo: Cómo la Milicia Invade Nuestras Vidas, Nick Turse, periodista y editor galardonado con el premio del Instituto Nacional Tomdispatch…

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En su libro Lo complejo: Cómo la Milicia Invade Nuestras Vidas, Nick Turse, periodista y editor galardonado con el premio del Instituto Nacional Tomdispatch.com escribe que él es un producto de la década de 1980, la llamada generación del G.I. Joe.  Es testigo del inmenso poder de seducción que tuvo el muñeco vestido de militar en su vida y en la de sus compañeros.

En una entrevista a los medios de comunicación declaró: "Sólo después de muchos años advertí la estrecha relación de Hasbro, productora de los muñecos G.I. Joe, con la milicia.  En el 2003 el Departamento de Defensa de los EU. promovió el muñeco G.I. Joe, con Hasbro y  otras compañías manufactureras de juegos de video.  Así nació el juego electrónico First to Fight, de Microsoft Xbox, que originalmente era una herramienta desarrollada por la Marina estadounidense para entrenar a los reclutas.  Su libro revela que el juego electrónico fue creado bajo la dirección de más de 40 soldados activos de la Marina que combatían en las trincheras en Medio Oriente y dejaron sus puestos para desarrollar las mismas tácticas de guerra en el juego electrónico First to Fight.

Ésta relación simbiótica entre la milicia, los muñecos vestidos de soldados, y juegos electrónicos de guerra también ocurre en caricaturas, películas, y en la industria del entretenimiento, de tal manera que se ha creado un verdadero mundo de guerra virtual que entrena a niños y a soldados a combatir con tecnología de punta, desde la "cuna hasta la tumba".  Son muchos los juegos electrónicos que son utilizados por la milicia a gran escala para adoctrinar, desensibilizar, deshumanizar y finalmente reclutar a los jóvenes a la vocación de violencia legitimada en nombre del heroísmo o del patriotismo. 

 Kristopher Goldsmith, veterano de Iraq, confesó que la mayor influencia que tuvo en su juventud para  incorporarse al ejército y matar gente fueron los juegos electrónicos y las películas, que promueven la idea  de que la muerte y el desmembramiento son cosas ordinarias.  "Pierde uno la sensibilidad, la realidad se confunde con la fantasía, pero la realidad no es un juego." Los niños ya no idealizan a los policías o a los bomberos, sino idolatran a los soldados… no por defender a su patria, sino por usar el uniforme y las armas: el poder es un signo de masculinidad.  En combate mortal juegan a freírse, y utilizan el mismo lenguaje que los soldados en las trincheras, aprendido en los videojuegos. Goldsmith se incorporó al ejército norteamericano a los 18 años, y solicitó servir en la primera línea de ataque: "Estaba bajo la influencia de los medios y la paranoia del terrorismo; realmente creía que en los desiertos de Iraq había miles de armas de destrucción masiva."

Turse comenta que cuando la intervención de Iraq estuvo en su punto más débil se filmaba una película sobre la ocupación, y para hacerla más atractiva al  mercado global el escuadrón estacionado en Europa estaba integrado de elementos de diversas nacionalidades.  Pero la respuesta norteamericana ocasionó que se alterara el guión de la cinta, y se hiciera una solicitud de apoyo al Departamento de Defensa de EU para que enviara un consejero militar a dirigir  la película.  Así han surgido cientos de películas que idealizan las guerras y los combatientes al grado que, siendo ficticios, se convierten en héroes y recaudan millones de dólares en el mundo entero. 

Desde 1948 el Pentágono estableció una oficina especial de enlace. Aquellos productores y directores que estuvieran dispuestos a adaptar las películas a las directrices del Pentágono les era otorgado un financiamiento considerable y ayuda técnica, además de la utilización de importantes locales y recursos militares. Aquellos productores y directores que no tuvieran esta disponibilidad, les era reusado todo apoyo del Departamento de Defensa. El objetivo era apoyar las películas cuyos protagonistas fueran héroes de guerra, y que inspiraran a la juventud para lograr reclutar al mayor número de jóvenes al servicio militar.  Todo aquello que pudiera desvirtuar la imagen del ejército estadounidense debía ser eliminado de la pantalla. "Los soldados deben aparecer como estrellas de rock."

La milicia ha ocupado las pantallas grandes y pequeñas del mundo y también la industria del entretenimiento, y lo ha hecho con mucho mayor éxito que la ocupación real de Iraq y Afganistán.  Ya no vemos el slogan "Amor y Paz" por ningún lado, y menos vemos flores que salen de los fusiles.  El amor y la paz no son taquilleros, no venden armas,  no derraman sangre,  y no han sabido inspirar a las nuevas generaciones a vivir de otra manera. ¿Hemos cerrado los ojos a los horrores de la guerra?

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