El tema que con más esmero se evita en la filosofía occidental es el de la felicidad.  Los científicos evaden casi totalmente el estudio de la alegría, risa, humorismo y felicidad. ¿Qué relación tienen con el bienestar del ser humano? En ocasiones se pagan elevados honorarios a cómicos profesionales para hacer reír y, aunque nos encantan los payasos, es raro escuchar una risa espontánea en nuestra vida cotidiana cargada de tensiones y preocupaciones propias del mundo globalizado.  

Todos hemos tenido experiencias en las que una risa compartida ha cambiado lo que unos momentos antes era una relación tensa y ansiosa, convirtiéndola en otra cálida y productiva.  Por medio de la risa es posible destruir sin malicia la maldad, y aquél que tiene el valor de reír es casi tan amo del mundo como aquél que está preparado para morir. Los seres humanos podemos ser criaturas muy cómicas y la vida nos proporciona muchas oportunidades para reír. Todo lo que necesitamos es volver a aprender a hacerlo.

La risa es la distancia más corta entre dos personas. No existe forma más segura, rápida y espontánea de unirse a otros seres humanos que a través de la risa y la alegría compartida.  Nos quejamos constantemente de lo difícil que es sobrevivir en las condiciones presentes, de lo caro de la vida y, sin embargo, lo que es gratis, la alegría de vivir, no requiere de las personas otra cosa que no sea la vida misma. Ejemplo de lo anterior lo encontramos en los hospitales en que inclusive los cuadripléjicos, privados permanentemente de la facultad de mover sus extremidades, son capaces de sonreír y reír a lo largo de su vida y, en cambio, muchas  personas a su alrededor dotadas de salud, inteligencia y bienes materiales, se les observa carilargas y deprimidas.  

Se puede aprender mucho sobre el don de la vida de las personas con algún impedimento físico. Tienen en común un valor singular, buena disposición para arriesgarse. Se sobreponen a fracasos, poseen fe en sí mismas, maravillosa iniciativa, confianza en su singularidad creativa, capacidad de aferrarse a sus sueños y anhelos. Están en contacto con el creador y agradecen el don de la vida aunque sus circunstancias sean limitadas.

La alegría, buen humor, risas, son  instrumentos preciosos fácilmente accesibles para brindar bienestar a una relación; inclusive pueden emplearse para superar inhibiciones, tensiones y ratos de mal humor. En la creación el hombre es el único ser dotado de la capacidad de reír.  La risa en la vida del hombre cumple una función muy importante: Además de ser una de las manifestaciones de bienestar, biológicamente, la risa ayuda para una buena digestión, estimula el corazón, refuerza los músculos y activa la función cerebral.

El ser humano del nuevo milenio se caracteriza por pasarse la vida en una frenética búsqueda de la felicidad, en una constante y enloquecida persecución de la alegría.  Se queja de que sus relaciones son tediosas y actúa como si la felicidad se encontrara allá afuera, en alguna parte. Está vuelto hacia el exterior como ser físico que es, pensando que su felicidad se encuentra fuera de él. Cuando se atreve a volverse a su interior, descubre que su origen y felicidad están dentro de sí mismo, y éste es uno de los mayores descubrimientos de su vida.

No podemos buscar la alegría como quien busca una camisa extraviada. Nosotros hacemos nuestra propia felicidad, somos responsables de ella; la definimos para nosotros mismos y la experimentamos a nuestra manera.  Nadie puede ser feliz por nosotros, ni decirnos lo que debería hacernos felices, porque no hay nada en el mundo que nos puedan dar o quitar que nos aparte de la felicidad, a menos que nosotros lo decidamos.  Las personas más felices seguirán siendo felices aún si se las despojase de todo, con excepción de la vida; porque la alegría de vivir y la felicidad son simples estados de la mente y, como tales pueden ayudarnos a encontrar soluciones creativas aún en momentos terribles.  Cuando nos sentimos llenos de gozo, eufóricos y  alegres, estamos más abiertos a la vida; somos más capaces de ver las cosas con claridad y de controlar las tensiones cotidianas.

Avanzar en dirección a la espontaneidad: vivir plenamente, amar totalmente y sin temor,  albergar grandes esperanzas y jamás renunciar a los sueños es crear un medio ambiente pleno de sorpresas que fomente en nosotros un sentimiento de prodigio. Todo esto ayudará; pero la alegría sólo será nuestra cuando nosotros así lo decidamos. Casi todas las personas son tan felices como han decidido serlo.

La alegría llega a nuestras vidas cuando tenemos algo qué hacer, alguien a quién amar y algo por lo cual esperar. ¡Feliz año 2014!