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¿Las sociedades se tornan violentas y desalmadas por la nefasta influencia de sus espectáculos? La fuerza más poderosa y a la vez destructiva que tienen que…

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¿Las sociedades se tornan violentas y desalmadas por la nefasta influencia de sus espectáculos? La fuerza más poderosa y a la vez destructiva que tienen que enfrentar los padres de familia en nuestro mundo es el poder de la imagen. En su empeño por guiar a los hijos desconocen qué es más amenazador: la violencia y obscenidad de películas y canciones, o la cruda realidad que éstas reflejan. Debates acalorados giran en torno a la violencia que escala en todos los rincones de la tierra. 

George Gerbner, catedrático del Centro de Estudios sobre medios de comunicación en la Universidad de Pensilvania, ha recopilado datos y estadísticas durante varias décadas.  Su documental: 'Pantalla Asesina' muestra que las grandes corporaciones del entretenimiento en cinematografía y televisión promueven los temas de violencia porque es más fácil venderlos en el mercado mundial.  A diferencia de los temas cómicos o de fondo, la violencia "se vende bien" transculturalmente, y requiere poca traducción.

El provocativo análisis subraya el hecho de que siete horas diarias es el promedio frente al televisor en los hogares estadounidenses, y la violencia y obscenidad han escalado a un ritmo acelerado en los últimos 10 años, especialmente en televisión.  El documental muestra escenas terribles de las últimas películas, incluyendo caricaturas, de lo que hoy se denomina 'la violencia feliz' que consiste en presentar las más desalmadas escenas de sadismo dentro de un marco cómico.  Gerbner observa que por primera vez en la historia de las civilizaciones los valores que los niños y jóvenes aprenden no provienen de los padres, maestros, guías espirituales, o de tradiciones religiosas, sino de las grandes corporaciones mundiales del entretenimiento cuyo objetivo es obtener un mayor margen de utilidades.

Todos los países del mundo tienen un común denominador: gustan imitar la cultura pop de Estados Unidos y los estilos de vida que son glorificados en sus canciones, películas, series televisivas y videos. Cuando el aparato publicitario promueve el tipo de violencia sanguinaria y perversa que hace palidecer incluso a los animales salvajes, cabe la pregunta: ¿Los medios masivos de comunicación estadounidenses han caído en manos de desalmados? Diversas encuestas TIME/CNN  indican que sí.

La revista TIME  publicó en una ocasión un reportaje especial titulado: '¿Asesinan el alma de Norteamérica la música y el cine?' La cultura electrónica se ha convertido en gigantesco monstruo que tiene libre acceso a todos los hogares, celulares, coches, calles y cada centímetro cuadrado del planeta. Nadie escapa a su embrujo.  Los más extraordinarios avances tecnológicos de nuestros tiempos se ven contaminados por esa "pesadilla de depravación" que maneja a su antojo la conciencia de las juventudes y ¿por qué no decirlo? del mundo entero. En internet no existe restricción alguna sobre horarios o contenidos, inclusive las imágenes de las torturas más bestiales surcan el espacio sideral.  'La pesadilla de depravación' ha invadido las computadoras del mundo. ¿Quién se beneficia con matar el alma de Norteamérica, y con ella la del planeta? 

 A los países en desarrollo nos gusta repetir, imitar. Aunque si algo nos sobra es inventiva y creatividad, preferimos importar chatarra moral. Es más fácil copiar que crear. Desaprovechamos un medio fabuloso como es el mundo del espectáculo para promover nuestros propios valores.  Al optar por lo fácil hemos permitido que los que se benefician con matar la ética y la moral de los países del primer mundo se beneficien también con el extenso mercado que significa el vender violencia y pornografía a los países en desarrollo.

Muchos críticos defienden a capa y espada la libre expresión: "¿Y qué si nos gustan las escenas fuertes?"  Los romanos decían "De gustibus non est disputando".  Sobre gustos no se discute. Pero en la época de los romanos los hijos no estaban inmersos en el océano de sadismo y pornografía de la actual influencia electrónica que viola el umbral de lo sagrado: ataca cristianos, judíos y musulmanes por igual. Es amoral, misógina, obscena, racista, clasista.  Se pronuncia contra toda ley y todo orden, contra toda responsabilidad.

Los magnates de la comunicación niegan toda relación entre el incremento de escenas de violencia desalmada con el galopante incremento de crímenes.  Sin embargo desde más de una década el comentarista Ted Turner declaró bajo juramento en los tribunales: "La televisión es el factor más significativo en fomentar la violencia en Norteamérica".

Sin embargo, la televisión y el internet pueden ser las mejores herramientas de padres y maestros en los países en desarrollo  para  promover de manera creativa y entretenida los valores que deseamos heredar a las nuevas generaciones. Todo es cuestión de utilizar el talento, la disciplina, la astucia y el tesón para crear espacios en los medios masivos de comunicación con nuevas propuestas para mejorar la calidad de vida de nuestras familias.

Sí se puede.  ¿Dónde están los buenos?

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