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Manigat podría ser la primera presidenta en Haití

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La política y académica Mirlande Manigat podría convertirse en la
primera presidenta de Haití, con un programa reformista que busca
devolver la confianza a un país sumido en la pobreza, que sufrió un
devastador terremoto en enero y ahora se encuentra lastrado por una
epidemia de cólera.

Las últimas encuestas dan a esta
ex-primera dama, doctora en Ciencias Políticas por la Universidad de La
Sorbonne, el 30 por ciento de intención de voto, frente al 22 por ciento
que concita su principal rival, Jude Celestín, el candidato oficial del
presidente, Réne Préval.

No obstante, dado que es improbable
que ninguno de los 18 candidatos en liza logre el próximo domingo el 50
por ciento de los votos necesarios, está prevista una segunda vuelta
para el 16 de enero.

Nacida en Miragôane (sur del país) hace
setenta años en el seno de una familia católica, Mirlande Manigat, ha
conocido de primera mano los entresijos del poder como esposa del
ex-presidente Leslie Manigat, quien gobernó Haití en 1988 durante 130
días, antes de ser derrocado por un golpe de estado.

En su
discurso como candidata presidencial y líder de la Reunión de los
Demócratas Nacionales Progresistas (RDNP) -el mismo partido que lideró
en su día su marido- Mirlande pone el énfasis en cuestiones como la
justicia social, la lucha contra la corrupción y la recuperación de
cierto sentimiento patriótico:

Quiere reformar la Constitución
para permitir la doble nacionalidad y recuperar así a sus conciudadanos
en el extranjero, que pueden aportar "juventud, conocimientos, medios y
contactos" para modernizar el país.

También ha planteado la
retirada gradual de la Minustah, la misión de estabilización de la ONU
presente en Haití desde que una rebelión armada en 2004 forzó la
dimisión de Jean-Bertrand Aristide. Pero quiere hacerlo con prudencia.

"Los haitianos no quieren a la Minustah en su país porque ofende la
dignidad de un país libre, pero en estos momentos es vital que
permanezca en Haití, porque la policía haitiana sólo cuenta con unos
10.000 efectivos para una población de 10 millones de personas", afirmó
en una entrevista.

Mirlande conoce demasiado bien la amargura
del exilio como para dejar resquicios a fuerzas desestabilizadoras en un
país que arrastra un pasado de violencia política. Ya acompañó a su
marido cuando tuvo que huir tras el golpe de Estado que lo derrocó.

Con anterioridad, los Manigat habían pasado doce años exiliados en
Francia y Venezuela, durante el régimen de Jean Claude Duvalier. Fue
precisamente en París donde la pareja se conoció y se casó en 1970.

De regreso a Haití en 1986, la figura de Mirlande fue ganando peso a
medida que su marido lo perdía. Primero fue conocida -aunque brevemente-
como primera dama, y luego por méritos propios. En las elecciones de
2006, a las que su marido volvió a presentarse para perder frente a
Préval, fue elegida senadora por Puerto Príncipe.

Sectores
feministas no le perdonan que renunciara a su escaño por las presiones
de su esposo, quien denunció fraude electoral -nunca se celebró una
segunda vuelta-, y consideran que traicionó la confianza de quienes
votaron por ella.

Otros sectores consideran que su figura se
ha visto ensombrecida por el "oportunismo político" de su marido y ven
al matrimonio demasiado ligado a la aristocracia haitiana y alejado del
pueblo. Aún se recuerda como tras su derrota, Leslie Manigat se refirió
al electorado como "el perro que vuelve a su vómito".

Ahora,
el clima parece que ha cambiado e incluso los más críticos ven a los
Manigat como un "mal menor" frente al oficialismo. Ambos tienen
prestigio intelectual y nunca se han visto salpicados por casos de
corrupción.

Madre de una hija y orgullosa abuela, está ávida
lectora de Agatha Christie se ha esforzado por distanciarse de la
gestión de Préval, al que ha criticado duramente.

Ha llegado
incluso a denunciar la intención de sectores ligados al oficialismo de
escenificar un "festival de tiros" el día anterior a los comicios para
atemorizar a la población, favorecer la abstención y facilitar así el
fraude electoral en un país donde el censo no se ha actualizado desde
2005.

Pero, a pesar de sus críticas al oficialismo, algunos de
sus adversarios siguen retratándola como parte del poder establecido y,
por tanto, una candidata más a la sombra de Préval, que aseguraría así
su influencia mientras prepara su vuelta a la jefatura del Estado (la
Constitución haitiana no permite dos mandatos presidenciales
consecutivos).

Entretanto, la líder de la RDPN ha ido tejiendo
una red de alianzas con diversas formaciones políticas que, según los
analistas, multiplican sus posibilidades de lograr el triunfo en la
segunda vuelta.

Así, el 7 de febrero podría quedar inaugurada
una nueva legislatura con, por primera vez en la historia de Haití, una
mujer a su frente. 

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