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Lou Dobbs ¿El perfecto hipócrita? (VIDEO)

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NOTA DEL EDITOR: Además de la ironía que plantea la contratación de indocumentados por parte del ex presentador de CNN, conocido por su retórica anti-inmigrante, el informe de The Nation Institute evidencia de nuevo la necesidad de una reforma migratoria. Una frase de David Leopold, presidente de AILA, es clara en ese sentido: "Pero Dobbs no es el punto. El punto es que el actual sistema migratorio es completamente inmanejable". Teniendo en cuenta el valor que representa el documento, AL DÍA lo tradujo a continuación:

Lou Dobbs durante su pleno apogeo en CNN, invocando más de 800.000 telespectadores y un ingreso declarado de $6 millones al año gracias a "sus intrépidos reportajes y comentarios", según lo describiera el ex presidente de CNN Jonathan Klein, el presentador de televisión se hizo célebre por despotricar airadamente en contra de los "extranjeros ilegales".  Pero Dobbs reservaba su veneno especialmente para los empleadores que los contrataban, condenando "a aquel empleador que desvergonzadamente explota al extranjero ilegal y que desvergonzadamente violaba la ley de Estados Unidos" y sugería incluso, en un show de abril del 2006 que "los empleadores ilegales que contratan a extranjeros ilegales" deberían enfrentar cargos por delitos graves.

Desde que dejó CNN el pasado noviembre, luego que grupos latinos montaran una campaña de protesta en contra de su retórica incendiaria, Dobbs ha continuado abogando por el manejo de inmigración mediante aplicar la ley a la fuerza, enfatizando, como lo hizo en una entrevista con Univision en marzo del 2010, que "¡El empleador ilegal es el meollo de todo este desastre!"

Su discurso ante la Convención del "Tea Party" de Virginia en octubre 9 marcó su segunda intervención ante este movimiento este año, resucitando los rumores sobre si el ex presentador de CNN se lanzará a una campaña electoral.  Recientemente le manifestó a Sean Hannity en Fox que no ha descartado una posible candidatura al Senado o incluso a la Presidencia en el 2012.

Pero con su incesante diatriba en contra de los "ilegales" y sus empleadores, Dobbs arroja piedras desde una casa de cristal.  Gracias a una investigación que se extendió durante un año, incluyendo entrevistas con cinco inmigrantes que trabajaron sin documentos en propiedades de Dobbs, The Nation y el Fondo de Investigación del The Nation Institute descubrieron que Dobbs se ha valido por años del trabajo de indocumentados para el mantenimiento de sus multimillonarias propiedades y de los caballos que mantiene para su hija Hillary, de 22 años, campeona de equitación.

Dobbs vive en una enorme mansión dentro de su propiedad de 300 acres en Sussex, Nueva Jersey, donde él y su familia mantienen una caballeriza.  En el 2005 adquirió otra casa, una espaciosa y multimillonaria mansión para retirarse en el invierno localizada en Eagle Isle, el más exclusivo enclave del Ibis Golf y Country Club, una comunidad cerrada en West Palm Beach, Florida.  Le brinda a su hija un lugar para quedarse durante sus competencias durante el Festival Ecuestre de Invierno en Wellington, uno del los eventos más importantes del mundo.

La hija de Dobbs mantiene cinco 'European Warmbloods", una raza que frecuentemente llega a costar cerca de $1 millón por cada uno.  En los resultados oficiales de sus competiciones, el propietario de los caballos siempre aparece listado como 'The Dobbs Group', una corporación de la que hay pocos detalles en los registros oficiales. Sin embargo los documentos de incorporación y otros registros estatales revelan que se trata de una compañía de Nueva Jersey cuyo presidente es Lou Dobbs.  La misma es propietaria de los derechos de autor de los libros de Dobbs.

El mantenimiento de las múltiples propiedades de Dobbs genera una demanda nada pequeña de mano de obra en dos sectores en los que inmigrantes indocumentados prevalecen.  Jay Hickey, presidente del Consejo Estadounidense del Caballo, el principal grupo cabildero de la industria del caballo, sugirió en el 2009 que más de la mitad de los trabajadores en su industria son posiblemente indocumentados.  Igualmente, los estudios revelan que los trabajadores indocumentados constituyen el 28 por ciento de la fuerza laboral en jardinería. En ambos sectores, el empleo de subcontratistas es común así que no es sorprendente que Dobbs se haya valido de ellos para proveerle de la mano de obra que necesita.  Vicky Moon, autora de "A Sunday Horse: Dentro del circuito del salto y Grand Prix" explica que contratar el cuidado del caballo propio "alivia del tiempo necesario en coordinar el cuidado del caballo, el transporte, y el manejo, pero además remueve la responsabilidad de contratar cuidadores competentes, proveerles de vivienda y comida, de pagar Seguridad Social, seguro de salud, y fundamentalmente de reasegurarse de que sean legales".

Dobbs amontona desprecio sobre el gobierno por utilizar a contratistas que emplean inmigrantes indocumentados. En CNN en el 2007 calificó a empresas privadas que se oponen a los requerimientos de verificación de los empleados de sus contratistas "ridículos". Con todo, entrevistas con varios empleados demuestran que Dobbs ha sido todo menos vigilante en cuanto al estatus de los trabajadores que laboran en sus propiedades.

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"Siendo ilegal cuidé de los caballos de Dobbs"

Este año, Hillary Dobbs se convirtió en la más joven jinete en ganarse el premio de un millón de dólares.  Mientras que todos los caballos requieren mantenimiento intensivo, el trabajo involucrado en mantener caballos de competencia como los que monta la "bebe Dobb's del millón de dólares" (así llamó el New York Post a Hillary) es particularmente exigente.

Cada noviembre, los cinco caballo de salto del Grupo Dobbs deben ser transportados de sus establos de verano en Vermont a los de invierno en Wellington, Florida.  Los trabajadores también son transportados a los trópicos, y regresan con los caballos a New England en abril.  Se desplazan en camiones de ida y vuelta junto con sus costosos encargos ecuestres, cuidando de los caballos durante la travesía de 32 horas.  Su retorno a Vermont marca el inicio de un nuevo circuito anual de shows ecuestres, un exhaustivo horario durante los meses de primavera, verano y otoño que involucra constantes viajes entre Vermont y el resto del país.  En esos shows no es inusual que los cuidadores deban levantarse en medio de la noche o en la madrugada para limpiar, cepillar y preparar a los caballos para la sesión de entrenamiento o competencias mañaneras.

Por años se ha contado con los inmigrantes indocumentados de México para satisfacer estas necesidades laborales.

Un inmigrante mexicano de 36 años que llamaré Marco Salinas trabajaba con un grupo de caballos en un establo en el movido Festival Ecuestre de Invierno de Wellington cuando lo abordé para entrevistarlo (Temiendo ser deportado o perder su trabajo, Salinas, al igual que los otros trabajadores a los que entrevisté para este reportaje, pidieron que no divulgue sus nombres ni los de sus empleadores).  Horas más tarde, cuando terminó su jornada de diez horas, Salinas contó como llegó a Estados Unidos hace cinco años en busca de un trabajo.  Sentado en una banca cercana al establo, el oriundo de la Ciudad de México contó la historia de cómo cruzó el Desierto de Yuma a pié desde la ciudad mexicana de San Luís Río Colorado eludiendo a la Patrulla Fronteriza.

Salinas dijo que se atrevió a ese viaje por una razón: Porque tuvo la promesa de un trabajo al otro lado.  Un viejo amigo de Salinas trabajaba como cuidador de algunos caballos de propiedad de Dobbs, y mandó a decir que podría ser contratado en el establo de Vermont para cuidar de los caballos del Grupo Dobbs.

Salinas consiguió el trabajo, según dijo, y laboró allí por más de dos años sin documentos hasta que finalmente pudo conseguir la visa de trabajador invitado diseñada para trabajadores extranjeros de temporada (la misma clase de visa denunciada como una forma de "servidumbre por contrato" en el show de Dobbs en CNN).

Pregunté a Salinas, vestido en su ropa de trabajo –una camiseta polo con jeans– sobre Dobbs, el propietario de los caballos que cuidaba.  Pero el padre de tres niños simplemente me sonrió y cortésmente declinó comentar.

En su trabajo como cuidador de los caballos de Dobbs, Salinas dijo que regularmente iniciaba a las 5 de la mañana y que no terminaba hasta después de las 6 de la tarde.  Según Pedro Gómez, otro trabajador indocumentado, que cuidara los caballos de Dobbs en Vermont y Florida, la jornada durante los shows ecuestres como el de Wellington que dura tres meses era típicamente de 12 horas ó más.

Contacté a Gómez, quien cuidara de los caballos de Dobbs por una año entre el 2008 y 2009, en otro establo de Florida donde hoy trabaja.  Nativo de Oaxaca, de 24 años, Gómez vino a Estados Unidos a trabajar cuando tenía 18.  Sentado en una silla plástica en el oscuro establo, luciendo jeans y camiseta, me dijo que desesperadamente quería legalizar su estatus.  "Mi situación de inmigración es mala (...) porque aún no tengo papeles".  Para él, los documentos representan "mejor trabajo".

Cuando Gómez trabajó en el establo de Vermont subcontratado por Lou Dobbs, su salario era de $500 a la semana, y típicamente trabajaba 65 horas, lo cual representa que solo ganaba por sobre el mínimo salarial. Durante shows en los que Gómez cuidaba de los caballos del Grupo Dobbs, la hija de Dobbs algunas veces le daba una propina de $100 semanales.  Pero según dice, nunca recibió pago por horas extras.

Aunque hay desacuerdo sobre si las leyes laborales federales aplican a los trabajadores de establos, según el abogado laboral Jill Hanson de West Palm Beach, las condiciones de trabajo descritas por estos trabajadores probablemente violan tanto la Ley Federal de Estándares Laborales –que requiere pagar tiempo y medio por horas laboradas más allá de las 40 horas semanales– y la ley de Florida que requiere pagar tiempo extra por cualquier día que supere las 10 horas.

Me senté junto a Marco Esperanza, de 39 años, otro mexicano que cuidó de los caballos del Grupo Dobbs, al final de su jornada en el establo donde trabaja en Wellington, Florida.  Sentado en el piso de concreto del granero, y recostado sobre la madera, explicaba que el trabajo le exige "estar disponible las 24 horas".  Cuando un caballo se enferma, Esperanza dice: "no importa qué hora sea, en la noche o en la madrugada hay que revisar el caballo.  Uno siempre, siempre tiene que estar disponible en el trabajo".  Cuando le pregunté si tenía una 'green card' (residencia permanente) o una visa de trabajador invitado mientras trabajó para el establo contratado por Dobbs, sacudió su cabeza: "Yo cuidé de los caballos de Dobbs mientras era ilegal".

Mientras Gómez laboraba en el establo de Vermont, que cuidaba los caballo del Grupo Dobbs de primavera a otoño, los trabajadores vivían allí mismo en el establo.  El arreglo tiene sus ventajas según Gómez; por ejemplo los trabajadores no tienen que pagar arriendo.  Con todo, según Gómez, sus cuartos –en un apartamento de dos habitaciones arriba del establo– eran muy estrechos.  Cuando Gómez vivía allí, nueve trabajadores abarrotaban el apartamento, él compartía la habitación con cuatro de ellos.

Cuando le pregunté si la familia Dobbs sabía que trabajadores indocumentados cuidaban de sus caballos, Gómez respondió diciendo Hillary Dobbs "pienso que al menos ella sí sabía".  El dueño del establo sabía "que alguna gente no tenía papeles" dijo Gómez y que incluso tomó precauciones para mantener a los trabajadores lejos de los agentes de inmigración que frecuentemente patrullaban las áreas circundantes a los shows ecuestres.  Gómez manifestó que es difícil creer que la hija de Dobbs, quien estaba en contacto estrecho con estos trabajadores indocumentados casi cada fin de semana, no estuviera al tanto de su estatus.

Hillary Dobbs no respondió a repetidos intentos de contacto para obtener sus comentarios.

"Es mala la paga" por trabajo en los jardines de Dobbs

Tampoco son los trabajadores de establo los únicos inmigrantes indocumentados que han trabajado para Dobbs.

Rodrigo Ortega, un nativo de Chiapas, México, quien vivió y trabajó en Estados Unidos catorce años, estaba ocupado cuidando el inmaculado jardín de una casa de lujo grande, bajo el radiante sol de la tarde cuando lo abordé.  Aunque estaba trabajando desde las 7 a.m., accedió a hablar luego de su jornada de diez horas.

Hablando con The Nation en un restaurante mexicano donde destellaba el canal Univision al fondo, Ortega, quien trabajara para una compañía de mantenimiento de jardines en West Palm Beach contratada por Dobbs para su propiedad, se auto-describió como "un inmigrante que no tiene papeles".  Ortega dijo que era el responsable de "cortar el césped, podar los árboles, limpiar el jardín, todo el trabajo de jardinería" en la casa de Dobbs por más de tres años.

Ortega, quien es uno de aproximadamente quince empleados latinoamericanos en la compañía, recuerda un encuentro con Dobbs un día mientras trabajaba: "Me dijo, en español, que su nombre era Luis".  Según Ortega, tuvieron un breve intercambio durante el cual Dobbs le instruyó que le diga a su jefe que había que mover una cierta planta dentro del jardín."

Ortega dijo que su estatus era todo menos un secreto.  Su empleador "sabía muy bien que la mayoría  de nosotros no tiene papeles" y dijo que ello "nunca fue un problema".  Los empleados de la empresa de jardinería "nunca necesitaron tener un número Seguro Social bueno", declaró.

Nunca se les pagó por tiempo extra al que tienen derecho bajo la ley laboral federal,  aunque típicamente trabajaban cincuenta horas a la semana, más un turno mensual de sábado".

En una entrevista telefónica Jorge García, de 24 años, inmigrante de Guatemala y que trabajara siete años en la misma compañía de jardinería, dijo que él y su hermano regularmente trabajaron en la propiedad de Dobbs.  Los dos hermanos trabajaron entre dos y tres horas cada semana por más de tres años en el mantenimiento del césped, jardines y árboles de la residencia Dobbs, dijo García.  Fue contratado para hacer ese trabajo aunque, según él, "yo no tengo papeles".  Tampoco su hermano.

Originalmente del pueblo de Momostenango en el departamento de Totonicapán, en Guatemala, Jorge vino a Estados Unidos buscando trabajo hace siete años.  Su hermano Miguel, hoy de 27 años, lo siguió poco después.  Como explicara Jorge, los dos tienen familias que mantener allá en su tierra, incluyendo la esposa de Miguel y sus tres niños.

Pero con su salario de $9 por hora Jorge dice que "no puede ahorrar mucho dinero" luego de cubrir la renta y las cuentas.  Miguel ganaba solo $8 por hora. "La paga es mala" dice Jorge.  "No hay beneficios, no tenemos cobertura médica, nada".  Así, el trabajo de jardinería es a ratos peligroso, dijo, especialmente cuando los trabajadores tenían que podar los árboles y arbustos más grandes de Dobbs.

Jorge dijo que vino a Estados Unidos para ganar mejor salario, "para vivir mejor".  Sin embargo, su experiencia trabajando como jardinero, en la propiedad de Dobbs y otros era lo "opuesto".

Durante uno de los tantos shows de Dobbs dedicados a la inmigración, en abril del 2006, el presentador describió el salario de $10 por hora como "un pago decente, no en mi opinión, un salario adecuado, pero decente". Luego se dirigió a sus espectadores planteándoles esta pregunta directa: "¿Cuánto más está usted dispuesto a pagar cada año para frutas y verduras si ello mejorara las condiciones de trabajo y subiera los salarios de los trabajadores del campo?".

Al tiempo que Dobbs decía esto, un indocumentado trabajador guatemalteco, Miguel García, laboraba en los jardines de Dobbs y recibía $8 dólares por hora.

Contestando al requerimiento de The Nation para comentario por parte de Lou Dobbs, Chad Wilkinso, productor de The Lou Dobbs Show, dijo por correo electrónico que "Lou no comentará para este reportaje".  El abogado de Dobbs, Robert Zeller, clarificó en otro correo que Dobbs sólo contestaría si se le planteaba las preguntas en su programa de radio en vivo. (The Nation accedió a participar en el show radial solo después de la publicación de este artículo).

Pregunté a Mike Sedlak, propietario de Sedlak Landscaping, el contratista que mantiene los jardines de Dobbs en West Palm Beach, sobre si Dobbs alguna vez preguntó sobre el estatus de sus trabajadores.  Sedlak solo dijo "no me siento cómodo hablando al respecto" y de golpe colgó el teléfono.

También le pregunté a Missy Clark, la propietaria de North Run Farm, el establo en Warren Vermont donde los caballos de Dobbs son mantenidos, sobre si Dobbs o su hija alguna vez preguntaron sobre el estatus migratorio de los trabajadores que cuidaban los caballos de Hillary.  Ella dijo: "Ellos están muy al tanto de que la gente que cuida los caballos son 100 por ciento legales", y luego dijo que así lo aseguró a la familia Dobbs.  Pero luego ella describió la dificultad en obtener visas de trabajo para muchos de sus trabajadores. "Fue un tremendo proceso y total dolor de cabeza" dijo, "he trabajado en ello por años".

Christine Biederman, una abogada de inmigración basada en Dallas, contratada por Clark para obtener las visas de los empleados de North Run, dijo que inicialmente Clark había contratado a una firma de abogados de California que fracasó en obtener las visas que prometió y que luego quebró.  Biederman se hizo cargo y finalmente presentó las aplicaciones de visa para los trabajadores de Clark en junio del 2009, incluyendo los trabajadores que cuidan a los caballos del Grupo Dobbs.  Le tomó tres meses para que estas aplicaciones H-2B sean procesadas, dijo Biederman.

Cuando se le preguntó si los trabajadores que cuidaban de los caballos de Dobbs tenían estatus legales antes de la visa, Biederman declinó comentar.

"Presos en un palacio"

La abogada de inmigración Laurie Volk explica que los trabajadores en trabajos designados como de "baja especialización" están atrapados en un hueco porque "hay demanda por su trabajo, pero no hay forma de para hacerlo legalmente".  "No hay categorías de visa, o existen limitadas visas para trabajadores no especializados" dijo.

Para los trabajadores indocumentados que han estado en  Estados Unidos por más de un año sin estatus, si son atrapados por las autoridades de inmigración ello representa el riesgo de ser deportados y que se les imponga la prohibición de reingresar por diez años.  Ese riesgo es demasiado real para muchos de los trabajadores que laboraron en las propiedades de Dobbs, ya que muchos estuvieron en Estados Unidos varios años sin estatus. Los riesgos de aprehensión son particularmente grandes para los trabajadores de establos, cuyo trabajo de cuidado de los caballos del Grupo Dobbs los obliga a viajar constantemente, incluso a zonas de frontera cuidadosamente vigiladas por los agentes de   la Agencia de Inmigración y Aduanas (ICE).

Salinas viajó de regreso para visitar a sus tres hijos y su esposa en México en cuatro ocasiones, pero para evitar ser aprehendido tuvo que viajar en autobús, un excepcionalmente largo viaje desde Vermont.  Por su parte, Gómez tiene tanto miedo de no poder regresar a Estados Unidos que no ha visto a su madre y hermanos en absoluto desde que emigró hace seis años a la edad de 18.

Para evitar el riesgo asociado con manejar sin papeles, la mayoría de los trabajadores entrevistados para este reportaje nunca manejan, lo que les impone un aislamiento extremo, dado que los caballos de Dobbs están en los establos en el campo de Vermont.  Los trabajadores dependen de su administrador para que los transporte una vez a la semana para comprar abastos en un almacén que queda a media hora en carro.  Como Gómez me contara: "aquí uno no puede salir".  Este arreglo deja a los trabajadores sintiéndose, como lo describiera Esperanza como si estuvieran "presos en un palacio".

Aún así, esas precauciones como no manejar y no viajar a su tierra no son garantía de seguridad.  En la mañana del 5 de octubre del 2009 Miguel García fue arrestado por agentes encubiertos de ICE, mientras estaba camino a su trabajo de limpieza en un edificio de oficinas en Miami.  (Luego de cuatro años de jardinería en las propiedades de Dobbs y otros, renunció por la baja paga).  "Estaba esperando el tren, nada más", dijo su hermano Jorge.  "Lo llevaron a la cárcel."  Luego de una semana detenido en inmigración, Miguel fue deportado a Guatemala.

Dobbs ha exigido por mucho tiempo el empleo de tales medidas policíacas.  Pero según Raúl Hinojosa-Ojeda, un profesor de UCLA y autor de un reciente reporte para el Centro de Progreso Americano intitulado "Elevando las condiciones para los trabajadores estadounidenses" estas medidas "sólo sirven para empujar a los trabajadores indocumentados más al fondo por debajo de la mesa, bajando sus salarios y los salarios de los trabajadores nativos igualmente".

Comentando sobre la utilización de los trabajadores indocumentados como chivos expiatorios, Hinojosa-Ojeda recalcó: "La ironía es que los mayores consumidores de servicios de los indocumentados son la gente blanca más próspera."  En el caso de Dobbs, quien hizo su nombre y su fortuna azotando a los "ilegales" y a sus empleadores, la ironía es monumental.

Así reportó The Nation.  Traducción Daniel Maldonado/AL DÍA

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