El rostro del sureste de Estados Unidos ha cambiado radicalmente en las
últimas décadas, lo cual se atribuye en gran medida a la inmigración
latinoamericana a la zona, según un nuevo estudio.

Si bien los
estudios sobre la inmigración hispana a EEUU son numerosos, la mayoría
tiende a enfocarse en el suroeste y California, donde tradicionalmente
se había concentrado la población inmigrante de origen latinoamericano.

"Irresistible Forces. Latin American Migration to the United States
and Its Effects on the South" expone que los patrones de inmigración
latinoamericana a EEUU han cambiado en los últimos años, trasladándose a
zonas no tradicionales como el sureste del país.

Según los
autores John y Gregory Weeks, la inmigración latinoamericana a EEUU ha
dejado de concentrarse exclusivamente en los puntos de entrada
tradicionales en California, Arizona, Nuevo México, Texas y Florida para
explorar zonas más lucrativas y estables.

Entre ellas, el sureste se presentó como una opción sumamente favorable para la inmigración hispana en el país.

Gracias a ella, el sureste ha experimentado el mayor y más rápido
crecimiento poblacional inmigrante del país lo que ha cambiado
profundamente el carácter cultural de la región y creado, a su vez,
fricciones entre sus residentes.

Según el equipo de padre e
hijo, demógrafo y analista político respectivamente, durante la década
de 1990 en el sureste de EEUU se dieron una serie de condiciones óptimas
para la inmigración latina.

Para ese entonces, explican, el
sureste experimentó un desarrollo económico significativo en comparación
con el resto del país.

La expansión comenzó con el "boom" de
la industria constructora en ciudades como Charlotte, Carolina del Norte
y Atlanta, Georgia.

Charlotte se estableció como un centro
importante de la industria bancaria, creando una cifra significativa de
empleos profesionales.

Como consecuencia de este crecimiento
poblacional, se necesitaron cambios inmediatos y de gran magnitud en la
infraestructura de la región.

En Atlanta los cambios fueron
motivados por los preparativos para los Juegos Olímpicos de 1996, que
comenzaron inmediatamente después de la selección de la sede en 1990.

Las demandas de grandes proyectos de construcción, desde rascacielos y
autopistas, hasta escuelas y viviendas de familia, motivaron a su vez
la inmigración de trabajadores que pudieran responder de inmediato a
esta necesidad laboral.

Según los autores, si bien esa primera
ola inmigrante al sureste se concentró en los centros urbanos, su
presencia motivó a que grupos subsiguientes exploraran las zonas rurales
donde abundaban los trabajos agrícolas.

Otro factor
importante y poco estudiado en el crecimiento poblacional inmigrante al
sur es, paradójicamente, la política anti-inmigrante de los últimos
años.

Según los autores, en lugar de controlar y prevenir la
inmigración hispana a EEUU, estas medidas han logrado el efecto
contrario.

Si la situación económica en sus países de origen
es lo que inicialmente motiva la emigración al norte, la percepción de
mayores posibilidades de oportunidad determina su destino, como sucedió
en el sureste.

La emigración es como una cadena, explican, en la cual el éxito de un primer grupo atrae al próximo.

En los 90, según explican, en el sur coinciden las oportunidades de
empleo con la facilidad de encontrar un lugar para vivir relativamente
seguro y estable.

A partir de la crisis económica del 2008, se
desarrolla un sentimiento anti-inmigrante que culmina en el refuerzo de
medidas de seguridad fronteriza.

Los autores sostienen que,
si bien el abrir la frontera demasiado puede resultar perjudicial, el
cerrarla demasiado también puede traer consecuencias imprevistas.

"El cerrar la frontera muy firmemente tiende a atrapar a la población
indocumentada dentro del país, ya que probablemente decidirían no
regresar a sus países pues les resultará más difícil regresar a EEUU en
el futuro," escriben.

El libro profundiza en las consecuencias
inesperadas de las medidas políticas en los últimos años y los cambios
en las necesidades económicas que en un principio motivaron la
inmigración latinoamericana.

Si bien este exhaustivo análisis
demográfico y político ilumina las causas del "boom" migratorio al sur,
a éste debe seguirle un estudio que se concentre en los cambios
culturales a raíz de esta creciente presencia hispana en la región.

(IRRESISTIBLE FORCES. Latin American Migration to the United States
and Its Effects on the South. Gregory B. Weeks y John R. Weeks.
University of New Mexico Press. 199 páginas).