Rugieron las motoras para “Cito” Navarro un año después de su muerte.

Las sombras se alargaron sobre la grama del cementerio, rodeando su tumba, llorando su ausencia, limpiando la lápida que lleva el nombre de Luis Navarro III, “Cito” para quienes lo extrañan.

Sobre la avenida los motociclistas rodaban sus máquinas en camino al tributo a quien es, distante, uno de ellos.

Eran sus amigos y familiares que lo recordaban como el muchacho cordial, el amigo divertido, el joven mecánico, el hijo respetuoso, el muchacho de 16 años que murió baleado a manos de otro niño que quiso robarle su motocicleta el 28 de julio del 2007.

Ha pasado ya un año y la vida de sus padres no ha sido la misma, con el dolor acentuándose cada mes al ver que los cobros por la motora siguen llegando.

“Me siento como si hubiera sido ayer. Su muerte me está comiendo por dentro; no sé si estoy volviéndome loco”, dijo Luis Navarro II, padre del fallecido.

Casi un centenar de amigos y familiares se reunieron el pasado 28 de julio en el cementerio Greenwood del noreste de Filadelfia para recordar la fecha en que Navarro III perdió la vida.

“Me siento bien, pero me siento mal de ver a toda esta gente aquí reunida para honrar a mi hijo”, dijo.

Para muchos de los que ahí se reunieron, el asesinato de este joven linda en la incredulidad.

“Aún hoy no puedo creer que “Cito” esté muerto... se me hace imposible que lo hayan matado por una estúpida motora”, dijo Yaritza García, amiga del joven.

Luis Navarro III murió de tres balazos en la espalda cuando presuntamente Eric Smith, de 16 años, quiso robarle su motocicleta, valuada en $3.000.

El joven muerto había recibido la motocicleta apenas una semana antes como regalo de cumpleaños.

De acuerdo con la evidencia, Navarro III recibió primero un disparo cuando montaba su moto y dos más cuando yacía tirado en el piso.

Smith fue arrestado pocos días después gracias a una llamada anónima a la Policía, y enfrenta ya juicio como mayor de edad por este homicidio.

“Yo sólo pido a Dios que se haga justicia porque la muerte de mi hijo no puede quedarse así”, dijo, entre lágrimas su madre, Carolina López.

Ella dijo que cada uno de estos días ha sido un peso difícil de soportar.

“Siento que todo esto es una mentira, que cada día que llego del trabajo él va a estar ahí esperándome”, dijo.

La vigilia en honor de “Cito”, dijo, es una muestra de la buena persona que él era.

“Él estaría feliz de ver que toda esta gente se reunió para verlo”, dijo.

Como último tributo, los motociclistas del club Smutt Shop y otras asociaciones, aceleraron sus máquinas y se fueron en caravana al caer la tarde.

“Aquí presentamos nuestro respeto ante esta tragedia, el tipo de tragedias tontas que pasan en la ciudad desafortunadamente”, dijo Carlos Rivera, del club de motoras.