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"Ellos me escogieron a mí"

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Hace cinco años la vida de Nilda Ruiz cambió. No sólo porque dejó su cargo en el Consejo Nacional de la Raza (NCLR) y porque su esposo tuvo que ir a Irak. Cambió porque llegaron dos nuevas razones para vivir: Kimberly y Bryan.

Todo comenzó con un correo electrónico dirigido a todos los afiliados al Consejo, donde Nilda era la directora de desarrollo para la costa este, que hablaba sobre tres niños latinos necesitados de una familia que los adoptara.

Fue entonces como la oportunidad de adoptar a los pequeños se dio como una coincidencia del destino. Antes de que Sasha Singh se fuera para Irak, la pareja, con ocho años de casados, ya contemplaba la idea de adoptar debido a que no habían tenido un hijo a pesar de que Nilda no padecía ningún problema físico, según los médicos.

Los niños estaban en el hogar de crianza "The Little Blue House", en Washington D.C. y fue allí donde Ruiz, actual presidente de la Asociación Puertorriqueños en Marcha (APM), conocería a sus hijos, mientras esperaba que Sasha, de Trinidad y Tobago, regresara de la guerra.

Ruiz iba cada tarde a jugar con ellos o a invitarlos a comer. "Ellos hicieron amistad conmigo y si se les pregunta quién los escogió, ellos dicen que ellos me escogieron a mí", comentó.

Debido a la negligencia y abuso físico, los tres niños (de diferente padre, y de madre mexicana) fueron llevados al hogar de crianza. A pesar de que el estado trabajó con los padres biológicos para que estos pudieran recuperar a sus tres hijos, ellos nunca lo lograron.

"Nosotros no queríamos romper la familia. Ellos ya estaban juntos. La más chiquita quedó con el papá biológico", explicó Ruiz.

Criar o adoptar

Para los interesados en adoptar existen dos modalidades: ser padre de crianza o la adopción definitiva.

En la primera, los padres cuidan temporalmente a los niños mientras estos son adoptados. En la segunda la adopción es definitiva.

Casi siempre los niños que están en cuidado de crianza han sido apartados de sus padres por violencia doméstica o alcoholismo.

A los padres se les da un plazo de 12 a 18 meses, con un plan de metas que de cumplirlo pueden recuperar a sus hijos. Si en ese plazo no los recuperan pierden sus derechos y los niños quedan disponibles para la adopción.

"Yo estaba interesada más en adoptar que en ser padre de crianza porque tenía miedo que me encariñara con los niños y después devolverlos", comentó Ruiz.

El proceso

La pareja inició los trámites en agosto del 2004 y estos duraron cerca de año y medio.

Según ellos, en el proceso las autoridades detallaron cada cosa, desde la limpieza y distribución del hogar hasta el pasado y los papeles de la cotorra y los dos perros que tenían en aquel momento.

Pero a pesar de lo difícil que pudo llegar a ser el proceso, la pareja no duda en alentar a los hispanos a adoptar.

"La decisión tiene que salir del corazón. Se puede comenzar saliendo con los niños a cine o a comer y darse cuenta del afecto que ellos dan. Su cariño es algo que no se puede explicar", comentó Sasha.

Siendo la directora de APM, asociación que cuenta con un departamento de Cuidado de Crianza y de adopción, Ruiz ha conversado con algunos jueces para que hagan el procedimiento más fácil. "Es una misión personal mía porque si uno quiere una familia es tan difícil… todas las personas están yendo a otros países teniendo tantos niños aquí que necesitan ayuda... son nuestros niños", aseguró Ruiz.

Los niños más difíciles de adoptar son los afro-americanos, los latinos y los mayores de 8 años, precisó.

"Hay una ayuda financiera cuando uno adopta niños mayores. Son cerca de $500 (mensuales) hasta que tienen 18 años en Pensilvania y si van a la universidad les dan más. También se les da seguro médico e incentivos de impuestos", comentó.

Pero la mayor satisfacción es devolverle la vida a los menores. Han pasado cinco años desde la adopción y se pueden evidenciar varios cambios. Ahora Kimberly tiene 9 años y Bryan 10. Pasaron de ir mal en la escuela a ser de los mejores de su clase. Ruiz descubrió su capacidad de gritar fuerte y Sasha entendió el afecto incondicional que sus padres le dieron.

Y aunque los cambios más importantes van por dentro, éstos se pueden evidenciar con tan sólo ver la unión y el amor que emana esta nueva familia latino-trinitaria.

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