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Juan Rivera Serrano, 48, stands outside the gates of the City’s Social Services Hub. This is where Serrano turned to for help after leaving El Campamento due to the cleanup. They helped him take the first steps towards sobriety. Photo: Matthew Haubenstein 
Juan Rivera Serrano, de 48 años de edad, a las afueras del Centro de Servicios Sociales dispuesto por la alcaldía, lugar al que llegó tras la intervención de El Campamento. Foto: Matthew Haubenstein

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La puesta en marcha del proyecto de limpieza de las vías de tren entre Gurney y Tusculum Street ha obligado a los antiguos residentes de El Campamento a buscar…

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El Campamento, el apodo que recibe el tramo de vías de tren entre Gurney y Tusculum Street donde vivían decenas de indigentes y drogadictos de la ciudad, oficialmente ya no existe. 

En un comunicado de prensa publicado el día 10 de agosto, la ciudad confirmó que había llevado a cabo la retirada de más de 250 toneladas de desechos, incluidos jeringuillas, sofás, colchones y montones de basura, así como la limpieza de malas hierbas, arbustos y árboles en mal estado que ocultaban las vías. 

No obstante, cuando los empleados de Conrail y la alcaldía de Filadelfia llegaron a El Campamento para iniciar las tareas de desahucio y limpieza, no se limitaron simplemente a echar por la fuerza a sus residentes. La ciudad también ha puesto a su disposición un “Centro de Servicios Sociales,” explicó Alicia Taylor, directora del Gabinete de Asistencia Médica y Social.

“Pusimos a su disposición tres tráilers o caravanas, donde podían hacerse exámenes y revisiones, donde podían realizarse tests de HIV, informarse sobre algún tratamiento en concreto o ayuda para buscar alojamiento”, explicó Taylor.

A Conrail worker examines the previously installed parts of the rebar fence. Although it is a strong fence, one worker commented saying “If they want it, they’ll find a way.” Photo: Matthew Haubenstein

Trabajandor de Conrail soldando las vallas metálicas con la que la empresa selló su propiedad. Foto: Matthew Haubenstein

De las 141 personas que acudieron en busca de asistencia, al menos 50 también buscaban algún tratamiento adicional. Según Taylor, esto es una señal de que el proyecto de limpieza de la zona ha sido un éxito hasta ahora.

La administración municipal no puede obligar a que los afectados utilicen los servicios que tienen a su disposición, pero quiere mostrar de forma bien visible que están ahí, con la esperanza de que alguno acuda en busca de asistencia. 

Una vez terminen las tareas de limpieza y se retiren los puntos de asistencia social, el riesgo de que se forme otro El Campamento es real. Cuando vuelva a crecer la vegetación y las vías de tren queden ocultas de la vista pública, ¿quién estará ahí para evitar que los drogadictos e indigentes vuelvan a montar su hogar bajo el puente?

Taylor insiste en que el ayuntamiento de la ciudad estará al pie de la calle para ayudarles a combatir su adicción. 

The area around the Conrail tracks weeks after the start of the cleanup. All the trash, syringes, and even the plant life were swept away by cleaning crews. Little remains. Photo: Matthew Haubenstein

Así lucían las vías del tren días después de iniciados los trabajos de remoción de escombros, jeringas y basuras en El Campamento. Foto: Matthew Haubenstein

“Nuestros equipos están ahí fuera, en el terreno, cada día,” dijo Taylor. “Todavía tenemos trabajadores sociales patrullando por las calles, hablando con la gente, tratando de hablar con ellos y hacerles comprender todos los servicios que ponemos a su alcance para ayudarles”.

Uno de los numerosos individuos que decidieron beneficiarse de los servicios sociales que ofrece la ciudad es Juan Rivera Serrano, adicto a la cocaína y la heroína, de origen Latino. Serrano llegó a Estados Unidos de Puerto Rico con su esposa a principios del año 2000 y llevaba mucho tiempo viviendo entre las vías de tren, junto a otros drogadictos. 

Cuenta Serrano que al llegar a los EEUU empezó a consumir cocaína de forma ocasional, para divertirse, pero a medida que pasaba el tiempo continuó abusando más y más de las drogas. Al final, terminó consumiendo heroína. A medida que su adición empeoraba, Serrano descubrió que su esposa le estaba engañando con otro hombre. Esto le hizo tocar fondo y su adición a las drogas entró en una espiral sin control. Se quedó en la calle, sin casa. Sin otro lugar donde ir, Serrano acudió a El Campamento en busca de un sitio al que llamar hogar.  

Asteria Vives, fundadora de Home Quarters and Friends, una organización de defensa de la comunidad, ayudó a traducir la experiencia de Serrano en El Campamento. 

Asteria Vives stands just beyond the unfinished fence that will surround the tracks on both sides. Vives has been working with and aiding those who’ve called the tracks their home for well over a year. Photo: Matthew Haubenstein

Asteria Vives, fundadora de Home Quarters and Friends, una organización de defensa de la comunidad. Foto: Matthew Haubenstein

“No tenía otro lugar donde ir”, comenta Serrano para justificar su decisión de ir a vivir entre las vías de tren. Al principio, le gustó. Estaba rodeado de gente como él, lo que le proporcionaba cierta sensación de comunidad y seguridad. Serrano incluso lo llamó “bonito.” Pero a medida que pasaban los días, la belleza se fue evadiendo. 

Durante su estancia en El Campamento, Serrano sufrió muchos problemas. No lograba dormir. Le robaron. Se vio obligado a buscar restos de comida entre los contenedores de basura, algo que nunca imaginó que acabaría haciendo. 

Por cada día que pasaba entre las vías de tren o bajo los puentes de El Campamento, su adicción a la heroína empeoraba. Estando allí dentro, no contemplaba la idea de escapar o pedir ayuda. Hasta que llegó el proyecto de limpieza y todo cambió. 

Serrano explicó que los funcionarios municipales a cargo de la limpieza fueron respetuosos con él con el resto de compañeros del campamento cuando les ordenaron que desalojaran el campamento. A pesar de que lo trataron bien, su verdadera preocupación era: ¿dónde voy a ir ahora?”.

Serrano decidió beneficiarse de los servicios que ofrecía el ayuntamiento. El personal de Servicios Sociales le entregó un cheque antes de enviarlo al hospital para que solicitase atención médica. De ahí fue enviado a un centro de rehabilitación para empezar su tratamiento de desintoxicación. El camino hacia su recuperación pintaba agotador, pero Serrano estaba motivado para lograrlo. 

“Quiero acabar con mi adición. Quiero desintoxicarme”, dijo Serrano. “Quiero volver a vivir la vida”.

Desafortunadamente, durante el proceso de desintoxicación, el médico de turno le informó que padecía cáncer de hígado. Serrano se quedó en estado de shock. 

Ahora no solo tendría que continuar viviendo en la calle, luchando para mantenerse “limpio”, sino que además tenía que buscar tratamiento para su cáncer. 

Serrano tiene un seguro médico que le cubre las necesidades básicas, pero dado su estado de salud actual, el tratamiento puede ser más complicado de obtener. 

Una vez terminada la primera fase de desintoxicación, Serrano no tenía un lugar donde ir. Terminó de nuevo en la calle. Hoy duerme en una caja de cartón en el portal de una tienda, pero asegura que es mejor que vivir en El Campamento. Se siente más seguro que antes, y tiene fe en su futuro, confía en poder mejorar su vida y la de su familia. 

“Me encantaría poder volver a ver a mi familia”, dijo Serrano. Sus padres viven en Puerto Rico y no los ve desde que llegó a los Estados Unidos. “Haría todo lo posible por volver a ver a mi familia, quiero cambiar mi vida por completo”.

Su adicción a las drogas fue lo que alejó a Serrano de su familia y seres queridos. Reconectar con sus padres le ha ayudado a mantenerse lejos de las drogas y a llevar mejor su depresión. Serrano confía en que un día regresará a Puerto Rico y se reunirá con su familia. Pero primero tiene que escapar de las calles de Kensington. 

Vives le ha prometido que le ayudará a buscar alojamiento para que pueda continuar con su tratamiento de rehabilitación. Le recordó que si se compromete a seguir con el proceso hasta el final y trabajar duro para mantenerse “limpio”, ella misma le ayudará a regresar a Puerto Rico y reencontrarse con sus padres. 

Según Vives, Serrano es un buen ejemplo de los efectos positivos que está teniendo la limpieza de El Campamento. Expulsar a indigentes y drogadictos de un lugar que ellos llamaban “hogar” tiene muchas más ventajas de lo que parece. Y con todos los servicios sociales que ofrece la ciudad, incluidos los trabajadores sociales como Vives, todos estos desplazados podrán finalmente conseguir ayuda. 

“La limpieza ha sido positiva porque ha abierto otras alternativas de vida para drogadictos,” dijo Vives. “Ahora están fuera de la zona, fuera de ese agujero, de esa esquina. Ya no están más bajo un puente. ¿Qué les gustaría hacer? Estamos aquí para ustedes”.

Con la ayuda de Vives y sus colegas, personas como Serrano pueden combatir su adicción y escapar de las calles de Kensington, de lugares como El Campamento, y cambiar sus vidas a mejor.

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