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Américo Mendoza-Mori is the man behind the Quechua Language Program and Andean Culture of UPenn. Samantha Laub / AL DÍA News
Américo Mendoza-Mori es el cerebro detrás del Programa de Lenguaje Quechua y Cultura Andina de la Universidad de Pensilvania. Samantha Laub / AL DÍA News

Enseñando Quechua: Más allá del aula y del idioma

El profesor Américo Mendoza-Mori impulsó y diseñó el programa de Lengua Quechua y Cultura Andina de la Universidad de Pensilvania en 2014. Desde entonces, ha…

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Lea siguiente palabra y cierre los ojos durante unos minutos:  “Quechua”. 

Ahora, responda: ¿Qué imágenes le vinieron de inmediato a la cabeza? ¿Fue la densidad de la selva amazónica goteando tonos moteados de fucsia, amarillo e índigo en medio del alboroto de los guacamayos y los suspiros de los jaguares tumbados en ese paraíso? O ¿aparecieron por su mente las ruinas majestuosas del imperio Inca, los puentes de cuerda y la silueta de los picos de los Andes peruanos recortando el cielo de fondo? ¿Quiénes fueron los protagonistas de su visión de la palabra “Quechua”? ¿Iban enfundados en un arco iris de dura lana de alpaca, llevaban lujosas ofrendas para las deidades temperamentales Inti, Illapa y Pachamama?

 ¿Estamos ante un escenario, actores, guión, estancados e inmortalizados en la antigüedad? ¿Se trata solo de los fantasmas de nuestra visión romántica del pasado de América del Sur? 

Es bastante probable que usted, al cerrar los ojos y establecer conexiones chispeantes entre el idioma y la cultura quechua, no hubiese relacionado las imágenes más actuales de 2017, como el tráfico bullicioso y los pitidos de los coches del Cusco metropolitano, o el de los indígenas que prosperan en la modernidad. Y, ciertamente, quizá no imaginó las aulas de la Universidad de Pensilvania o de la Universidad Internacional de la Florida, como un escenario donde el quechua podría cobrar vida. 

Nuestra incapacidad para correlacionar el idioma, estilos de vida y costumbres de los indígenas –tanto en Estados Unidos como en América Central y del Sur– se debe principalmente a la falta de atención (o al aborrecimiento) que los medios de comunicación muestran de las comunidades exotizadas por pertenecer “al pasado”, y que solo existen en el espacio transicional entre una “cultura muerta” y el voyeurismo de una atracción turística.   

El profesor Américo Mendoza-Mori, responsable del Programa de Lengua Quechua y Cultura Andina de UPenn, más allá de dar clases de quechua y español a principiantes y estudiantes de niveles intermedios, está dispuesto a acabar con los mitos sobre los imaginarios indígenas. ¿Cómo? Dando mayor visibilidad al legado que han dejado más de ocho millones de personas en América del Sur y a una lengua que todavía hablan centenares de sus descendientes en  España, Italia y EE.UU.  

Américo Mendoza-Mori is the man behind the Quechua Language Program and Andean Culture of UPenn. Samantha Laub / AL DÍA News
La lucha por recuperar las raíces culturales

Aunque la mayoría de sus estudiantes son estadounidenses de origen latino, también hay una minoría de americanos blancos con curiosidad por descubrir el valor de los estudios latinoamericanos y Nativo-Americanos. 

Américo, nacido en la costa de Perú, no comparte ningún fundamento cultural con unos ni otros. Su madre nació en una ciudad del Amazonas, su padre en una aldea rural a los pies de Los Andes. Dos lugares donde se habla quechua. Sin embargo, ni su madre ni su padre hablaban el idioma (tampoco quisieron aprenderlo). Américo recuerda con orgullo escuchar a sus abuelos hablando entre ellos en quechua, también a sus vecinos y familiares más viejos, durante sus visitas al pueblo, de niño. Sin embargo, no recuerda sentir un impulso por aprender el idioma y recuperar sus raíces culturales hasta mucho más tarde, cuando ya era un estudiante universitario en Lima y después, al realizar su doctorado en Miami, Florida. 

¿A qué se debió ese tardío interés? Al estigma: “Algunas estadísticas sugieren que el 60% de la población de Cusco habla quechua, pero que no tienen necesidad –o voluntad– de hablarlo. Mis padres sucumbieron a la reputación estigmatizada de la que es víctima el quechua: un estigma desafortunado, marcado por el legado colonial… En Perú se han formado determinadas jerarquías sociales que discriminan a los indígenas o comunidades con determinados estilos de vida, facciones raciales, vestimentas o que hablan determinadas lenguas. El quechua ha sido un motivo de discriminación. En mi opinión, las raíces quechuas han ido quedándose en un segundo plano debido a su falta de prestigio social. Nunca pensé demasiado en este aspecto de mi identidad, a pesar de que siempre estuvo ahí, incluso dejando huella en mi español hablado”.  

Tras los recientes acontecimientos de Charlotesville, Virginia, Américo cree que hoy más que nunca es importante redefinir el concepto de la narrativa estadounidense, sobre todo de la identidad americana. Fue este concepto de “identidad” lo que le fascinó de entrada, tras recibir su licenciatura en la Universidad Nacional de San Marcos, y más adelante mientras vivía en West Kendall y trabajaba en una lavandería, a la vez que estudiaba en la Universidad de Miami. Le intrigaba conocer las diferentes maneras con que nosotros, sobre todo los americanos, imaginamos la idea de nación, etnicidad y raza, y como algunas veces nuestras estrechas definiciones resultan “arriesgadas”, porque podemos llegar a ignorar el amplio espectro de lo que nos hace ser lo que somos.   

“Es normal, somos humanos, queremos ideas simples… Pero después de lo ocurrido en Charlottesville, queda claro cuáles son los peligros de la simplificación, de apuntar a “los otros”, ya que puede conducir a malentendidos, odio y la discriminación”, comenta Américo. 

Así que, movido por su interés por las identidades, y especialmente la suya, Américo empezó a focalizar sus estudios académicos en la cultura andina y en el quechua. Pasó una temporada en Cusco, donde tuvo la oportunidad de mejorar el dominio del idioma, a la vez que estudiaba el entorno cultural, histórico y sociopolítico. 

El apoyo apasionado de Américo a la conciencia cultural indígena, la celebración de la diversidad lingüística y la necesidad de aportar visibilidad y valor a los indígenas dentro y fuera del mundo académico han sido reconocidos por los medios locales y nacionales, las Naciones Unidas, instituciones académicas y sociales basada en Perú y Bolivia, y por medios de comunicación quechua tales como “Ñuqanchik”.

Ahora en UPenn

El programa de Lengua Quechua y Cultura Andina de la Universidad de Pensilvania se propone tener un impacto más allá de las aulas, e incluye la formación de un punto de encuentro entre docentes y estudiantes de quechua, abierto a todo el mundo, y que cuenta con una numerosa participación. Según Américo, “el primer nivel de pertenencia [a este grupo] no es ni siquiera el conocimiento de la lengua, es reconocer su valor y mostrar aprecio. Tenemos muchos estudiantes de las minorías y miembros del cuerpo docente que aparecen, por ejemplo, porque la gente quiere compartir ese punto común de tener que enfrentarse al reto de ser diferente, de estar en un entorno que a veces no es amigo de la diversidad”.

Sin embargo, es fácil estudiar una cultura o una lengua sin salir de la “burbuja” académica, sin viajar o interactuar nunca con las comunidades de origen donde se hablan. El conocimiento va más allá de investigaciones académicas y cursos, se crea y se construye mediante la conexión, el trabajo de campo, los viajes, la organización de eventos como proyecciones de películas o conciertos de música. Este intercambio de información y experiencias no solo consiste en llevar a estudiantes de UPenn a seminarios de investigación en Cusco, sino que también ofrece la posibilidad de que líderes comunitarios de Perú, Bolivia y Ecuador visiten la Universidad de Pensilvania para dar conferencias y difundir un discurso básico para la  visibilidad y educación de la cultura indígena. A menudo, relata Américo, “la mayoría de la gente de UPenn y  del mundo de la academia en general, se sorprenden cuando ven a personas de zonas más rurales y menos desarrolladas,o de reservas indígenas, dando conferencias.  Están acostumbrados a concebir a estos grupos como objeto de estudio, no de quién aprender”. En ese sentido, el principal objetivo del programa de Lengua Quechua y Cultura Andina de Penn es crear espacios para facilitar el encuentro de identidades que son ampliadas, re-escritas, reclamadas, re-apropiadas, y finalmente, consideradas dignas de reconocimiento.

Américo Mendoza-Mori is the man behind the Quechua Language Program and Andean Culture of UPenn. Samantha Laub / AL DÍA News

Más allá de la identidad 

¿Por qué quechua? En cada momento que pasa de nuestras vidas, inconscientemente o conscientemente tratamos de dar sentido a una pregunta: ¿Quiénes somos? El idioma que hablamos –o que usamos para expresar nuestras emociones, crear, cantar, soñar– es parte intrínseca de nuestras identidades. Para Américo, la conexión entre el quechua y su propia identidad es evidente, pero para algunos latinos estadounidenses, ese vínculo puede no ser tan fuerte como, por ejemplo, con el nahuatl o incluso con el español. 

Muchos latinos estadounidenses, usualmente de segunda o tercera generación, no saben hablar español, y ni mucho menos el idioma o dialecto indígena de su lugar de origen. Esa carencia tiende a venir del estigma que pesa sobre los que quieren retener la lengua de sus hogares. Los latinos sienten que deben renunciar a esto para poder integrarse en la sociedad estadounidense, creen que hablar inglés es parte integral de lo que “significa” ser americano. Sin embargo, a muchos de estos latinos estadounidenses les gustaría volver a sus raíces lingüísticas y crear una nueva historia sobre ellos mismos, pero se hallan ante la barrera del lenguaje o pueden sentirse intimidados por querer aprender los idiomas y dialectos de su “madre patria”.

Parte del programa Quechua, en un sentido más amplio, es conseguir que la gente repiense qué significa ser estadounidense celebrando y promoviendo la diversidad de culturas y lenguas minoritarias de todo el continente americano: 

“Cada vez hay más gente consciente de que no debe olvidarse de su identidad o sus orígenes para poder formar parte del idealizado discurso americano. Gente que quiere aportar su particular unicidad a la construcción de una narrativa más rica y diversificada. Creo que esto es el punto clave. La gente se está dando cuenta de que para construir una sociedad mejor, necesitamos recuperar quiénes somos y fomentar la diversidad. Cuando estudian un idioma extranjero no solo están aprendiendo palabras nuevas, no solo están aprendiendo un poco más de sus gentes y costumbres, sean asiáticos, nativo-americanos o africanos. Están adquiriendo un instrumento de vida básico para entender a otras culturas, y eso tiene un valor incalculable”, asegura Américo. 

En EE.UU. hemos heredado el legado de ignorar el multiculturalismo y las raíces culturales de la inmigración, con el fin de construir una identidad blanqueada, imaginaria y simplificada, con la que nos animan a conformarnos.Y está limitada y restrictiva definición de “quiénes somos” como país ha conseguido perpetuar no sólo la intolerancia y la ignorancia, sino también la desconexión entre las minorías y los nativo-americanos, lo que ha obstaculizado las oportunidades de intercambio intercultural de conocimientos y creencias.

¿Cómo re-definiría su narrativa estadounidense, y en qué idioma la escribiría? Esa es la reflexión magistral que el profesor Américo Méndoza-Mori intenta transmitir en sus clases, una lección que puede expandirse más allá del Locust Walk y alcanzar la conciencias de toda la población de las Américas. 

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