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A woman wears a mask with the Puerto Rican flag at the parade.
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Tras la pista de la Diáspora: de Puerto Rico al continente

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Es difícil explicar cómo una cultura puede ser tan poderosa y a la vez tan dinámica para imbuirse bien de otras sociedades diferentes y ser capaz de crear algo nuevo. De los “PhillyRicans” de nuestra ciudad a los populares “Nuyoricans”, las comunidades portorriqueñas de cada rincón de este país son dinámicas e impactantes. Y ahora, con la puesta en marcha de la  campaña #PRIDEUndefeated (#ORGULLOindestructible), la comunidad boricua ha manifestado su necesidad de unirse, especialmente a raíz de los problemas actuales que sufre la población de Puerto Rico, dentro o fuera de la isla. 

“Queremos que la gente conozca las dificultades que atraviesa nuestra comunidad […] no solo en Puerto Rico hay comunidades que están luchando, sino que también aquí (en el continente) están luchando. Nuestras reclamaciones van en ese sentido: queremos luchar para construir una sola voz que, de alguna forma, nos permita ayudarnos entre nosotros, en todos estos frentes abiertos”, dijo Marisol Velez-Acquino, fundadora de Una Sola Voz, un proyecto artístico que exige la inmediata puesta en libertad de Oscar López-Rivera. 

La formación de la Diáspora

Desde que en 1902 Isabel González llegó a Nueva York en un barco de vapor desde Puerto Rico hasta la actualidad, la fluctuación de portorriqueños de la isla al llamado “continente” se ha convertido en un hecho corriente. 

“González discutiría… que no se puede excluir, detener o bloquear a los portorriqueños que quieran entrar en los Estados Unidos, por una sola razón: una vez que los Estados Unidos llevaron a Puerto Rico a la guerra, tomaron el control de su comercio, y designaron a altos cargos de Washington para gobernar la isla, los portorriqueños pasaron a residir en Estados Unidos y se convirtieron en ciudadanos norteamericanos”, escribe Ray Suarez en Latino Americans. 

Estos acontecimientos no solo ayudaron a registrar la entrada masiva de portorriqueños en Estados Unidos, sobre todo en Nueva York, sino que también sirvieron para allanar el camino para los años siguientes:  

En 1917, el presidente Woodrow Wilson firmó la Ley Jones-Shafroth, que aclaró el status de los boricuas en Estados Unidos y les proveyó de una ciudadanía ambigua. La firma de esta ley consiguió que los portorriqueños continuaran emigrando a Nueva York. A pesar de que los destinos preferidos dentro de los Estados Unidos puede cambiar, los resultados de este fenómeno migratorio siguen siendo los mismos: la consolidación de una cultura y mentalidad nuevas, que combinan los valores y estilo de la cultura caribeña con las del continente. 

“Para un gran número de Puertorriqueños, su primer “castillo” en el continente americano fue un viejo edificio de apartamentos en el East Harlem. Durante décadas, este barrio neoyorquino recibió inmigrantes de todas partes: italianos del sur, alemanes en la zona meridional del barrio, afroamericanos en el centro y el oeste de Central Harlem”, escribe Suarez.

El flujo de inmigrantes fue creciendo a medida que pasaba el tiempo, y se expandió a otras áreas de Nueva York y de los Estados Unidos. “A pesar de que los inmigrantes de habla hispana ya habían llegado en grupos pequeños a lo largo del siglo XIX, lo que ocurrió en los barrios de Manhattan, Brooklyn y el Bronx, que estaban en pleno crecimiento,  representaba un fenómeno nuevo: se convirtieron en las primeras comunidades destacadas de hispanohablantes fuera de Florida y el Sudoeste de los Estados Unidos.  

La Ley de Relaciones Federales con Puerto Rico de 1950 (Puerto Rico Federal Relations Act of 1950, también conocida como Ley 600), firmada por el presidente Harry S. Truman el 4 de julio de ese mismo año, define Puerto Rico como un “protectorado”. Dicha ley autorizó a los puertorriqueños a desarrollar de su propia constitución, les otorgó el estatus de  Estado Libre Asociado y la posibilidad de tener un gobierno autónomo, aunque sujeto al poder de veto del  presidente de Estados unidos.

El resultado de esta ley fue que la emigración de portorriqueños a la ciudad de Nueva York aumentó de forma exponencial. Las comunidades boricuas se multiplicaron en los barrios de Manhattan y el Lower East Side (conocido como Loisaida) y el East Harlem (también conocido como El Barrio). Estos fueron los pilares fundacionales de la identidad Nuyorica y, consecuentemente, del movimiento político y cultural que consolidó a la comunidad portorriqueña de Nueva York en un frente unido de intereses. 

La Diáspora hoy

Según datos del Pew Research Center, la pérdida de población de la isla de Puerto Rico en favor del continente no ha dejado de crecer. Solo en el condado de San Juan, la población se redujo un 10 por ciento entre 2010 y 2015, un total de 40.000 personas. Otros nueve condados han sufrido caídas de población similares.  

La oficina del Censo de Estados Unidos reportó una caída de al menos 300.000 personas en la población de Puerto Rico entre los años 2010 y 2015. Los miembros de la Diáspora portorriqueña se concentran en tres áreas concretas: Nueva York, Filadelfia y Orlando. Durante muchos años, Nueva York ha sido la destinación número uno, seguida de cerca de Filadelfia. 

Las dos ciudades han sido siempre áreas determinantes para los asentamientos portorriqueños. En los últimos años, Orlando y Florida Central han ido creciendo al ritmo de empatar con la oleada de inmigración que vivió Nueva York hace décadas.  

“La población de Puerto Rico en Nueva York es diferente a la de Filadelfia: en Nueva York forman una comunidad más unida, especialmente en zonas como Harlem, mientras que en la capital de Pensilvania la población está más separada”, opina Johnny Irizarry, director del Center for Hispanic Excellence: La Casa Latina, en la Universidad de Pensilvania, durante una presentación en la Historical Society of Pennsylvania. 

Según datos del Censo de los Estados Unidos, la población portorriqueña de Filadelfia ha pasado de tener 91.527 miembros en el año 2000 a 121.643 en 2015. Esta cifra representa el 8 por ciento de la población total de Filadelfia, y aproximadamente el 75 por ciento de la población latina/hispana de la ciudad. 

Por lo tanto, los puertorriqueños son la comunidad Latina más numerosa de Filadelfia y representan la segunda concentración más numerosa de boricuas fuera de la isla.  

El impacto de PROMESA

Desde que empezó la crisis de la deuda en Puerto Rico, se ha disparado el número de habitantes que decide abandonar la isla para establecerse en alguna de las ya consolidadas comunidades portorriqueñas de Estados Unidos, como Nueva York, Filadelfia y especialmente, Orlando. 

Por otro lado, la aprobación de la Ley para la Supervisión, Administración y Estabilidad Económica para Puerto Rico (PROMESA, por sus siglas en inglés), que obliga a un salario mínimo de $4,25 para los trabajadores menores de 25 años, ha provocado que un gran número de  profesionales millennials o recién graduados de la universidad emigran al continente simplemente en busca de oportunidades económicas, algo no muy distinto a lo que hacían sus predecesores, insiste Isabel González. 

Entre el creciente flujo de inmigrantes también figuran los que emigran para reunirse con sus familias o por otras razones personales, ya que cada vez hay más portorriqueños que viven en el continente que en la isla, según datos del Censo. Y está previsto que esta cifra siga creciendo si no se introducen las enmiendas a la ley PROMESA, considerada por muchos habitantes de la isla como un factor limitador del futuro económico de la isla.

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