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OP-ED: Guardiola gana a Mourinho su primer duelo en la Premier League

Había una vez dos entrenadores geniales, engreídos, efectivos, grandes comunicadores… que marcaron la época del deporte, no solo en España, sino en todo el planeta.

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Había una vez dos entrenadores geniales, engreídos, efectivos, grandes comunicadores… que marcaron la época del deporte, no solo en España, sino en todo el planeta. Uno de ellos, portugués, se forjó en Barcelona, en el equipo del que el otro era una de las estrellas. El jugador, tras retirarse, se hizo entrenador en las fuerzas inferiores del Barça, el equipo de sus amores.

Después de ganar dos Copas de Europa con diferentes equipos, José Mourinho aterrizó en Madrid para dirigir al poderoso Real, convirtiéndose en el AS que tenía guardado en la manga el presidente Florentino Pérez. Por su parte, Pep Guardiola fue fichado como la tabla de salvación de Joan Laporta, entonces presidente del Barcelona, el otro grande del soccer español. Aunque no tenía experiencia comandando equipos de primera línea, el Barça confió en el genio y saber hacer de Guardiola, ¡y acertó!

A pesar de tener en sus filas uno a Cristiano Ronaldo y el otro a Leo Messi, los dos entrenadores eclipsaron a sus figuras, acaparando gran parte de la atención brindada por los medios de comunicación. Históricas son las conferencias de prensa que ofrecían ambos, retransmitidas en directo, superando en audiencia a las mejores series españolas que se ofrecían en esos momentos por televisión.

Mourinho convirtió al Real Madrid en un equipo de gran pegada, con un juego vertical que aprovechaba a sus fenomenales delanteros y se plantaba rápidamente en la portería rival. Guardiola trituraba a sus víctimas poco a poco, con un sistema más horizontal, de pases cortos y precisos, que comenzó a conocerse a nivel mundial como tiki-taka

Aunque parecían muy diferentes –Guardiola siempre sonreía y Mourinho solía tener cara de malhumor- quienes los trataban de cerca decían que eran similares y que sus poses eran acordes con el personaje que cada uno representaba. Vamos, ni Pep era tan bueno ni José tan malo.  Los dos trabajaban herméticamente y, desde su llegada, cerraron sus entrenamientos a los medios de comunicación.

Es cierto que el portugués ganó varias batallas en los enfrentamientos entre ellos durante dos frenéticos años vividos en el soccer español (una Copa del Rey y una Liga), pero la guerra fue propiedad de Guardiola, quien conquistó la preciada Champions League que se le negó a Mourinho como entrenador del Real.

La intensidad generada fue tanta que, al final, los dos emigraron. Después de un año de descanso, uno emigro a Alemania –a hacerse cargo del Bayern Munich-, y le apodaron Herr Pep. El otro volvió a Inglaterra –con el Chelsea, donde le conocían como The Special One.

Ni Guardiola en Alemania ni Mourinho en Londres consiguieron los objetivos planteados por sus respectivos clubs al contratarles, cosa que precipitó la salida de ambos. Curiosamente los dos pusieron destino a la misma ciudad: Manchester. José con el propósito de recuperar la grandeza del United; Pep con el fin de consolidar al City.

Este fin de semana, los dos grandes entrenadores volvieron a reencontrarse. Muchos dicen que ahora son buenos amigos, pero su enorme rivalidad volvió a generar inacabables ríos de tinta. El City ganó 2-1, con el atacante español, David Silva, convertido en el gran protagonista futbolístico del partido. Sin embargo, muchos resumieron el encuentro como “la primera victoria de Pep sobre Mourinho en la Premier.”

¿Injusto dar tanto protagonismo a los entrenadores? Quizá. Pero los dos genios volvieron a demostrar que, cuando se juntan alrededor de un campo de soccer, son capaces de paralizar el planeta. 

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