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Nuevas inquietudes entre los residentes fronterizos

El caos y la violencia relacionada con las drogas que envuelven a México han llegado incluso a poblados somnolientos como Fort Hancock, donde Carr y miles de…

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El Presidente mexicano ordenó recientemente el destacamento de otros 5.000 soldados al área de Juárez.

Gale Carr y sus vecinos cultivan miles de hectáreas de algodón y chile en la fortificada frontera de Estados Unidos, al otro lado del goteo del Río Grande (Bravo, en México) de lo que se ha conocido como el Valle del Degollado en México.

El caos y la violencia relacionada con las drogas que envuelven a México han llegado incluso a lo otrora eran poblados somnolientos que colindaban con Fort Hancock, donde Carr y miles de otras personas en el altiplano desértico se encuentran en las trincheras de la conmoción.

"Están los asesinatos en masa del otro lado", dijo Carr, de 42 años de edad, mientras conducía su vehículo por campos con semillas listas y, a veces, fracturados por la nueva valla fronteriza de Estados Unidos. "Sientes pena por ellos".

La violencia ha reclamado más de 1000 vidas en México en lo que va del año, han informado oficiales tanto de Estados Unidos como de México. Aproximadamente la mitad han sido asesinados en el estado de Chihuahua, que hace frontera con el oeste de Texas, y muchos más en Ciudad Juárez y los poblados río abajo de la ciudad.

El jefe de policía y cinco de sus oficiales fueron secuestrados de una comunidad cercana a la granja de Carr, de 1,200 hectáreas, unas cuantas semanas atrás. Sus cabezas cercenadas aparecieron varios días más tarde, revelando amenazas dirigidas a otras personas.

Después, unas cuantas personas fueron asesinadas durante el fin de semana pasado en Porvenir, el poblado más cercano a los campos de algodón de Carr. Se hablaba de una lista de 30 residentes de la localidad señalados para morir. Cientos de mexicanos con la buena fortuna de contar con pasaportes y visas estadounidenses cruzaron en tropel el puesto fronterizo, yendo en busca de refugio.

 En tanto, el Presidente Felipe Calderón insistió en una entrevista de la semana pasada que México no es un estado fallido y que él está ganando la guerra. El Presidente mexicano ordenó el destacamento de otros 5,000 soldados al área de Juárez, para que refuercen a los 2,000 efectivos que ya están ahí. "Son ellos o nosotros", dijo.

 No obstante, es muy probable que la situación empeore antes de mejorar.

No hay indicaciones de que la situación vaya a mejorar en el futuro cercano", notó el Consulado de Estados Unidos en Ciudad Juárez, en una nueva advertencia para que los estadounidenses eviten Porvenir y otras localidades al sur de la frontera.

El Río Grande, de unos cuantos metros de anchura y cuya profundidad no supera las rodillas de un hombre, fluye a través de este tramo del desierto elevado, 90 kilómetros al sureste del área metropolitana de El Paso y Ciudad Juárez. Desde que el río ha sido una frontera, los contrabandistas han cruzado por aquí drogas y personas que van hacia el norte, así como armas hacia el sur.

En su infancia, Carr y sus amigos jugaban en el cauce y lo saltaban para cruzar a Provenir y ver películas o coquetear con las chicas en la plaza. Sin embargo, eso fue cuando la frontera era una región, no una fortificación.

Hoy día, la nueva valla estadounidense obstruye la margen de río. Además, Carr y otros en Fort Hancock no han cruzado el corto puente a México en varios años.

"Ni siquiera si me retan", dijo uno de los agricultores que estaba en el café del poblado. "Tampoco si me apuestan", remató otro.

En tanto, el Gobernador Rick Perry solicitó otros 1,000 efectivos para que vigilen el oeste de la frontera de Texas. Arvin West, el alguacil del condado Hudspeth, que abarca a Fort Hancock, tomó un vuelo a Washington para ir en busca de ayuda federal para su departamento, que cuenta con 15 oficiales.

Pero, con todo y la violencia al sur del río, Carr y otros residentes dicen que no le temen en particular a los maleantes.

De hecho, ellos insinúan que están tanto bajo la ocupación del gobierno estadounidense como de su protección. Muchas personas resienten la valla fronteriza y ven con desdén el refuerzo de la Patrulla Fronteriza, cuyos números han pasado de 19 a más de 200 agentes.

"Casi Estados Unidos", dicen con respecto a Fort Hancock, poblado de aproximadamente 1,700 almas.

"En verdad hay un conflicto muy intenso entre nuestras inquietudes de seguridad y nuestros derechos personales", notó Carr, quien sirvió en el Ejército de Estados Unidos en Alemania cuando el Muro de Berlín fue derribado.

 "Cuando renuncias a la libertad en aras de la seguridad, pierdes ambos y no ganas nada", dijo, parafraseando a Benjamín Franklin.

 Considerando toda la criminalidad en el condado de Hudspeth, 90 por ciento de los arrestos se relaciona con el narcotráfico; el último asesinato cometido aquí ocurrió hace más de tres años.

 "Si no fuera por la frontera, esto sería Mayberry", comentó el Alguacil West.

 De cualquier forma, las amenazas están al acecho.

 Dicho condado apareció en las noticias internacionales hace tres años, cuando oficiales del alguacil tuvieron un enfrentamiento con narcotraficantes, algunos de los cuales vestían uniformes del Ejército Mexicano y conducían vehículos militares Humvee, cuya carga de marihuana se había atascado en el agua río abajo de Fort Hancock.

 Cuando menos cinco residentes de Fort Hancock han sido muertos al sur del río o sencillamente desaparecieron en los últimos años, dijo el subjefe Mike Doyal. Los oficiales del alguacil lucharon por interceptar informes en el sentido que un escuadrón de sicarios de una pandilla del narcotráfico había cruzado el río.

"Hace veinte años, yo nunca habría imaginado que estaría sentado aquí hablando de escuadrones de sicarios e incursiones militares", comentó Doyal. "En los últimos siete a ocho años, esta frontera ha cambiado drásticamente".

 Carr dijo que los asesinatos al otro lado del río lo han obligado a reconsiderar sus propios sentimientos hacia la valla.

"Al principio, yo estaba realmente opuesto a su construcción", dijo. "Pero si tienen una guerra civil del otro lado, quizá sirva de algo".