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¿Y ahora qué está pasando con el periódico Los Ángeles Times?

Hace sesenta años, mi sueño era sacarme un título universitario y hacerme periodista. Fue algo que me dijo mi mamá, cuando estaba en la escuela primaria, con…

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Hace sesenta años, mi sueño era sacarme un título universitario y hacerme periodista. Fue algo que me dijo mi mamá, cuando estaba en la escuela primaria, con lo que tendría éxito.

Empecé en punto. Dos semestres en la universidad Stanford. Tenía aún 18 años. Entonces, por lo que mis habilidades con manejar mi tiempo no habían madurado al compás de mi cuerpo, mi padre decidió que debía darme un descanso y aprender de la vida laboral, tal vez hasta ayudar con el costo de mi matrícula.

En 1948 conseguí un trabajo a $37.80 la semana como corrector para el nuevo periódico vespertino, the Mirror, del Los Angeles Times. En cuestión de meses, trabajaba en el departamento de deportes. En menos de un año, redactaba una columna sobre la pesca.

La empresa Times-Mirror se convirtió en mi padre.

Cuando el presidente Truman me metió al ejército, escribía columnas semanales desde el Japón y Corea para el Mirror. De licencia del ejército y vuelto a la sala de redacción urbana del periódico, escribí una serie sobre los mexicano americanos. Fue entonces que descubrí México de verdad.

No fue así con el Times, salvo durante la muy corta época en que Rubén Salazar fue corresponsal y columnista con el periódico antes que la policía lo matara.

En México, aprendí sobre la distribución por agencia, enviando la misma columna semanal a media docena de diarios del suroeste estadounidense, incluyendo el Mirror (para ese entonces el Mirror-News).

Años después, en 1980, lancé Hispanic Link News Service, la primera red de distribución de columnas latinas de este país. No tardó mucho para que nuestros comentarios de escritores y expertos hispanos los llevaran más de 100 diarios. No estaba entre ellos mi querido Los Angeles Times. Tony Day, editor de la página editorial, ni me respondía a las llamadas telefónicas. En un desesperado último intento, le dejé un mensaje diciendo que iba a firmar contrato con su rival, el Los Angeles Herald-Examiner, de Hearst. Eso sí que le llamó la atención. No sé si se molestó alguna vez en leer alguno de nuestros comentarios, pero aceptó de inmediato mis términos.

En aquel momento, el Times, próspero, tenía la fama de suscribirse a comentarios de distribución sin publicarlos, sólo para que no cayeren en manos de su competencia. Pero eso no ocurrió con Hispanic Link. A Mercedes Lynn de Uriarte, oriunda de México, y colega de Day con responsabilidades que atender en la página editorial, le gustaron y se encargó que se publicaran con regularidad.

    Después de un año, más o menos, Day y yo nos peleamos y no nos renovó el servicio de distribución.

    Entonces, mediante la iniciativa de un excorresponsal de United Press en América Latina, Gary Neeleman, ahora vicepresidente de distribución en Times-Mirror, tomó la distribución de Hispanic Link y lo representó a nivel mundial hasta que años después Tribune Company, con base en Chicago, comprara a Times-Mirror.  (Las columnas de Hispanic Link ahora los reciben directamente más de 100 medios en español y en inglés mediante 400 sucursales de Scripps Howard News Service).

En años recientes, el periódico Los Angeles Times se ha transformado muchas veces, siempre manteniendo una constante.  En lo que el número de hispanos explosionó en su área de distribución, salvo infrecuentes términos cortos, ha hecho caso omiso de esta población, tanto a nivel doméstico como por todas las Américas, para solo enfatizar la deserción escolar, los desastres, las guerras de narcotráfico y el tumulto hemisférico.

Todo llegó a ebullición el 2 de febrero cuando el Times publicó en su sección de opinión, como comentario legítimo, una nota de propaganda abiertamente incendiaria y distorsionada escrita por el vocero de un grupo rabioso anti-inmigrante.

Una refutación del Consejo Nacional de La Raza comenzó:

“En el colmo de su arrogancia, Ira Mehlman, vocero de la Federation for American Immigration Reform – grupo designado como motivado por el odio por el Southern Poverty Law Center—decidió que él está mejor capacitado que los dirigentes de los derechos civiles latinos para hablar de la perspectiva latina.     “¿Y ahora qué? ¿David Duke escribiendo sobre la perspectiva del africano americano en cuanto a la acción afirmativa?”

Ese mismo día, columnista de política de hace muchos años, George Skelton, redactó un comentario sobre el costo de los migrantes indocumentados a los contribuyentes de California, opinando que “innegablemente, [remonta] a los miles de millones de dólares”.

Columnista de San Diego, Raoul Lowery Contreras rápidamente retó el cálculo matemático de Skelton. Preguntó:

“En lo que el L.A. Times se va hundiendo en el océano, ¿se va haciendo más racista su contenido?

“En la política de nadie-sabe-nada en California en cuanto a los extranjeros ilegales, particularmente los de marca mexicana, la columna de George Skelton del L.A. Times se aproxima más a un comunicado de prensa de los críticos-que- nada-saben de la inmigración que de una nota entendida e informada de opinión en un importante periódico estadounidense”.

A través de los años he intentado evitar discutir con borrachos, intolerantes y pobres idiotas.

El talento y la experiencia de los hispanos se utiliza menos ahora en el Times que lo que ha sido hace años. Los latinos continúan yéndose; muchos se van a la fuerza. Casi una docena de periodistas que entraron en el periódico capacitados con experiencia en Washington mediante Hispanic Link News Service fueron a trabajar en el Times. Algunos siguen allí.

Pero ahora mi relación padre-hijo con el gigante mediático de Los Ángeles, el que me presentó a la profesión, está sacudiéndose cual terremoto del sur de California.

(Charlie Ericksen es editor principal de Hispanic Link News Service. Comuníquese con él a: [email protected]). © 2009