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El tazón a la libertad

Una extensa y agotadora jornada comenzó el domingo primero de febrero desde tempranas horas. Mientras Nadal y Federer se disputaban a partir de las tres y…

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Una extensa y agotadora jornada comenzó el domingo primero de febrero desde tempranas horas.

Mientras Nadal y Federer se disputaban a partir de las tres y media de la madrugada la copa del tenis que otorga Australia, en Colombia tres policías y un soldado iniciaban su camino a la libertad.

Desde temprano, Walter Lozano, Juan Fernando Galicia, Alexis Zapata y el soldado Giovanni Domínguez comenzaron su travesía por la selva.

La expectativa por la liberación se inició cuando antes de Navidad, las FARC anunciaron que devolverían a sus hogares a seis personas, entre ellas dos políticos, al tiempo que la controvertida senadora Piedad Córdoba inició la mediación.

Sin embargo, el calvario comenzó desde mucho antes. Ellos, como muchos soldados y policías colombianos fueron secuestrados después de combates o ataques guerrilleros donde vieron morir a muchos de sus compañeros en cumplimiento del deber.

Ese domingo, mientras la jornada deportiva avanzaba en Tampa, donde se preparaban los Acereros y los Cardenales para disputar otro tazón, en las selvas colombianas se temía por la suerte de los cuatro liberados, pues versiones de prensa hablaban de sobre-vuelos militares ofensivos en el área prevista para la entrega.

De inmediato, el gobierno desmintió las versiones divulgadas por Telesur, de Venezuela, y la incertidumbre sobre la operación humanitaria se apoderó de los colombianos.

La Cruz Roja ya había confirmado que los tenía en su poder, pero pasaron varias horas y el helicóptero no llegaba a Villavicencio, donde con ansias eran esperados por sus familias.

Al final, cuando sin saberlo los Acereros se perfilaban para la victoria del Super Bowl en Tampa, con flores,  pañuelos blancos, lágrimas y aplausos,  Villavicencio recibió a estos cuatro ganadores de la libertad.

“Desde el 21 de diciembre hasta el día de hoy estamos caminando”, relató  emocionado el policía Juan Fernando Galicia, padre de dos hijos.

“Tenemos que luchar por todos los prisioneros que están en las selvas, tenemos que rescatarlos”, gritó emocionado Torres, el soldado de 26 años liberado.

El juego había terminado, y el regocijo llegaba a esta ciudad en el sur de Colombia.

Sin embargo, unos 700 militares, policías y civiles “no canjeables” por guerrilleros siguen esperando hacer puntos con las FARC para ganar este paso a las finales.