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¿El referendo dará poder a los indígenas de Bolivia?

A pesar de su victoria por mayoría, el referendo constitucional ha evidenciado de nuevo a una Bolivia dividida entre un occidente leal a Morales y un oriente…

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La nueva constitución abre un escenario de incertidumbre en la Bolivia dividida. Pocas personas dicen saber con precisión cómo funcionarán las leyes emanadas.

 

El presidente Evo Morales parecía seguro de una victoria fácil en un referendo realizado el domingo sobre una Constitución nueva y radical orientada a darle poder a los indígenas bolivianos. La votación culminó los tres años, plagados de conflictos, de esfuerzos de Morales para reformar al sistema político al que asoció con siglos de subyugación indígena.

Según los resultados publicados el miércoles por la Corte Nacional Electoral (CNE)., el apoyo a la nueva Constitución de Bolivia, sometida a referendo el domingo pasado, supera el 61,6 por ciento con el 91,6 por ciento de los sufragios escrutados. Si ese margen se sostiene y aumenta, ello fortalecería el mandato de Morales, dijeron analistas políticos.

No obstante, el conflicto regional por los resultados podría incrementarse en los meses siguientes. Mencionando los mismos recuentos, los medios informativos tanto estatales como privados dijeron que al menos cuatro departamentos o provincias en las rebeldes tierras del oriente de Bolivia la rechazaron por márgenes amplios.

En una redacción imprecisa en sus 411 artículos, se permitiría con la nueva Constitución que los indígenas adjudicaran los castigos corporales bajo sus propios sistemas legales; se ampliaría la definición de propiedad para incluir la comunal; se extendería la autonomía limitada a las prefecturas regionales, y se reafirmaría el control estatal sobre las amplias reservas de gas natural de Bolivia. Dependerá del Congreso la elaboración de las leyes reglamentarias de muchos de estos artículos, pero también es una institución cambiante, en la que se ha garantizado nueva representación de los indígenas.

"Con mi voto humilde, estoy generando algo de esperanza para mis hijos", dijo Ismael Pocoaca de 42 años, albañil que votó el domingo por la mañana en la escuela Chuquiago Marka en esta ciudad de barriadas en la planicie azotada por el viento que da a la capital, La Paz.

Después de la votación, Pocoaca y otros indígenas aymaras se reunieron frente a la escuela donde los vendedores tenían sándwiches de puerco frito y carteles de morales, un ex pastor de llamas. "Finalmente estamos recobrando nuestra dignidad", comentó María Laure de 38 años, vendedora de jabón que votó por la nueva Constitución.

Sin embargo, mientras los indígenas de todo el país celebraran la votación, la Constitución abre un escenario nuevo de incertidumbre en la Bolivia dividida.

Pocas personas dicen saber con precisión cómo funcionarán las leyes emanadas de la nueva Constitución, de qué forma se hará la revisión sustancial en el Congreso o cómo afectarán a un país que se enfrenta este año a una desaceleración económica drástica.

Funcionarios de las tierras bajas, donde se produce la mayor parte de los alimentos y del petróleo de Bolivia, ridiculizaron la nueva carta magna. "No se puede implementar ninguna Constitución si no se ha aprobado en todos los departamentos", explicó Carlos Dabdoub, un líder político de Santa Cruz, un departamento del este, donde se rechazó.

Dada la resistencia enconada en Santa Cruz y otras partes, fue notable que se llegara a votar la Constitución. La violencia por la carta magna propuesta hizo crisis en septiembre, cuando murió más de una docena de campesinos, en su mayoría partidarios de Morales, en enfrentamientos en el departamento amazónico de Beni.

Pláticas entre partidarios de Morales en el Congreso y la oposición dividida resultaron en un compromiso de primeras versiones de la carta magna. Uno de los artículos más polémicos de la versión final revierte el plan para permitir que Morales, de 49 años, contienda indefinidamente por la reelección, limitándolo a un mandato de cinco años si gana las elecciones nuevas de este año.

Sin embargo, otros artículos reflejan la influencia de Morales, un indígena que no habla con fluidez ni el aymara ni el quechua, las principales lenguas autóctonas del país. No obstante, al comunicarse con los públicos en español, el idioma colonialista, ha forjado un movimiento político imbuido de nacionalismo y realzado por la conciencia étnica.

"¡Después de 500 años, hemos retomado la Plaza Murillo!", dijo Morales a sus seguidores la semana pasada en un discurso al concluir la campaña en la plaza central de La Paz, a la que los indígenas tenían prohibida la entrada hasta los 1950.

La nueva Constitución permitiría que Morales, a cuyo gobierno apoya financieramente Venezuela, reafirmara aún mayor control estatal sobre la economía con artículos que podrían prohibir que las compañías extranjeras repatriaran las ganancias o con permitirían recurrir al arbitraje internacional para resolver disputas por las nacionalizaciones.

En efecto, Morales parece impertérrito ante la escasez de inversiones y la desaceleración de la economía a medida que bajan los precios del gas natural boliviano y el vecino Brasil reduce las importaciones del combustible.

Antes del referendo, anunció la nacionalización de una unidad boliviana de BP, el gigante petrolero británico, y creó a Cambio, un nuevo diario, controlado por su gobierno. Y, tras la reciente expulsión del embajador estadounidense y de agentes del Departamento Estadounidense Antidrogas, a los que acusa de espionaje, repitió sus críticas hacia Estados Unidos.

"Bolivia, poco a poco, se está aislando del mundo", comentó Gonzalo Chávez, un economista que estudió en Harvard y está en la Universidad Católica de La Paz, que ve que el crecimiento económico está cayendo a dos por ciento este año, de seis por ciento en 2008.

Sin embargo, otros dicen que la nueva Constitución encara la subrepresentación de los indígenas, y señalan artículos por los que se reservarían escaños para ellos en el Congreso y en otras áreas de una burocracia en rápido crecimiento. Incluso, sólo hay dos indígenas en el gabinete de Morales: sus dos asesores principales, el vicepresidente (un ex guerrillero) y el coordinador de asesores (un ex oficial del Ejército), son intelectuales de piel clara.

En tanto importancia simbólica, dijo Xavier Albo, un académico jesuita y lingüista, la nueva Constitución podría ser el equivalente a la reconquista española de la península Ibérica en manos de los moros en 1492. Sin embargo, en lugar de la sangre derramada en ese proceso, "estamos avanzando en un proceso democrático que no excluye ni subyuga a nadie", explicó Albo.

Algunos bolivianos que leyeron la Constitución completa desprendieron otras impresiones.

Edmundo Paz Soldan, un escritor que imparte cátedra en la Universidad Cornell, dijo que le recuerda a un ensayo de Jorge Luis Borges en el que describe el intento de una enciclopedia china por dividir a la fauna en una miríada de categorías sin sentido. Por ejemplo, Paz Soldan dijo que reconoce 36 grupos indígenas diferentes en Bolivia, algunos con menos de 100 personas, pero no deja claro cómo precisamente se concederían los derechos civiles a cada grupo en un país donde son tres los principales grupos indígenas -- los quechuas, los aymaras y los guaraníes -- los que tienen mucha mayor influencia.

"El texto alucinante podrá tener la ratificación de la mayoría, pero podría no ser la receta de un país viable", explicó Paz Soldan.

Un "Empate catastrófico"

EFE 

El referendo constitucional de Bolivia ha resucitado entre opositores y analistas la tesis del "empate catastrófico" al dibujar un país dividido territorialmente entre el "sí" y el "no" al proyecto refundacional de Evo Morales.

A la espera del resultado oficial definitivo, parece sin embargo que el referendo constitucional ha evidenciado de nuevo a una Bolivia dividida entre un occidente leal a Morales y un oriente autonomista, cuyos líderes han recobrado protagonismo como motor de la oposición.

El llamado "empate catastrófico" fue un término acuñado hace un par de años por el actual vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, para ilustrar la falta de salidas a la crónica confrontación política del país.

Ahora opositores y analistas han recuperado el término tras la consulta constitucional del domingo y ante el fuerte rechazo que la Carta Magna ha cosechado en las regiones autonomistas del país.

Y es que el triunfo que reflejan las encuestas se ha concentrado en las regiones donde el oficialismo es mayoría: La Paz, Oruro, Potosí y Cochabamba.

Por contra el "no" ha sido la opción más votada, y con diferencia, en las regiones de la llamada "media luna": Santa Cruz, Beni, Tarija y Pando. En Chuquisaca se habla de empate.

Por este motivo, los líderes autonomistas ya han advertido que en sus territorios no se puede imponer el nuevo texto constitucional y reclaman al presidente indígena un "pacto nacional" ante la existencia de "dos visiones de país".

El presidente de Bolivia, por su parte, ha proclamado el triunfo de la Constitución y el inicio de su refundación nacional, rechaza que se hable de empate y de "medias lunas" y pide unidad para aplicar la nueva Carta Magna.

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