LIVE STREAMING

"Tenía que ver con que era mexicano"

La muerte a golpes de un mexicano a manos de estudiantes, al parecer, unos de ellos familiares de policías y jugadores del equipo de fútbol local, tiene…

MÁS EN ESTA SECCIÓN

Lebanon recauda fondos

Todo sigue igual

'Somos 26'

COMPARTA ESTE CONTENIDO:

En el hospital  su cerebro empezó a hincharse y los golpes causaron una coagulación de sangre, así que tenían que quitarle parte del cráneo (para quitar la presión). Su cerebro siguió hinchándose poniendo presión al tallo cerebral hasta que cayó en coma.

Luis Eduardo Ramírez llamó a su prometida la noche del pasado 12 de julio para pedirle que dejara la puerta sin seguro para no despertarla a ella ni a sus tres hijos.

Él estaba en la casa de su amigo Víctor García y la esposa de éste, Ariell, en donde los acompañó y se tomó dos cervezas mientras hablaban sobre los peligros de la vida.

“Estábamos platicando en mi casa y dijo que su abuela le decía que tenga mucho cuidado si se metía en una pelea (porque) cualquier golpe lo podría matar… Ahora que se pone uno a pensar es raro que él estaba hablando de eso”, recordó García.

La pareja le ofreció llevarlo, pero “Caballo”, como le decían a este mexicano de 25 años y nacido en Guanajuato prefirió que lo dejaran cerca, para luego ir a pie.

Cinco minutos después García recibió una llamada de auxilio de su amigo: “Me llamó exasperado  diciéndome que lo estaban atacando unos tipos y que nos regresáramos. Los podía oír detrás de él gritando”.

La prometida de “Caballo”, Crystal A. Dillman, también recibió, a las 11:40 de la noche, un mensaje de texto de Ramírez en el que le pedía ayuda.

“Cuando llegamos vimos que eran muchos… los traté de separar, pero no pude, le pegaron mal golpe, cuando cayó le dieron otras patadas en la cabeza y es cuando empezó a temblar y a botar espuma por la boca y ya no estaba bien”, dijo García.

El hecho ocurrió en la esquina de Lloyd y Vine, a dos cuadras de la residencia del alcalde de Shenadoah, un pueblito de trabajadores de fábricas de Pensilvania con una población mayoritaria de italianos y una comunidad hispana en crecimiento.

“Cuando cayó al suelo los vecinos salieron y nos dijeron (que) necesitamos llamar una ambulancia. Yo sentí que llegó rápido. La Policía llegó y le dijimos que mira los niños se fueron para allá y nos dijeron que eso no era el problema, que estaban buscando a un mexicano con una pistola, que uno de los vecinos reportó. Ellos seguían (diciendo) que un mexicano con una pistola… me esculcaron a mí y todo el carro buscando por la pistola”, dijo entre sonrisas de indignación.

Díez días después el teniente de la Policía Bill Moyer, reconoció que le dieron más importancia a esa llamada de la supuesta arma que a la pelea de los jóvenes. “¿Qué pasó con el hombre de la pistola?”, le preguntó AL DÍA, y Moyer se quedó callado. “Eso está bajo investigación”.

“Pudo ser cualquier cosa que pudo empezar el problema, pero algo tenía que ver con que era mexicano, los podía oír gritando detrás de él que mexicano, mexicano, mexicano…! Porque si tuvieran algo con él no tendría que ver nada con su raza”, continuó García en su relato sobre la muerte de su amigo, quien llevaba seis años en EEUU.

“Sí, hay mala leche contra los hispanos aquí. Desde que llegué aquí hace 10 años me han dicho muchas cosas por solo ser mexicano… Quiero que se haga justicia con mi amigo; que los chamacos paguen por lo que hicieron”, dijo García, mientras su esposa Ariell, de 17 años, aseguró que los jóvenes están en mismo grado de ella y que ella los conoce.

“Crystal estaba llamando por el celular de ‘Caballo’ lo contesté y le dije que él no podía respirar, que se venga para donde estábamos”, dijo García.

“A las 11:40 recibí un mensaje de texto que decía ‘help’; llamé y contestó Víctor, quien me dijo que él estaba en el suelo y no estaba consciente. No lo pude creer pero fuí a donde estaban (…). Cuando llegué había mucha gente reunida y cuando me acerqué ví que Eduardo estaba en el suelo”, dijo.

“Lo conocí por unos amigos. Conversamos muy bien, nos hicimos amigos, nos hicimos novios y luego me pidió matrimonio. Él me apoyo cuando tuve mi niña y ha sido como un papá para ella”, recordó Dillman, estadounidense de 24 años.
“La gente le decía cosas ignorantes, y muchas veces él los ignoraba. Nunca dejó que se escalara a una pelea física. Le decían cosas como: “Porque no te regresas a tu país”, agregó.

Cuestionó que la Policía que llegó para atender el caso de Ramírez lo hizo después de que ambos ya iban en la ambulancia hacía un helicóptero que lo llevaría al hospital Geysinger. También se quejó de que su prometido sólo tuvo atención médica hasta después de una hora.

“Cuando lo ví en el hospital fue horroroso, no lo reconocía, no respondía, los doctores nos dijeron que no iba a sobrevivir”.

“Tenía moretones por toda la cara, su pecho tenía la impresión que le dejó el medallón (de Jesucristo) que tenía puesto, cuando saltaron sobre su pecho le colapsaron un pulmón. Recibió golpes de todos lados”.

En el hospital “su cerebro empezó a hincharse y los golpes causaron una coagulación de sangre, así que tenían que quitarle parte del cráneo (para quitar la presión). Su cerebro siguió hinchándose poniendo presión al tallo cerebral hasta que cayó en coma”.

La mañana del lunes 14 de julio, Dillman dice que “fue lo más difícil”,  Ramírez murió con ella a su lado. Fue desconectado de la máquina que lo mantuvo vivo dos días.

00:00 / 00:00
Ads destiny link