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¿Es usted uno de tantos que se mata trabajando?

Una mejora en la eficiencia puede lograrse a partir de una reducción de la jornada de trabajo sin que ello implique una caída en la producción, sino todo lo…

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Corea del Sur, es según la OIT, el país del mundo donde la gente trabaja más horas (30% más que en EEUU) pero aún así no son los más productivos del mundo.           

Un ingeniero japonés que laboraba para la empresa transnacional Toyota es la última víctima mortal de una ‘enfermedad’ social generada por el estrés laboral y un afán de excelencia y competencia sin límites.

Una enfermedad que según fuentes no oficiales se cobra la vida de unos 10.000 nipones al año y que se ha convertido en un factor determinante para que Japón sea uno de los países industrializados con mayor número de suicidios.
Se conoce como karoshi, y no es otra cosa que llegar a la muerte por exceso de trabajo.

Aunque el nombre del ingeniero de la Toyota no ha sido dado a conocer, Mikio Mizuno, abogado que representa a la viuda ante los tribunales, reveló a la prensa que el profesional tenía 45 años, ninguna enfermedad conocida y trabajaba más de 80 horas extras al mes bajo una gran presión, pues estaba desarrollando una versión híbrida de uno de los modelos más avanzados de la compañía automotriz.

La muerte del ingeniero, que trabajaba todos los días hasta altas horas de la noche e incluso los fines de semana, se produjo a causa de una isquemia en enero del 2006, pero el hecho apenas fue divulgado ahora por los abogados, que no quisieron dar a conocer la cifra que la viuda solicita a la empresa como compensación.

La hija de la pareja encontró muerto a su padre en su casa, junto a los papeles de su trabajo, poco antes de que este emprendiera un viaje a EEUU donde debía presentar una nueva versión del vehículo Camry.

Si bien el karoshi fue un mal que comenzó afectando a los trabajadores fabriles en los 70, actualmente son los ejecutivos, los empleados de oficina los más afectados.

Las muertes más comunes que provoca el karoshi son por hemorragia cerebral o insuficiencia cardiaca o respiratoria, que aparecen de un momento a otro aunque se van ‘incubando’ por la fatiga y el estrés físico y mental, a lo que se suma el tener que recorrer largas distancias entre la vivienda y el lugar de trabajo, que en Japón, en promedio superan los 60 minutos de viaje en trenes completamente abarrotados.

La enfermedad, además, pone en entredicho el llamado 'milagro japonés', convirtiéndolo, según numerosas organizaciones de derechos humanos y de defensa a los trabajadores, en una manifestación más que elocuente de los niveles de explotación laboral a los que está llegando la nación asiática, miembro del G-8, el club de los países más ricos del planeta.

Según el Consejo Nacional de Defensa de las Víctimas de Karoshi, las muertes ocurren en todo tipo de industrias, desde plantas de montaje de maquinarias y automóviles, hasta empresas públicas, bancos y restaurantes.

El primer caso que se registro de karoshi fue reportado en 1969, cuando un empleado de un periódico local falleció de un ataque cardíaco, a pesar de tener solo 29 años.

Sin embargo, el término karoshi también se aplica a las personas que debido al estrés sufren infartos o derrames cerebrales, pero sobreviven y sufren las secuelas de por vida.

Para que los tribunales acepten una demanda por karoshi, la víctima debe haber trabajado por lo menos 100 horas extras en el mes previo al incidente, aunque los accidentes (automovilísticos, caídas, etc.) que el trabajador pueda sufrir como consecuencia de la fatiga, no son considerados como karoshi, aún si se producen dentro del lugar de trabajo.

En 1994, la Agencia de Planificación Económica Japonesa del Instituto de Economía calculó que las muertes por karoshi podían significar el 5 por ciento de todos los decesos causados por enfermedades cerebrovasculares y cardiovasculares de los individuos de entre 25 y 59 años.

Muchas veces más es menos

Los países europeos con jornadas laborales medias más cortas, como Holanda, Alemania, Bélgica y Francia presentan mayor productividad por hora trabajada, según el Euro-índice IESE-ADECCO (EIL), que analiza el mercado laboral europeo.

Aunque tradicionalmente se asocia una jornada laboral más extensa a una mayor productividad, añade el estudio, existe una relación negativa entre ambos conceptos y, al trabajar más horas, se “tiende a disminuir el aprovechamiento que se hace de cada una de ellas”.

Así, destaca, una mejora en la eficiencia puede lograrse a partir de una reducción de la jornada de trabajo sin que ello implique una caída en la producción, sino todo lo contrario.

Dentro del mundo desarrollado, Estados Unidos es el país más productivo del mundo, pero porque sus trabajadores trabajan muchas más horas a la semana que los de otros países ‘ricos’.

Porque si las cosas se miden por productividad por hora trabajada los franceses, que trabajan mucho menos, son igual de productivos.

Corea del Sur, es según la OIT, el país del mundo donde la gente trabaja más horas (30% más que en EEUU) pero aún así no son los más productivos del mundo.